Por Helen Hernández Hormilla / hormilla@gmail.com
Ante el envejecimiento acelerado de la población cubana, urgen estrategias sociales para liberar a las mujeres de la responsabilidad absoluta de cuidar a las personas adultas mayores en la familia.Así lo expresaron especialistas en estudios de género durante un debate convocado por la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Organización para la Ciencia, la Educación y la Cultura de las Naciones Unidas (Unesco), el pasado 13 de marzo en La Habana, como parte de la jornada de celebración por el Día Internacional de la Mujer.
La historia de María, una costurera de edad mediana a cargo de su padre anciano y de tres hijos, sirvió de detonante para el intercambio. Ella es la protagonista del filme uruguayo-mexicano La demora (2012), del director Rodrigo Plá, con guión de Laura Santullo, exhibido esa tarde junto al documental Yo digo No, de Marcel Beltrán, como parte de la campaña que emprende el Sistema de Naciones Unidas en la isla contra la violencia hacia las mujeres y las niñas. El argumento del largometraje ilustra los costos para las mujeres de atender a los otros en detrimento de sus necesidades y proyectos personales. Constituye, además, una síntesis de la violencia estructural por motivos de género, aquella que se ejerce desde las estructuras sociales, gubernamentales y económicas sobre la base de inequidades y de la discriminación hacia la mitad femenina.
De este modo lo reconoció el jurado del Premio Únete, que le concedió la campaña homónima del Sistema de Naciones durante el pasado Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en diciembre de 2012.
El lauro vino a evidenciar la capacidad de esta obra para transmitir la complejidad del drama cotidiano de la protagonista, que sufre precariedad salarial, incomprensiones institucionales y la sobrecarga de trabajo doméstico por su condición de mujer.
Este tipo de violencia parte de las instituciones, de la cultura patriarcal y afecta a muchas mujeres en el mundo, pero pocos la entienden como tal, recordó en el panel el realizador Ernesto Pérez Zambrano, quien integró el jurado del Premio.
Para la socióloga Magela Romero, la ejecución del cuidado manifiesta la agresividad machista, pues es expresión de las relaciones de poder inequitativas entre los géneros, con secuelas económicas, emocionales, sexuales y sicológicas para las cuidadoras.
Una investigación realizada por la experta en 2010, entre 80 mujeres de la capital cubana, concluyó que varias de las entrevistadas vivían «el ciclo del cuidado sin fin»: una vez terminada su etapa estudiantil, pasan toda su vida al cuidado de hijos, padres, suegros, nietos y esposos, entre otros familiares.
A juicio de la comunicóloga Isabel Moya Richard, la agenda de los estudios de género y el feminismo debería tener más pendiente este asunto, en tanto el cuidado sigue siendo responsabilidad absoluta de las mujeres.
«El gran desafío está en cambiar cómo vemos desde las costumbres, las tradiciones y los mandatos culturales, un rol que muchas veces se asume con culpa», expresó la directora de la Editorial de la Mujer de la Federación de Mujeres Cubanas.
Incorporar estas reflexiones a las políticas públicas que darán respuesta al envejecimiento de la sociedad cubana resulta para Moya una necesidad inminente.
Según datos del censo poblacional de 2012, el 18,3 por ciento de personas que viven en Cuba tienen 60 años o más.
Las primeras décadas de la Revolución Cubana implementaron mecanismos de apoyo al cuidado como los círculos infantiles (guarderías), hogares de ancianos, lavanderías, comedores obreros, escuelas en el campo, entre otras. Pero la crisis económica vigente hace dos décadas hizo desaparecer algunas de esas iniciativas.
El contexto contemporáneo impone nuevas demandas en torno al cuidado ejercido por las mujeres. En opinión de Romero, el país se encuentra en un momento favorable para generar cambios en este sentido, pues existe una voluntad política expresa y un proceso de reestructuración económica que pudiera propiciar alternativas.
Sin embargo, para la profesora de la Universidad de La Habana, los retos están en incorporar el enfoque de género a las políticas públicas y no privilegiar solamente la productividad.
«El diseño de estas políticas no debe sobrevalorar a las mujeres en el cuidado de las familias, sino entenderlo como un compromiso social que demanda la mayor intervención estatal», indicó en entrevista con SEMlac.
El coordinador de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, Julio César González Pagés, consideró también necesario incrementar los estudios especializados sobre estos temas, así como favorecer el contacto de la academia con quienes diseñan las políticas públicas.