Por Dixie Edith
Incorporar estrategias de género a iniciativas y proyectos de desarrollo local rinde frutos si se consigue su articulación desde múltiples espacios, además de compromiso y sensibilidad por parte de sus protagonistas.
Esa fue, quizás, una de las lecciones más claras del proyecto Desarrollo socioproductivo concertado en Jesús Menéndez, ejecutado en ese municipio rural de la provincia de Las Tunas, a más de 650 kilómetros al este de La Habana.
Para la ingeniera agrónoma Marianela Pérez Peña, el cambio en las maneras de pensar y relacionarse entre los hombres y las mujeres de su terruño, gracias a esa iniciativa de desarrollo, es muy evidente.
“Al principio costó incorporar a las mujeres, convencer a sus esposos y familias, porque los campos son zonas machistas, pero hemos logrado que eso se vaya cambiando”, explicó a SEMlac.
“Yo misma soy agrónoma y, cuando por primera vez me fui a trabajar, todos me miraban como si fuera algo extraño: ¿una mujer en el campo?; ¿una mujer a caballo?, se preguntaba mucha gente. Pero hoy por hoy ya es algo normal por acá”, agregó Pérez Peña.
Desarrollado con el apoyo de Oxfam, y de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI), el proyecto se propuso estimular el desarrollo local de manera integral para conseguir soberanía alimentaria, equidad de género y fortalecimiento de las capacidades internas de la comunidad.
La experiencia sumó a actores locales diferentes: el gobierno municipal, la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA), la de técnicos agrícolas y forestales (ACTAF), la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la Universidad de Las Tunas y su sede municipal, el Ministerio de la Agricultura (MINAG) y la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
“Aunque en todas las direcciones se obtuvieron logros, la estrategia de género jugó un papel fundamental en los resultados obtenidos por la integración de actores diversos”, enuncia el material impreso “Cuando la gente crece”, presentado la en la última semana de marzo, durante el cierre oficial del proyecto en Chaparra, nombre por el cual se conoce popularmente a la localidad, el mismo del antiguo ingenio azucarero que marcó durante años su vida productiva.
El texto, una sistematización escrita de la experiencia, fue elaborado por la socióloga Lucy Martín Posada, investigadora auxiliar del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente; y Marcos Rodríguez, economista uruguayo radicado en El Salvador y evaluador externo de la experiencia de Jesús Menéndez.
Durante el cierre del proyecto, en una actividad pública en el cine de la localidad, también fue presentado un material audiovisual, un “registro espejo”, al decir de su realizadora Lizette Vila, directora del proyecto Palomas, que emocionó a quienes se reunieron en la sala.
Evidencias
La labor en busca de la equidad partió de la creación de un grupo integrado por actores múltiples, mujeres y hombres, encargado de construir una estrategia de género flexible para trabajar en la zona.
“Se trata de actores municipales que incorporan la filosofía y las prácticas positivas del proyecto a su quehacer cotidiano y lo reproducen”, aseveró a SEMlac Martín Posada.
Si se considera, además, que en el citado grupo están presentes la Universidad, la organización campesina y los medios de difusión, entre otros actores locales, “se logra un incalculado efecto de derrame hacia todo el tejido institucional que le otorga fortaleza a cualquier acción transformadora”, precisa el documento.
Para Martín Posada, además, “el proyecto también demostró que las mujeres aprovechan muy bien los recursos cuando se los ponen en las manos”.
Pérez Peña coincide con la socióloga. Para ella, una ganancia es “la cantidad de mujeres que hoy trabajan la tierra y que se han motivado hacia la crianza de conejos y de otros animales”, explicó.
En ese camino, la sistematización del proyecto aporta cifras concretas: 53 mujeres se han incorporado a la cría de conejos y 26 son nuevas usufructuarias agrícolas, lo que equivale a cuadruplicar la membresía femenina en las cooperativas agropecuarias.
Más allá del empoderamiento femenino, Aurelio Quiñones, de la dirección provincial de ACPA en Las Tunas, evaluó también para SEMlac el impacto de toda esa propuesta transformadora sobre los hombres.
“Estamos en un buen camino, aunque hay que seguir trabajando. El proyecto, a partir de toda la capacitación intencionada, ha logrado visibilizar el trabajo de las mujeres, de las esposas de los criadores de conejos, también desde la actitud de ellos mismos”.
Para argumentar su criterio, Quiñones contó a esta agencia que después de estar trabajando en el proyecto fueron a exponer a la Feria Agropecuaria de Rancho Boyeros, en La Habana, y llevaron los conejos de la esposa de uno de los productores y no los del hombre, algo que hace unos años hubiera sido imposible.
“Los conejos de esa productora incluso fueron premiados en la Feria y el esposo no se opuso a que los lleváramos. Eso es una ganancia”, recalcó Quiñones.
Otra evidencia de crecimiento es que, antes del proyecto, en los programas de capacitación de los criadores se trataban solo temas técnicos, pero nada vinculado con los asuntos de género. Sin embargo, ahora se han ido incorporando esos temas “y se han logrado capacitaciones impartidas por la FMC con más de cien participantes hombres y mujeres”, agregó.
Otra evidencia de avance es que se ha generado un movimiento de superación e investigación dentro de la localidad.
Marianela Pérez Peña asegura que está “casi culminando una maestría en agronomía, porque me motivó la producción de semillas y ese es justamente mi tema de investigación”.
La producción investigativa en materia de género también fue estimulada. Por solo citar un ejemplo, en el reciente Encuentro Regional de Género y Comunicación, celebrado en la zona oriental cubana (abarcó las provincias orientales de Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo), de los 52 trabajos presentados, ocho fueron producidos en Jesús Menéndez.
Para Liliana Gómez Ramos, periodista de la emisora provincial Radio Victoria e integrante del grupo de género de Chaparra, su pueblo natal, los aires benéficos de la experiencia en materia de género han alcanzado también a toda la familia.
“Que se le hayan dado recursos a las mujeres para producir, para crecer, ha sido importante. Tienen un poder que antes no tenían y eso le ha dado la posibilidad a la familia de mirarlas desde otra arista, las ha visibilizado, porque lo que pasa habitualmente es que a la mujer no se le ve. Entonces ahora se está reconociendo algo que era cotidiano, pero invisible”, refirió.
A punto de discutir su maestría en estudios de género en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana, Gómez Ramos sostiene que “va cambiando la mirada y la mujer también se empodera más cuando aprecia lo que está aportando y todo lo que puede llegar a aportar”.
2 de abril de 2012