Aunque las parejas no suelen tomar decisiones relativas al tamaño de sus familias, en función de las coyunturas demográficas, los medios de comunicación pueden contribuir a que estén informadas a la hora de enfrentar cualquier decisión de este tipo.
Sin embargo, cincuenta parejas cubanas entrevistadas por SEMlac acerca de sus ideales reproductivos y la convivencia doméstica reconocieron que no encuentran en periódicos, revistas y otros servicios informativos herramientas suficientes que las ayuden a enfrentar la vida en familia.
Partiendo de las bajas tasas de fecundidad que enfrenta la isla, desde hace más de tres décadas, su reconocido impacto sobre el tamaño de la población y el acelerado proceso de envejecimiento, se entrevistó a cincuenta parejas de Ciudad de La Habana, Villa Clara y Holguín, de entre 20 y 45 años, con más de dos años de vida en común.
El análisis de las respuestas indicó, más que carencia de explicaciones detalladas del fenómeno demográfico y su impacto, una necesidad de información acentuada sobre herramientas concretas para enfrentar la vida cotidiana.
“Nunca se a quién acudir cuando mi hija de 12 años discute con mi mamá y yo, en el medio, reconozco que las dos tienen parte de razón. Me cuesta descalificar a una o a la otra. En esos momentos me alegro de no haber tenido un segundo hijo”, confesó María Raquel Espinera, una ingeniera holguinera de 42 años.
Otras doce parejas, en línea con Espinera, reclamaron de la prensa consejos concretos sobre cómo atender a los adultos mayores de manera que sus familiares puedan seguir enfrentando la vida con normalidad e informes sobre alternativas para paliar el impacto de las canas al interior de los hogares.
De las respuestas de los entrevistados se colige que podría ser desacertado intentar acciones de comunicación explícitas sobre asuntos demográficos.
“Cuando por televisión empiezan a explicar que el envejecimiento está relacionado con el hecho de que las mujeres cubanas tienen pocos hijos, me dan ganas de llamar al periodista y preguntarle si alguna vez ha tenido que cocinar, calmar a un niño y lavar pañales a la vez”, protestó la capitalina Dunia Monteagudo, trabajadora en una tienda de recaudación de divisas y madre de un bebé de tres años.
En otra dirección
Una búsqueda realizada por este colectivo, entre las bases a texto completo de los principales medios de comunicación impresa de la isla, entre 1999 y 2009, ayudó a comprender las quejas de las parejas interrogadas.
Los periódicos Granma, Juventud Rebelde y Trabajadores y la quincenal revista Bohemia publicaron, como promedio anual en esa década, menos de siete trabajos relativos a temas demográficos, contando cualquier información al respecto y no solo artículos o reportajes de análisis.
En el año 2004 las cifras se elevaron a unos ocho trabajos promedio, coincidiendo con las actividades por los diez años de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo, en 1994.
También creció considerablemente la presencia de estos temas -sobre todo el del envejecimiento poblacional-, en el último semestre de 2008, cuando el país discutía una nueva Ley de Seguridad Social, que incluía la extensión de la edad de jubilación en cinco años, debate directamente vinculado con el aumento de la esperanza de vida en la isla.
Efectivamente, como explicaron las parejas entrevistadas, salvo excepciones, fundamentalmente aparecidos en Juventud Rebelde y Bohemia, la mayoría de estos textos analizó los asuntos desde su impacto macrosocial y no tuvo en cuenta sus consecuencias en las dinámicas familiares.
¿Cómo evalúan la situación periodistas, comunicadoras y comunicadores?
Veinte profesionales de medios nacionales de comunicación, la mayoría impresos -doce mujeres y ocho hombres-, con edades comprendidas entre los 26 y los 61 años, respondieron un cuestionario anónimo a SEMlac.
Los criterios de selección partieron de que sus respectivos espacios de cobertura cotidiana estuvieran vinculados con la realidad cubana. No se incluyeron periodistas especializados en temáticas internacionales, deportivas o culturales.
Del total, 13 eran graduados de periodismo y el resto reorientados de otras especialidades.
