Los enconados debates que durante los últimos meses involucraron a la sociedad dominicana y a sus medios de comunicación tuvieron el mérito de sacar el tema del aborto de la privacidad de los hogares, del silencio de los confesionarios y del universo de angustias perseguidas y penadas de casi 100.000 mujeres todos los años. Convertido en agenda de la cotidianidad, el reclamo del movimiento de mujeres a favor de la despenalización del aborto terapéutico no está ya monopolizado por los planteamientos de las iglesias católica y evangélica, que han sido muy beligerantes, sino que otras posiciones más democráticas y diversas están cobrando espacios y ganando conciencias. El público dominicano supo de la presencia y la palabra de Fray Julián Cruzalta, un teólogo mexicano que vino a dialogar, aún con religiosas agresivas, sobre espiritualidad y libertad de conciencia. Por ese camino, el conferencista llevó a sus auditorios a cuestionarse de qué verdad se habla, qué vida es la que se defiende, o cuáles temores son los que se enfrentan en torno a esta discusión. En respuesta a preguntas, Fray Cruzalta dijo que «la jerarquía eclesiástica debería escuchar las voces de las verdaderas afectadas que son las mujeres». Aseveró que la iglesia católica se «juega toda» en América Latina -de ahí la virulencia de sus posiciones- porque en este tema, como en otros, «a Europa ya la perdió»(SEMlac)
2007-10-22