El cambio climático afectará a las mujeres

La mayoría de las mujeres ni piensa en ello. Las noticias que ven por televisión les parecen distantes. Sin embargo, el cambio climático las golpeará fuertemente en el futuro: el clima será más cálido y las precipitaciones menos abundantes, lo que impactará negativamente en la disponibilidad de alimentos, generalmente a su cargo.

La reducción en la disponibilidad de alimentos generaría un estrés adicional en ellas, a la hora de alimentar a la familia, una tarea que en la mayoría de los hogares descansa sobre sus hombros.
Los expertos alertan que el aumento de las temperaturas y del nivel del mar, el desequilibrio en los procesos de precipitaciones y acrecentados períodos de sequía, clasifican como las principales consecuencias del cambio climático.
La condición insular de Cuba la hace más vulnerable a las posibles variaciones climáticas pronosticadas para este siglo, advierten especialistas del Centro Nacional del Clima.
Ramón Pérez, director de esa institución científica, declaró a la prensa local que la isla “tiene que prepararse para un clima más cálido”, con regímenes desfavorables de precipitaciones, etapas de extrema sequía o temporadas ciclónicas muy activas.
De acuerdo con el experto, también la agricultura experimentaría pérdidas de consideración, pues muchas variedades de cultivos tendrán que adaptarse a nuevas condiciones climáticas y no pocas especies de animales y plantas padecerán transformaciones en su ciclo de vida, e incluso podrían extinguirse.
Si bien toda la población sufriría el impacto de esos eventos, las mujeres –algo más de 51 por ciento de los 11, 2 millones de cubanos–, sentirán más severamente las consecuencias del cambio climático.
Durante la etapa de sequía sufrida en el país entre 2002 y 2006, las cubanas tuvieron que desplegar mayores iniciativas y recurrir a la imaginación para servir la mesa, ante la contracción de la producción agrícola.
“Cocinar, incluso si tienes todo lo que necesitas, representa una tarea compleja. Imagínese si faltan los condimentos frescos, las viandas y los vegetales, como en estos últimos años”, comenta a SEMlac Rosario Orta, ama de casa.
En el informe ‘Desafíos a las Aguas Internacionales: Valoración Regional en una Perspectiva Global’, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente alerta que las consecuencias del cambio climático se reflejarán en 2010 en más pérdidas de tierra cultivable, inseguridad alimentaria y daños a la pesca.
Según expertos cubanos, habrá que trabajar en la producción de alimentos que se ajusten a la reducción de la humedad de los suelos por el aumento de las temperaturas.
Nelson Companioni, del Instituto de Investigaciones Fundamentales de la Agricultura Tropical, indica que trabajan en el acondicionamiento de los cultivos ante las alternancias de temperatura que ya se producen, como calor y lluvias en invierno.
Asimismo, se concentran en la búsqueda de variedades y cultivos más adaptables a la inestabilidad climática y con mayor plasticidad en su comportamiento, explica a SEMlac.
De acuerdo con el investigador, los sistemas productivos que se introducen en la agricultura urbana –canteros enriquecidos con materia orgánica–, retienen más la humedad, lo que impide el estrés abrupto, que causa menos daño.
En la isla, el potencial aprovechable de los recursos hidráulicos asciende a 13.285 millones de metros cúbicos. El riego de cultivos agrícolas consume 70 por ciento del agua acumulada; el abasto a la población, 20 por ciento; mientras que el resto se emplea en otras actividades. Aunque aún no hay estudios al respecto, se estima que la anunciada carencia de agua también las perjudicaría.
“Cuando falta el agua, todo se dificulta: lavar, limpiar y cocinar, que son labores que tocan a la mujer, aunque trabaje en la calle”, considera Marlen Rojas, profesora de enseñanza media.
De acuerdo con informes oficiales, las cubanas son el 66,6 por ciento de los profesionales y técnicos, el 48,9 de los investigadores y el 63,3 de los graduados universitarios. Ello no las exime, sin embargo, de la sobrecarga en el hogar, donde siguen asumiendo el grueso de las tareas domésticas.

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