Una primera brecha saltó a la vista al enfrentar los resultados de las entrevistas a las parejas y las realizadas a periodistas: estos últimos consideran que el punto de partida de cualquier intento por informar acerca de la situación demográfica del país deben ser explicaciones técnicas detalladas.
Tales criterios podrían constituirse, a juzgar por el sondeo entre las parejas, en un elemento de distorsión de la comunicación, en tanto cubanas y cubanos están buscando apoyos concretos para enfrentar sus situaciones cotidianas específicas, y no definiciones del fenómeno a nivel macrosocial.
Algo tienen en común, sin embargo, los dos grupos de entrevistados. El conocimiento acerca de las diversas variables demográficas y su relación con procesos como el envejecimiento de la población que es muy bajo en ambos casos.
De los veinte profesionales de la comunicación, solo siete lograron identificar la relación entre fecundidad y envejecimiento; por solo poner un ejemplo de los temas abordados.
Nueve, en tanto, consideraron la baja fecundidad un fenómeno “aparecido a raíz del período especial”, tres la atribuyeron solamente a un mejor empleo de los métodos de planificación familiar y cuatro articularon análisis relacionados con el cambio en la condición de la mujer en los últimos años.
Apenas seis periodistas hicieron evaluaciones acerca de la multicausalidad de la baja fecundidad, lo que apunta a un débil conocimiento del entorno social.
¿Si los emisores de los mensajes no son capaces de comprender cómo se inserta en su realidad concreta determinado asunto qué queda para las audiencias?
Entre los comunicadores entrevistados también es baja la habilidad para el manejo e interpretación de estadísticas. “En la carrera no recibimos conocimientos de estadísticas y es difícil enfrentarse a la cantidad de números que implica dar cobertura a temas demográficos”, dijo a SEMlac una de las periodistas entrevistadas, de reciente promoción.
Junto a esta joven comunicadora citada, otros once confesaron “no usarlas casi nunca para evitar errores”, “por falta de tiempo” y/o porque “les resultaban muchas veces difíciles de entender”.
Mientras, otros cuatro dijeron empleaban las estadísticas demográficas siempre y cuando “las hubieran obtenido de una fuente de confianza y con la posibilidad de volver a ella para aclarar alguna duda” y cuatro declararon usarlas “siempre que podían”.
Al indagar acerca de si habían recibido preparación específica en ese sentido la amplia mayoría compartió la queja de la colega ya citada.
Excepto en un caso, ninguno de los periodistas entrevistados había recibido, siquiera, nociones básicas de interpretación de estadísticas de ningún tipo, ni en pregrado, ni en posgrado.
La carrera de periodismo no incluye, en su diseño, curricular ninguna asignatura afín y en los casos de quienes provenían de otras carreras, estas eran mayoritariamente pedagógicas o del área de las humanidades, donde tampoco se incluyen estas materias.
Paralelamente, las y los entrevistados evaluaron que las opciones de superación existentes en la actualidad, a partir del esquema diseñado por la Unión de Periodistas de Cuba, estaban más encaminadas hacia el empleo de la computación y los idiomas y menos hacia la investigación en el periodismo y sus herramientas.
No obstante, cuando se les preguntó si estarían interesados en acceder a alguna acción de superación en este sentido, solo seis respondieron afirmativamente.
El resto declaró que no, “por falta de tiempo” (7), “porque tienen que dedicar tiempo a los idiomas, que son más importantes” (4) o porque “para las veces que se obtienen estadísticas, y las veces que pueden publicarse, no vale la pena invertir ese tiempo y esfuerzo” (3).
Dos entrevistados agregaron a esas razones “que ya estaban viejos para ponerse a estudiar”.
Sobre por qué los temas demográficos y otros afines aparecen tan poco y tan superficialmente tratados, la mayoría (14) declaró, de manera diversa, que no estaban en las agendas o entre los objetivos editoriales de sus medios y coincidieron en que eso podía estar causado por la desinformación misma sobre los temas de periodistas y directivos.