Pese a los logros alcanzados en materia de educación integral de la sexualidad (EIS) en Cuba, varis brechas obstaculizan el disfrute de la salud sexual y los derechos sexuales de todas las personas en las diferentes etapas de sus vidas.
De ahí que promover ese tipo de aprendizaje como un derecho humano y contribuir a la comprensión social de que es una inversión para el desarrollo y bienestar de la población, constituye una prioridad para el gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Así enfatizó la directora de esta institución, la doctora Mariela Castro Espín, al inaugurar el pasado 17 de julio el programa de actividades de las Jornadas educativas “Hablemos de Sexualidad: aprender para la vida”, que se extenderán hasta el 4 de septiembre, Día Mundial de la Salud Sexual.
El Programa Nacional de Educación y Salud Sexual (PRONESS), en perfeccionamiento desde 1975, identifica algunas problemáticas que repercuten negativamente en la salud y bienestar de niñas, niños, púberes y adolescentes, expresó Castro Espín.
Entre otras mencionó las contradicciones en los procesos educativos relacionados con la EIS entre las familias, la escuela, los medios de comunicación y otros espacios formativos, así como debilidades en la preparación de docentes y personal de salud para el trabajo sobre educación y salud sexual con las familias y la atención diferenciada a los menores de edad en situación de vulnerabilidad social y con necesidades educativas especiales.
También la temprana edad de inicio de las relaciones sexuales, alrededor de los 15 años según algunos estudios, la elevada tasa de fecundidad en adolescentes, con negativas repercusiones para su desarrollo; los altos índices de interrupciones voluntarias de embarazos de muchachas entre los 12 y 20 años de edad, el uso inadecuado de los métodos anticonceptivos en diferentes edades y la limitada existencia de servicios amigables de salud sexual especializados en adolescentes y jóvenes.
Por otra parte, señaló Castro Espín, aún se invisibiliza la violencia a nivel social y son insuficientes los mecanismos para prevenirla y atender sus diferentes expresiones y efectos.
A juicio de la experta, con una política de educación integral de la sexualidad no solo se contribuye a la protección de la población de embarazos no planificados, de infecciones de transmisión sexual, entre ellas el VIH-sida, de adicciones, coerción, abuso y explotación sexual, de ser víctimas de la trata y el tráfico de personas, sino que se potencia la capacidad de analizar, decidir y actuar con el sentido responsable de ser libres.
Desde la EIS, consideró, también se deconstruye el modelo de dominación patriarcal, que simbólicamente adapta su lenguaje a los nuevos contextos socio-históricos, pero mantiene el mismo sentido de dominación que genera desigualdades y en el que son tan víctimas las mujeres como los hombres.
La especialista insistió en que “cuando la sociedad, los padres y las madres en particular, conocen y comprenden el sentido de la educación de la sexualidad, participan en ella, la promueven, se preparan y la exigen para sus hijos e hijas”.
No obstante, comentó que en ocasiones se desconocen las necesidades básicas de las diferentes etapas del crecer, por lo cual no se identifican las cuestiones no saludables que giran alrededor de la educación de la sexualidad, como los tabúes y miedos que se perpetúan desde el consenso social.
Subrayó que “la igualdad y la no-discriminación son fundamento para la protección y promoción de todos los derechos humanos, e incluyen la prohibición de toda distinción, exclusión o restricción por motivos de raza, etnicidad, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición; incluida la discapacidad, edad, nacionalidad, estado civil y familiar, orientación sexual e identidad de género, estado de salud, lugar de residencia, situación social y económica, entre otras”.
“Las complejas contradicciones y malestares relacionados con los sexos, los géneros, las sexualidades, su educación y sus consecuentes repercusiones en la salud no pueden ser atendidas de modo integral solo desde los esfuerzos aislados de individuos, familias, comunidades, instituciones estatales y organizaciones de la sociedad civil. Se requiere de una estrategia intersectorial que se deriva de la política aprobada por el Estado”, puntualizó la sexóloga.
Para la argentina Analia Lacquaniti, una gran dificultad para la mayoría de los países de América Latina es que los gobiernos modifican su intención política, según el gobernante de turno. “La voluntad política es algo que Cuba tiene como garantía para no perder todo lo trabajado en función de la EIS”, dijo.
“Cuando se trata de defender derechos sexuales y aprobar leyes, un argumento común es que las sociedades no están preparadas. ¿Preparadas para quién, para aquellas personas que tienen sus derechos garantizados?”, reflexionó.
“No podemos educar en sexualidad sin pensar en esas sociedades neoliberales que permanentemente discriminan y quitan derechos”, sostuvo la activista.