Bajas tasas de fecundidad y un avanzado proceso de envejecimiento de la población podrían resumir los desafíos demográficos más importantes de Cuba, de cara a la revisión del cumplimiento del Plan de Acción de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), celebrada en 1994 en El Cairo, Egipto.
La afirmación emergió como tácito consenso de un panel reunido el pasado 16 de septiembre en La Habana, para presentar los resultados de la isla en el proceso conocido como El Cairo + 20 y que culmina hoy lunes 22 en Nueva York, con la Sesión Especial de la XXIX Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aunque en Cuba no ha existido una política dirigida a disminuir la fecundidad, este indicador se mantiene por debajo del reemplazo; es decir, por cada mujer en edad fértil no queda una hija que la sustituya en el rol reproductivo.
«Este es uno de los retos en el orden demográfico que debe enfrentar en los próximos años el país», aseveró uno de los panelistas, Juan Carlos Alfonso Fraga, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE).
En 2013, las cubanas con edades entre 15 y 49 años tuvieron como promedio 1,71 hijos. Múltiples causas se combinan para explicar esta situación, entre ellas un cambio en la condición de la mujer asociado con su acceso al trabajo, a servicios de educación y salud, y al ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, reconoció la doctora Mayda Álvarez, directora del Centro de Estudios de la Mujer (CEM), otra de las especialistas presentes.
Pero también han influido carencias económicas asociadas, en primer lugar, al déficit de viviendas y de servicios de apoyo al hogar, una tendencia hacia la feminización de las migraciones externas y un ideal de familia pequeña que se ha ido instaurando en el imaginario social.
Para Alfonso, justamente una de las enseñanzas que Cuba tiene para mostrar en cuanto al manejo de las situaciones demográficas es que «a pesar de haber atravesado por un decrecimiento económico sostenido, la población cubana mantuvo y mejoró sus indicadores sociales», sostuvo el director del CEPDE, institución adscrita la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
«Los cubanos en la actualidad tienen una esperanza de vida de 78 años, lo que sitúa al país entre el 10 por ciento de la humanidad que tiene ese indicador; cuenta desde hace muchos años con una política de género muy definida y un programa materno infantil consolidado y con resultados», resumió Alfonso Fraga.
A diferencia de otras naciones envejecidas de América Latina y El Caribe, en Cuba es significativo el monto de la población adulta mayor, pero también la rapidez con que se ha producido el proceso de envejecimiento.
Si en la década del 50 del pasado siglo la población de 60 años y más alcanzaba alrededor de un siete por ciento del total; para 1990 ya sobrepasaba el 12 por ciento; en 2004, el 15 por ciento y al cierre de 2013 ya sumaba 18,7 por ciento.
«La nación cubana se encuentra en ese proceso de irreversibilidad con el tema del envejecimiento, lo cual es un reto desde el punto de vista de las políticas públicas para atender con calidad de vida a esa población que va envejeciendo», explicó el doctor Antonio Aja Díaz, director del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de la Habana, entrevistado para el audiovisual «Cuba y El Cairo, más allá de 2014: Las personas al centro», que abrió los debates del panel en La Habana.
«El envejecimiento poblacional en Cuba va constituyendo un escenario también difícil de abordar a la hora de ver con qué población la sociedad cubana va a funcionar desde el punto de vista económico, digamos en los años treinta, en los años cuarenta del presente siglo», agregó el experto.
Marcela Suazo, directora regional del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), destacó que Cuba adoptó hace más de medio siglo programas sociales avanzados que han logrado una más equitativa redistribución del ingreso e importantes avances en sus indicadores socio demográficos, lo que lo ubica como el país de transición demográfica más avanzada de la región.
El panel también contó con la participación de la doctora Natividad Guerrero, del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), Roberto Álvarez Fumero, director del Programa de Atención Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública, y William Díaz, funcionario del Ministerio de Comercio Exterior y la inversión Extranjera.
En general, el consenso apuntó a que la isla llegó a la CIPD en 1994 con muchas de las metas que allí se acordaron ya cumplidas, y que ha seguido avanzando en el mejoramiento de sus indicadores sociodemográficos y de salud, apuntó Díaz.
Pero tras los debates asomaron contradicciones vinculadas a cómo abordar los retos de la baja fecundidad y el envejecimiento sin renunciar a derechos alcanzados en el plano de la igualdad de género. Por ejemplo, el que tienen hoy las cubanas de decidir libremente cuántos hijos tienen y cuándo.
Las mujeres de la isla se hallan actualmente en medio del fuego cruzado del debate demográfico, pues se les considera, en no pocos sectores del país, responsables de la baja fecundidad.
Según coinciden diversos especialistas, el nudo gordiano está en repensar la infraestructura económica y social para garantizar la calidad de vida de todas las personas y el ejercicio de todos sus derechos, en un país envejecido, con una población que decrece.
De cara a toda la región, Suazo, por su parte, identificó que «el reto más importante es construir ese camino hacia la igualdad. América Latina tiene ese gran pendiente y ese desafío pasa por reafirmar que la inversión social, en las personas y en la juventud, es una prioridad», precisó.
El Cairo y la agenda global en temas de población y desarrolloEn septiembre de 1994, en El Cairo, Egipto, se celebró la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), la cual cerró un ciclo de tres Conferencias Mundiales sobre Población iniciado en Bucarest, en 1974, y continuado en Ciudad de México, en 1984. Veinte años después, la comunidad internacional revisa sus metas y analiza los desafíos en la construcción de una agenda de desarrollo sostenible que trascienda los 20 años de la CIPD y los 15 de la definición de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijados para 2015. Sin dudas, la CIPD aportó un Programa de Acción muy avanzado en cuyos preceptos, metas, bases para la acción, así como en sus principios, se destaca la importancia de definir «que los seres humanos son el elemento central del desarrollo… y que éste, a su vez, es un derecho universal e inalienable, que es parte integrante de los derechos humanos fundamentales». La Conferencia de El Cairo aportó consenso internacional para la aplicación de conceptos y categorías indiscutiblemente novedosas, al tratar los temas de población en su interrelación con el desarrollo económico y social, con una visión amplia e integral, basada en el ejercicio de los derechos de las personas. Aprobado por 179 países, su Programa de Acción precisó objetivos y medidas concretas en temas vinculados a la dinámica demográfica como la fecundidad, la mortalidad, las migraciones y el envejecimiento. Pero también abordó los asuntos de la población en su relación con el desarrollo sostenible, la educación, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, los derechos reproductivos y la salud reproductiva, la familia y las poblaciones adolescentes y jóvenes. |