La Habana, diciembre (SEMlac).- Las mujeres son clave en la industria del cine y la producción audiovisual por las historias que cuentan, la calidad de sus obras y por promover políticas de género más inclusivas, reconocieron en la capital cubana artistas, realizadoras y autoridades cinematográficas de Iberoamérica.
“En México estamos en el cine con más mujeres que hombres y eso hizo que las políticas públicas se empezaran a modificar”, señaló la reconocida directora, guionista, editora y productora de cine María Novaro, al intervenir en el panel “Género y diversidad en el audiovisual. Retos y nuevos caminos”, durante el 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano que se realiza del 8 a 17 de diciembre.
Las brechas de género que se identifican hoy en el cine o el audiovisual no son tan diferentes a las de otros ámbitos de la sociedad, aseguró Marisol Alfonso, jefa de la Oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) en Cuba.
Entre otras, mencionó los desequilibrios de género en los puestos de mayor decisión, así como la desigualdad salarial, de tiempo, producción y roles para las mujeres en el cine, debido a otras inequidades que las recargan, como asumir los cuidados, que afectan sus posibilidades y contribuciones.
“Por otro lado, aun cuando se ha incrementado la presencia de ellas en el cine, hay una segmentación y una masculinización de aquellas funciones que pueden resultar más atractivas y de mayor visibilidad”, sostuvo Alfonso.
La funcionaria ponderó la acción transformadora que puede generarse desde el arte, cuando muestra esas desigualdades, sus determinantes y promueve cambios positivos con un mayor alcance.
En ese campo, destacó la alianza de Unfpa en Cuba con el Proyecto Palomas, en la producción de audiovisuales que, desde la crítica y el compromiso social, abordan temas de interés común como el embarazo adolescente, los cuidados y el envejecimiento, entre otros.
Palomas es un proyecto feminista, liderado por la realizadora Lizette Vila, cuya obra ahonda en las realidades de las mujeres y las deudas sociales en la concreción de la igualdad real.
A juicio de Sergio Cabrera, coordinador general de Palomas, se impone acercar mucho más las políticas públicas a las vidas concretas de las personas, que no tienen tiempo para esperar. “Hay pasos y resultados, pero todavía quedan muchas insatisfacciones”, reflexionó.
“Si bien las políticas públicas juegan su papel, la sensibilidad debe ir más allá. La clave será dejar de hablar tanto de las mujeres, para que ellas hablen”, señaló en referencia “no sólo a las del espacio cinematográfico, sino a todas las que no han logrado tener aún un proyecto de vida digna, de felicidad y plenitud”.
Aunque las obras aborden las problemáticas sociales desde una mirada interseccional, es importante esa misma perspectiva en las políticas públicas, agregó. “Sería un modo de pensar las oportunidades no sólo desde las mujeres para otras mujeres, sino de que sean realmente incluyentes y equitativas”.
Miradas a las políticas
De 23 países en la región de Iberoamérica, 17 ya sistematizan información y generan indicadores para medir el alcance de las políticas públicas en el mundo audiovisual relativas a género y diversidad; aunque el avance no es parejo ni suficiente todavía.
Quince países cuentan con fondos públicos para el cine y el audiovisual, nueve disponen de registros de realización desagregados por sexos y cuatro, de archivos con perspectiva de género: Argentina, Bolivia, Chile y México.
Con la reciente incorporación este año de Paraguay, suman 14 naciones con una concepción de género en su normativa de cine, sea en leyes, mecanismos, reglamentos o convocatorias específicas.
A la par, solamente siete naciones poseen cuotas específicas para el cine realizado o producido por mujeres: Colombia, Costa Rica, Cuba, España, Paraguay, Perú y Uruguay.
Estos son datos preliminares del reporte sobre género y diversidad iniciado hace cuatro años por la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica, cuya presentación oficial se hará en febrero de 2024.
