De la niñez a las pandillas

Cada día más niñas y niños son integrados en Guatemala a las pandillas juveniles o maras, cuyos líderes reclutan a jovencitos de entre siete y 15 años de edad para utilizarlos en tareas que ellos no pueden hacer, por mantener conflictos con la ley, entre estas el cobro de dinero por extorsiones y vigilancia de las víctimas. Así se aprovechan de la situación de vulnerabilidad en que se encuentra más de la mitad de los seis millones de niñas, niños y adolescentes que viven en este país centroamericano y los enrolan, bajo el engaño de que allí encontrarán lo que no tienen en su verdadera familia: protección y atención. Las y los niños que provienen de hogares desintegrados, o de familias donde predomina el abuso sexual y la violencia intrafamiliar, empuñan un arma e intentan mostrar que pueden matar para así lograr la aceptación de los líderes mareros. De ahí que el número de integrantes de las pandillas en Guatemala haya crecido considerablemente en 10 años. Se estima que hay unos 70.000 jóvenes agrupados en 236 maras reconocidas y organizadas, según el informe Política de Desarrollo Social y Población 2006 de la gubernamental Secretaría General de Planificación (SEMlac).

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