El cine está en deuda con las mujeres

Entre 1989 y 2015, unas 37 mujeres se han graduado en Dirección de Fotografía en Cuba. Hasta diciembre de 2015, el Departamento de Cámara del Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC) no había aceptado a ninguna. En 56 años de creado el ICAIC, no ha habido en esta institución ninguna directora de fotografía.

Con esos datos concluye el documental Eyes Half Shut (2015), de Deymi Perdomo D´Atri, una obra que en alrededor de 25 minutos coloca en el centro del debate de la igualdad de género, el acceso de las mujeres a la industria del cine.
La pieza, presentada el pasado 9 de marzo en la Fábrica de Arte Cubano, se incluyó en la iniciativa ¡Rueda, Directora!, coordinada por el Grupo Género y Cultura, con el apoyo del Sistema de las Naciones Unidas en Cuba y la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (Cosude), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y el proyecto Palomas.
Eyes Half Shut se convierte, desde el inicio, en una suerte de denuncia a través de los testimonios de al menos siete talentosas mujeres, directoras de fotografía: Hiedi Hassan, Mailin Milanés, Lily Suárez, Denise Guerra, Yanelmis González, Lianed Marcoleta y Ana María González. Ellas revelan que los estereotipos y la histórica asignación de roles, desde la división sexual del trabajo, pueden determinar el acceso de las mujeres a espacios históricamente considerados solo para hombres.
«¿Si eres fotógrafa, puedes trabajar en el ICAIC? No, no es posible. De esa historia surge el documental, de los testimonios de varias mujeres. Desde el absurdo argumento de que ?las cámaras pesan? y no estamos aptas…Cargo a mi hija que tiene 7 años y pesa 35 kilos. ¿Con mi hija puedo y con la cámara no?», cuestionó en el debate Perdomo D´Atri.
Las mujeres que hoy hacen dirección de fotografía en la isla, dijo, accedemos desde el cine alternativo, pero no desde la industria.
«Nosotras tenemos trabajo, estamos empoderadas en nuestras especialidades, pero en otros espacios, completamente fuera del circuito del ICAIC. Hacer una obra como directora de fotografía en esta institución será difícil; prácticamente nadie se arriesga con directoras de fotografía. Incluso en películas dirigidas por mujeres, la fotografía la hacen los hombres, existiendo directoras de fotografía con mucha experiencia», expresó.
Para la realizadora, este es un documental necesario. «Y lo será cada vez que una mujer se gradúe y las cosas no cambien».
Marilyn Solaya, directora del largometraje Vestido de novia -proyectado también en la Fábrica de Arte Cubano- y una de las ocho mujeres que han logrado dirigir cine en el país, considera que esa invisibilidad de las mujeres en industria del cine responde a los mismos rezagos de tener aún un país machista, hegemónico, patriarcal. «Las instituciones las hacen los hombres y mujeres», destacó.
«Estuvimos muchos años en el debate de una ley de cine que nos protegiera, y me desencantó el momento en que vi la propuesta y no había en ella absolutamente ningún espacio que hiciera mención obligatoria a la inclusión de las mujeres en todas las especialidades», expresó Solaya.
Según la cineasta, «un director o directora de cine se expresa a través de la mirada, de ese ojo artístico, y tiene que haber compenetración, afinidades, y conciencia de género, que no está relacionado necesariamente con ser hombre o mujer», apuntó la cineasta.
«Me costó 10 años hacer una película, incluso cuando tenía un proyecto potente, reconocimientos al guion… Mis colegas masculinos van por la tercera producción. Somos ocho directoras, pero ninguna ha podido hacer la segunda película. Estoy segura de que es un problema que va más allá de Cuba. La falta de equidad, la desigualdad, la violencia de género están en todas partes», dijo.
Al presentar el espacio de discusión, también un homenaje a la periodista, maestra y feminista cubana Isabel Moya Richard, María Machicado Terán, representante de la UNICEF en Cuba, subrayó que mientras es visible el debate sobre cómo las mujeres deben participar en el espacio político, poco se habla de otros escenarios tradicionalmente masculinos donde son pocas la oportunidades para las mujeres. «La industria cinematográfica es uno de ellos», precisó.
Esa práctica es internacional. «Son claras las estadísticas de un estudio mundial realizado por diferentes institutos, que analizó más de 900 películas y concluyó que no superan el 25 por ciento las cintas dirigidas o que han contado con algún tipo de participación de mujeres, ya sea como sonidistas, guionistas o en diferentes etapas de la producción».
En su opinión, otro dato interesante son los roles o papeles que desempeñan las mujeres en las películas, cuánto tiempo o líneas tienen ellas en pantalla. «Sabemos que a través de las películas también pueden cambiarse o reforzarse estereotipos», refirió.
La funcionaria de Unicef alertó que esas inquietudes se suman a las numerosas problemáticas que enfrentan las mujeres para poder insertarse en el mundo laboral. «Desde el ámbito del cine han sido ampliamente discutidas en las redes sociales por otras razones menos amables», dijo refiriéndose al movimiento de denuncia #MeToo, contra los abusos sexuales en Hollywood.

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