El coordinador general de esa entidad, Ignacio Catoggio, adelantó en La Habana que se mantiene la supremacía masculina en la realización de obras audiovisuales, pero las de mujeres crecen en más del 50 por ciento, en medio de una producción audiovisual que todavía no recupera los volúmenes que existían antes de la pandemia de covid-19.
En cuatro años hay cambios sustanciales, refirió Catoggio al comentar datos del reporte. “Se trata no sólo de insumos para la construcción de políticas públicas, sino de establecer compromisos para hacerlas posibles. La idea es, también, tener criterios más específicos a la hora de distribuir los fondos”.
Actualmente, 15 países cuentan con fondos específicos del gobierno asignados para el audiovisual y siete disponen de líneas específicas para el cine desarrollado por mujeres, indicador este último que se duplica en dos años, pero aún es poco.
Cuba, en tanto, tiene un fondo específico para la población LGBTIQ+, mientras seis naciones cuentan con unidades especializadas dentro de las instituciones y tres disponen de protocolos de seguridad para espacios formativos: Argentina, Chile y México.
Entre otras tendencias, Catoggio destaca una mayor inclinación hacia la paridad en el cine producido por mujeres y hombres, aunque reconoce que es lento el proceso de integración a sistematizar la información. Un camino necesario, dijo, para establecer políticas en favor de “un cine más sensible, que represente más a los pueblos, abrace a toda la diversidad e incorpore a los diferentes sectores de la sociedad”.
Ellas empujan el cambio
Las mujeres han tenido un papel relevante para modificar las políticas públicas referentes al cine en México, un país feminicida, un problema grave para las mujeres, señaló María Novaro, quien dirige desde 2018 el Instituto Mexicano de Cinematografía.
“Ha sido importante que las decisiones en ese ámbito las tomemos las mujeres”, reflexionó.
Entre otras medidas valiosas, por ejemplo, se decidió desde 2019 que los fondos de audiovisuales y cine se otorguen por convocatorias examinadas por consejos evaluadores de la comunidad cinematográfica con paridad de género. “Eso ha cambiado mucho las percepciones de qué es un buen proyecto y qué no”, sostuvo.
Otras acciones afirmativas han sido que el único concurso de guiones en la actualidad sea para mujeres trans, con narrativas en primera persona; y que en las convocatorias se otorguen puntos adicionales si los proyectos los presentan mujeres, personas indígenas y afrodescendientes, o desde fuera de la capital.
Igualmente, se estableció como requisito para proyectos con apoyo público, su compromiso a que el rodaje, la exhibición o propuesta de formación sea un espacio libre de violencia de género, sexismo y racismo. “No podemos intervenir en cuestiones laborales, pero sí en retirar el apoyo a quien no cumpla con su carta de compromiso”, expuso Novaro.
El acceso de las mujeres a posiciones de poder en el cine ha sido clave para la transformación, reiteró Catoggio, quien recordó la llegada de Åke Ahrsjö al Instituto Sueco del Cine, en la pasada década de los noventa.
Ella visibilizó que el 60 por ciento de la recaudación se debía a películas hechas por mujeres, quienes accedían apenas al 30 por ciento de los fondos y ganaban más del 70 por ciento de los premios. Demostró que era mejor negocio el cine de las mujeres, acotó.
El panel generó un intercambio en el cual se abogó por seguir desarrollando acciones positivas que abran más oportunidades a las mujeres y otros grupos vulnerables, como personas con discapacidades y adultas mayores.
Se insistió, además, en producir un cine inteligente, que no discrimine; en desarrollar protocolos y espacios seguros, sin violencia; y en que la formación en materia de género alcance también el trabajo con los hombres.
“No es un problema privativo del cine. Muchas enfrentamos la barrera de trabajar con hombres que no han cambiado. Las políticas se han focalizado mucho en las mujeres, sin considerar que los temas de género e inclusión necesitan del cambio cultural de unos y otras”, sostuvo Alfonso.