Cada vez más mujeres proyectan su vida fuera de Cuba por razones económicas, para reunirse con su familia, superarse o conocer nuevas culturas.
Ellas son más de la mitad de la emigración anual desde 1995, en una tendencia que ilustra la autonomía de las cubanas al pasar de acompañantes a protagonistas de la movilidad territorial, pero pone en alerta a una sociedad envejecida y con bajos índices de natalidad.
En los instantes previos al despegue del avión que la llevó por primera vez a Milán, Italia, la arquitecta Lisandra García sintió ansiedad por su futuro inmediato, distante de La Habana natal donde la despidieron su madre, las hermanas y el novio hace ya siete años.
«Buscaba mejores opciones de trabajo y crecer como profesional. Un amigo italiano me ayudó casándose conmigo para obtener residencia en ese país», cuenta a SEMlac la oven de 34 años, una de las más de 263.000 mujeres que salieron de Cuba definitiva o temporalmente entre 2002 y 2012, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
«Mi novio y yo llevábamos siete años viviendo juntos en la casa heredada de mi padre, pero nuestras posibilidades de seguir mejorando para tener familia eran escasas, por eso decidimos buscar camino fuera», relata.
García asegura que no es una decisión fácil dejar atrás a la familia y comenzar de cero en una sociedad diferente, realizando cualquier empleo. Pero con esfuerzo logró llevarse a su pareja pasado un año y hace un tiempo fundaron juntos la pequeña empresa de proyectos constructivos que les brindó estabilidad para tener su primer hijo, hace 11 meses.
Estrategias similares para emigrar son frecuentes entre las cubanas, junto a la solicitud de becas, contratos laborales e invitaciones personales.
La estabilización de las vías legales y la participación social activa de las mujeres en la isla explican en parte el incremento femenino en los procesos de movilidad externa de las últimas dos décadas, indican especialistas.
Durante 2012, ellas fueron el 52 por ciento entre las 46.662 personas que abandonaron el país, la cifra más alta de emigradas desde 1980.
Señales demográficas
Para la socióloga Marta Núñez, la emigración feminizada denota un cambio en los roles de género que ubica a las mujeres también como proveedoras y jefas de sus familias.
En una investigación realizada en 2009, la profesora universitaria advirtió el incremento de jóvenes emigrantes solas que, por lo general, deciden procrear una vez insertadas en las sociedades de destino.
Para un país con una tasa de fecundidad de 1,7 hijos por mujer y 18,7 por ciento de sus casi 11,2 millones de habitantes por encima de 60 años, la emigración femenina en edad fértil supone un reto demográfico que influye en la baja natalidad.
Graduada de estudios socioculturales en 2007, la holguinera Jessica Martínez optó por una beca de maestría en México hace un año y no tiene entre sus planes regresar a la isla, pues ya encontró una propuesta de empleo.
Emigración cubana en cifras– Casi dos millones de personas nacidas en Cuba viven temporal o definitivamente en otros países, refieren estudios del CEDEM.
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«Es la única manera de ayudar a mis padres jubilados porque mi salario como profesional no nos alcanzaba para terminar el mes y mucho menos si hubiera tenido hijos», cuenta a SEMlac por correo electrónico.
«Si no logro una evolución económica aquí, cuando termine mis estudios cruzaré la frontera con Estados Unidos y me acogeré a la Ley de Ajuste Cubano, que garantiza más oportunidades», proyecta la joven de 30 años.
De acuerdo con esa legislación vigente en Estados Unidos desde 1966, las personas cubanas emigrantes que llegan a ese país pueden acogerse automáticamente al asilo político, reciben apoyos financiaros y documentación legal, además de la residencia pasado un año de estar en Norteamérica.
Esta condición, junto a los lazos migratorios históricos, favorecen que sea Estados Unidos el principal país receptor de la emigración isleña, con 1 millón 800.000 personas de origen cubano, de ellas aproximadamente 983.000 nacidas en Cuba y 52 por ciento mujeres, según el Censo de 2010.
Migrantes calificadas
Como en otros países del área, la emigración femenina cubana se caracteriza por ser mayoritariamente joven, en correspondencia con los niveles medios y altos de calificación del país, indica a SEMlac Antonio Aja, director del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana
Los niveles superiores de instrucción, profesionalidad y oficio de las cubanas las diferencian de otras migrantes en el mundo y, en ocasiones, las sitúan en cierta ventaja, considera el experto.
Las mujeres son el 66 por ciento de la fuerza profesional y técnica de Cuba y el 64 por ciento de graduados en la educación superior, de acuerdo con la ONEI.
