Desafíos demográficos a la vista

Dinámicas demográficas vinculadas a la fecundidad, la mortalidad y las migraciones conllevan desafíos sociales y económicos para Cuba a mediano y largo plazos, alertaron demógrafos y especialistas durante un panel los días 30 y 31 de octubre por los 45 años del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana.

La fecundidad cubana ha cursado por un proceso oscilatorio, pero siempre por debajo de los niveles de remplazo desde 1978, apuntó Grisell Rodríguez, investigadora del Cedem.
«Lo que se dilata en el tiempo o no se tiene es el segundo hijo, pero las cubanas siguen teniendo al menos un hijo o hija y siguen considerando un valor importante tener descendencia», comentó la experta.
La cubana sigue siendo, además, una fecundidad temprana, con mayor participación de las mujeres de 20 a 24 años, seguidas por el grupo de 25 a 29, de acuerdo con datos oficiales.
Sin embargo, especialistas advierten que en el grupo de las adolescentes menores de 20 años la tasa se incrementa. «Alrededor del 15 por ciento de la fecundidad cubana es de muchachas menores de 19 años», precisó Rodríguez.
El foco de alerta señala a las que se convierten en madres con menos de 15 años, quienes suman alrededor de 400 niñas cada año.
En un contexto de baja fecundidad sostenida con persistencia del embarazo en la adolescencia, la investigadora del Cedem aboga por seguir profundizando en el estudio de las diferenciales de la fecundidad por territorios, estratos sociales y otras variables.
También llama a mantener un enfoque que garantice los derechos de la mujer y la familia a decidir cuántos hijos quiere tener y en qué momento.
Igualmente a velar por la educación y orientación en el inicio las relaciones sexuales, el suministro y acceso a los métodos anticonceptivos y a seguir indagando en la fecundidad de las mujeres mayores de 30 años, las relaciones intergeneracionales y el envejecimiento en relación con la fecundidad.
La baja fecundidad, combinada con otros indicadores como la baja mortalidad y alta esperanza de vida van marcando el envejecimiento poblacional para Cuba, donde 19,8 por ciento de la población supera los 60 años de edad, de acuerdo con datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).
Para el investigador Juan Carlos Albizu-Campos, una de las alertas gira en torno a la fragilidad demográfica o capacidad de retroceder ante determinadas coyunturas, como ocurrió con algunos indicadores de la isla en la década del noventa, en medio de la cruda crisis económica conocida por «período especial».
«Entre 1990 y 1996 hubo un estancamiento y luego un retroceso de la esperanza de vida que cargaron fundamentalmente las mujeres, quienes experimentaron una sobremortalidad para algunas causas de muerte», fundamentó.
El investigador del Cedem señaló, además, la presencia de contradicciones, como la existencia de una alta esperanza de vida y bajas tasas de fecundidad y mortalidad infantil, propias de los naciones desarrolladas, en un país de ingreso bajo y baja penetración de la tecnología en la sociedad.
«El envejecimiento no es un problema, pero el envejecimiento en ausencia de desarrollo sí lo es», considera Albizu-Campos.
Si bien la ausencia de desarrollo no ha sido obstáculo infranqueable para lograr una temprana transición hacia bajas tasas de mortalidad y alta esperanza de vida, el ulterior progreso de ese esquema sí depende del alcance de mejores condiciones de vida, advirtió.
«No se concibe una elevada esperanza de vida que no se haga acompañar de una igualmente elevada calidad de vida», resumió.
Otra variable que influye en la dinámica demográfica es la migración. Con un historial como país emisor de migrantes que data de la pasada década del treinta, Cuba ha mantenido saldos migratorios negativos en los últimos años.
El país se caracteriza actualmente por un aumento de la circularidad migratoria, crecen los desplazamientos temporales, se diversifican los destinos -aunque se mantiene Estados Unidos como principal receptor- y varían los flujos migratorios en cuanto a composición y rutas que se utilizan, detalló la estudiosa Maria Ofelia Rodríguez, del Cedem.
Se incrementan también los vínculos de las personas emigradas con su país de origen y participan incluso en inversiones directas e indirectas, se estrechan las relaciones familiares y de otro tipo.
La investigadora destacó la presencia creciente de mujeres jóvenes y profesionales entre los emigrantes, lo que supone la pérdida de una población en plena capacidad productiva y reproductiva.
Todo ello tiene un impacto en otros procesos demográficos, como la fecundidad, así como en la familia cubana, los recurso laborales y el capital humano para el desarrollo económico y social del país, el sistema de salud y la seguridad social, entre otras esferas mencionadas por la especialista.
«Cuando emigran personas jóvenes, la población anciana queda al cuidado de otras personas, casi siempre mujeres que cargan sobre sus hombros el peso de los cuidados de los adultos mayores».
Un reto fundamental, dijo la investigadora, es la necesidad de buscar vías y formas de acercar esa migración a la sociedad cubana.
Durante la jornada científica por los 45 años del Cedem se dieron a conocer varios resultados y recomendaciones de las investigaciones de esa institución, creada en febrero de 1972 en la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana.
Considerado un centro de referencia en la región en materia de investigación y formación en Demografía, el Cedem promueve los estudios interdisciplinarios, combina las metodologías cualitativas y cuantitativas y profundiza en las dinámicas demográficas en busca de generar nuevos conocimientos y recomendaciones que contribuyan al diseño y adopción de las políticas públicas.
«Actualmente estamos presentes con un programa de investigación que contiene más de 50 proyectos en todo el país, siempre poniendo la población en el centro», destacó su director, Antonio Aja
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