De la sospecha a la evidencia en el video-clip musical

Por Sara Más
farias@enet.cu

Rostros dulces y complacientes; brazos, piernas, caderas, bustos y traseros que se mueven provocadoramente; figuras esbeltas, delgadas, hermosas conforman no pocas imágenes femeninas en los cortos de promoción musical en Cuba.

Mientras, hombres fuertes, desafiantes, económicamente muy solventes, con muchas mujeres, buenos autos y prendas de lujo van mostrando a los varones “de moda y valía”, en esas mismas entregas audiovisuales.
Aunque no toda la producción de video-clips cubanos asume estos estilos, buena parte de este género audiovisual, con amplia demanda y consumo por diversos públicos en la isla, sigue reproduciendo, en alguna medida, esos estereotipos sexistas a la hora de representar a hombres y mujeres.
A partir de esa realidad, y con la idea de analizar y proponer alternativas a este tipo de discurso, especialistas de la crítica cultural, los medios de comunicación, la televisión y personas interesadas se dieron cita en la tarde del 10 de marzo, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en el espacio de reflexión “Mirar desde la sospecha”, enfocado en las representaciones de género en el video clip cubano actual.
Inaugurado el pasado 25 de febrero, la cita inició así su frecuencia mensual, para intentar un diálogo de alto nivel sobre los procesos de representación de género en la cultura y el arte cubanos y latinoamericanos contemporáneos.
Para el crítico de cine Gustavo Arcos, hay que partir de que, en la isla, el género del video musical no ha marcado pautas ni puntos de partida particulares en cuanto a conceptos, si bien cuenta con realizadores reconocidos y con una estética propia.  
“Cuando aparece aquí el video clip, en la década de los ochenta, hace muchas apropiaciones importantes y reproduce lo que ya se hacía fuera de Cuba”, precisó el también profesor de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte (ISA).
Partidario de que ese género tiene “sus propias reglas, características y límites”, Arcos sostiene que es “un instrumento de la industria cultural, un producto de la televisión, una fórmula creada para vender y, por tanto, debe funcionar bajo las leyes del mercado”.
Así explica que recurra a una estructura muy ligada a la publicidad, el erotismo, lo onírico, el cuerpo, la belleza, la sugerencia y el mundo de los deseos. “Es un producto híbrido, que bebe de diversas fuentes”, asegura.
El crítico lamentó, sin embargo, lo que reconoció como evidente “banalización” del video clip cubano, apreciable en modos repetitivos, poco creativos, escasa búsqueda y falta de rigor. “De pronto parecen todos cortados por la misma tijera”, comentó.
Otro fenómeno emergente es el de la producción y realización improvisada, por personas no entendidas, que ha tomado auge con la democratización tecnológica, fundamentalmente en los conciertos y centros nocturnos.
“Cualquiera con una cámara o un celular filma y, a partir de ahí, capta al público, que ya está marcando un tipo de disfrute, una manera de comportarse con esos cantantes, y aparece la vulgaridad  no inducida por el video, sino por las conductas sociales que, al margen del video clip, se reproducen en esos espacios nocturnos”, describe.
Con una alta demanda y disfrute por parte de la población, varios espacios televisivos, un concurso de competencia validado por el público y la crítica, el video clip cubano es una industria casi totalmente independiente, que no solo se vale de los medios tradicionales de difusión.
Además de la transmisión televisiva de una considerable cantidad de estos audiovisuales, otros muchos se exhiben en espacios públicos, centros nocturnos y pantallas diversas, incluidas las de restaurantes, autos, taxis, viviendas, mp4, computadoras y otros medios digitales.
En ese circuito alternativo de distribución y consumo circulan los materiales más agresivos, sin la calidad óptima ni los mejores valores artísticos, éticos o humanos, reconocieron varios participantes en el debate.
Ese, sin embargo, no es un escenario despreciable. “La alternatividad  tiene un proceso de legitimación en la sociedad cubana, actualmente. Todo lo que es alternativo está legitimado, lo parezca o no, por un público que lo busca y lo pasa a otros. Que no se exhiba en la televisión es también un elemento que funciona muchas veces a favor de la recepción de los públicos”, alertó Danae Diéguez, profesora del ISA.
Más allá del mercado y sus leyes de producción y consumo, la periodista Isabel Moya, especialista en temas de género y comunicación, se cuestiona la vieja contradicción entre forma y contenido, por la cual ha transitado históricamente la historia del arte y las representaciones artísticas.
“Si nos estamos planteando construir una sociedad con propuestas diferentes en las relaciones entre los seres humanos, ¿por qué no proponemos al mercado otras formas de mirar el video clip?”, pregunta.
La periodista Lirians Gordillo, autora de una investigación sobre las representaciones femenina y masculina en el video clip cubano, apela a la responsabilidad  de realizadores, profesionales de los medios y  la comunicación en debatir y analizar el tipo de ideología que se está transmitiendo. “Detrás de lo lúdico y de las reglas del mercado, todo producto cultural vende una ideología”, alertó.
El poco debate e interés de realizadores y decidores de políticas en participar de este tipo de reflexiones, la escasa crítica artística y de los propios medios, y la legitimación de obras poco consistentes que han sido premiadas fueron reconocidos como factores que inciden negativamente en el análisis serio y la promoción de las mejores propuestas.
La directora de televisión Magda González Grau abogó por promover, desde la propia creación artística y el género del video clip, nuevos discursos creativos que se contrapongan a valores y códigos esencialmente patriarcales, materialistas o que enaltecen la vida fácil cómo fórmula de triunfo. “Desde el pensamiento, tenemos que aprender a lidiar con estas reglas del juego”, señaló.
“No estoy en contra del placer ni el erotismo”, aclaró a SEMlac la periodista Isabel Moya. “Más bien debiera entenderse que lo erótico y la sexualidad es más que una parte del cuerpo, para abrir las mentes a otras maneras de acerarse al deseo, sin reducirse a una mirada tan patriarcal, falocéntrica y estrecha, que no solo es frustrante para las mujeres, sino también para las maneras diversas de las masculinidades e identidades sexuales.
Para la periodista Helen Hernández Hormilla, una de las coordinadoras del espacio, este hizo “convivir diferentes criterios sobre un mismo asunto desde el respeto y la responsabilidad, ante todo, por la dignidad de los seres humanos”, y desde “un enfoque propositivo y no de catarsis”.
No obstante, reconoció que todavía se necesita en estos debates mayor presencia de quienes deciden desde las políticas culturales, se responsabilizan con la producción en la industria del arte, creadores y creadoras que, finalmente, “serán los responsables de un posible cambio en la representación estereotipada de la feminidad y la masculinidad de nuestros productos artísticos y comunicativos”.

 

Marzo de 2011

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