En Estados Unidos, por ejemplo, 59 por ciento de las mujeres procedentes de la isla tenían nivel medio y 22 por ciento alto, refiere el Informe «Migración internacional en las Américas» de 2012, publicado por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Según Aja, los patrones de asentamiento de las emigrantes cubanas las ubican en zonas urbanas, ciudades desarrolladas y en la esfera de los servicios públicos y privados, siempre a partir de las redes sociales de origen cubano o latino presentes en el lugar.
Por lo general, ellas son más proclives a mantener vínculos con las familias y envían más remesas que los hombres, ilustra a SEMlac el director del CEDEM.
La citada investigación de Núñez entre emigrantes cubanas en distintos países encontró que ellas tienden a convertirse en proveedoras de sus familias en Cuba y envían remesas de manera estable.
Pero estudios citados por la psicóloga Consuelo Martín, en reciente entrevista con la Redacción de IPS en Cuba, advierten sobre cargas subjetivas para ellas, pues se suele enjuiciar más negativamente a la madre que al padre que emigra.
Personas ancianas con hijos emigrados «enfatizan la sensación de abandono y la frustración por no contar con sus hijas, en quienes habían depositado la tranquilidad de sus vidas», refirió la profesora universitaria.
Esos lazos y sentimientos podrían estar motivando, incluso, una mayor reunificación familiar cuando emigran las mujeres, así como las salidas femeninas temporales y el retorno de algunas al país para atender problemas familiares.
Hacia la emigración circular
La tradición de emigrar en Cuba es anterior al triunfo de la Revolución de 1959, pero desde entonces estos procesos se complejizaron con tensiones políticas, sociales e ideológicas.
Con la puesta en vigor del Decreto-Ley 302, que modificó la Ley de Migración de 1976, en enero de 2013 se flexibilizaron y diversificaron las posibilidades para salir y entrar al país, que ya no implican necesariamente el doloroso «hasta siempre».
Antes, las personas que pasaban más de 11 meses fuera de Cuba perdían su condición de residentes, lo que marcó como definitiva a buena parte de la emigración cubana, con muy pocos mecanismos para la repatriación.
La nueva norma eliminó trabas burocráticas, como el permiso de salida y la carta de invitación; extendió a dos años con posibilidad de prórroga el plazo de estancia externa y permitió el regreso de personas cubanas ubicadas en otros países.
Aún sin datos desagregados por género, la ONEI publicó este mes, en su Anuario Estadístico de 2013, un saldo migratorio externo positivo, por primera vez, desde 1964.
Según este documento, la diferencia entre las entradas y las salidas del pasado año arrojó 3.302 personas más, concentradas fundamentalmente en la capital.
No obstante, cifras oficiales de finales de 2013 aseguraban que en los 10 meses posteriores a la reforma migratoria se registraron 257.518 viajes al exterior, realizados por 184.787 personas, algunas con más de una salida.
De ellas, 66. 510 fueron a Estados Unidos y regresó el 40 por ciento, consigna un cable de AFP fechado en enero de 2014.
Los datos pudieran estar indicando mayor cantidad de emigrantes temporales, así como una posible migración de retorno que se venía avistando por expertos desde antes.
El psicólogo Osmany Pérez determinó, en un estudio de 2013, el incremento de repatriaciones de 2008 a 2012, cuando no estaba vigente la reforma migratoria.
En ese intervalo regresaron, para establecerse de manera definitiva en La Habana, 2.127 personas provenientes de 60 países, sobre todo mayores de 40 años, quienes salieron, fundamentalmente, a partir de 2000, recoge el estudioso en su tesis de maestría.
Según Aja, «pareciera que vamos a tener una mayor circularidad de los migrantes, pero ello no significa que no migren sectores clave para la sociedad como mujeres y jóvenes.
«Cuba tendrá que funcionar, económica y socialmente, con una población en términos absolutos menor a la que tiene hoy y mucho más envejecida», destaca el experto.
A su juicio, los impactos de la emigración creciente de jóvenes en edad reproductiva podrían atenuarse con un mayor desarrollo económico y social y hacia ese punto deberían dirigirse las políticas públicas del país.
«Se requiere mejor calidad de vida para toda la población, pero a la vez se necesita que la población protagonice ese proceso de desarrollo», sostiene el especialista.
Buen trabajo. Profundiza en una problemática cotidiana que vive Cuba como otras naciones latinoamericanas desde una perspectiva muchas veces no tenida en cuenta.