Mucho antes de llegar a tener un nombre dentro de la escena electrónica, cuando ser DJ (disk jockey) mujer, especialmente en Cuba, no existía o era algo que no se veía, DJ Leydis creyó en su sueño y con dos disckman y una mezcladora comenzó a “pinchar”.
Así se conoce el arte de seleccionar y mezclar música grabada propia o de otros compositores. Una técnica que exige destreza para ajustar la velocidad de dos pistas, alinear sus ritmos y evitar los choques de tempo al pasar de una pista a otra.
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Al inicio, DJ Leydis no tenía equipos profesionales, pero nada impidió que se convirtiera en una de las pioneras en el movimiento del hip hop cubano y llamara la atención con su particular modo de sentir y crear música, el mismo que hoy le abre escenarios en otras partes del mundo.
Visibilizar el rol de las mujeres como protagonistas en la música electrónica es reclamo de cada vez más cubanas que, como ella, sueñan con ser reconocidas en el mundo del rap, el hip hop y otros géneros afines.
“Cuando comencé, en los años noventa, no había mujeres DJ; y cuando hubo, no siempre había espacio en el género. Yo empecé en el hip hop cubano, que era muy masculino; sigue siendo muy masculino. Quizás no me veía bien detrás del grupo de raperos, no tenía el perfil que ellos estaban buscando”, cuenta sobre esos años iniciales.
Gracias a la Agencia Cubana de Rap y al proyecto Almendares Vivo, esta mujer que actualmente reside fuera de la isla, descubrió la vocación que le permite llevar la cultura cubana a distintas ciudades de Estados Unidos y mezclarla con ritmos como el electrónico o el afrohouse, pero enfatizando en la música cubana.
“Lo que más quiero ahora es representar a mi Cuba, a mis raíces”, afirma DJ Leydis.
Otra artista, Éclipsse, transitó por caminos igualmente complejos, aunque mucho después y con algunas diferencias. Graduada de licenciatura en Cultura Física, ella decidió abrirse paso en la capital y así dejó su ciudad natal Santiago de Cuba, a unos 860 kilómetros de distancia.
Así quedaba atrás un panorama mucho más difícil, más machista, señala. A veces pedía ayuda para insertarse en los espacios y aprender, pero al ser mujer, a cambio del favor, hubo incluso quien intentó sobrepasarse. “Solo que yo soy muy fuerte y no me di por vencida”.Desde niña escuchaba mucha música “de los años 50, todos los géneros de esas épocas son impresionantes”, comenta a SEMlac. Para Éclipsse, la música afro, su ritmo, es la base de todo: afrobeat, afrolatino, afrocubano; por eso las prefiere en sus mezclas, así como la música árabe.
Es de las que piensa que, además del machismo, otros factores cierran el paso a las mujeres en la música electrónica, como el desempeño de algunas instituciones, que facilitan los espacios para determinadas personas y no democráticamente.
“Hay muchos hombres que reconocen mi trabajo. Un hombre me enseñó, entonces, es mucho más que el machismo. Todo pasa por las relaciones, a veces no llegas a tocar en determinados espacios por motivos como el salario. El machismo está presente aún, pero en mi caso lo siento muy poco porque demuestro lo que sé hacer”, afirma.
Sin embargo, tal pareciera que a las Djs se les demanda con mayor fuerza esa “demostración”. “Si lo sabes hacer bien, si dominas la técnica, te ganas el respeto. Todos se conocen y saben quién es bueno y quién no. Pero de algún modo se les exige a las mujeres ser mejores para ganarse ese respeto”, añade Éclipsse.
Con ella coincide Ana Giz. “En mi experiencia, cuando empecé como DJ fue difícil. A nosotras nos exigen ser perfectas y no podemos cometer errores. Siempre nos ponen a prueba para ver si sabemos y estamos aptas para grandes escenarios”, refiere a SEMlac.
La artista apunta como un problema que en Cuba no haya una escuela para la formación de Djs. “Tiene que ser que algún DJ quiera enseñarte”.
En su criterio, las cubanas han ido conquistando el espacio de la música electrónica, pero desea que sean muchas más las que cultiven el género.
Con ella coincide DJ Leydis: “Necesitamos más mujeres, que no solamente haya una DJ, sino que haya tres…”.
Una puerta abierta
El festival dedicado a la música electrónica en Cuba, Eyeife, les abrió a ellas en marzo de 2023, por primera vez, un espacio bajo los reflectores, al organizar el evento Eyeife Women con el acompañamiento del British Council en Cuba. El festival reunió en escena a varias DJs cubanas y reflexionó, además, sobre temas como los diferentes rostros del machismo.
Esa puerta generó otras iniciativas, explica Ana Giz, quien reclamaba más eventos de mujeres. “Después de Eyeife, las DJs nos reunimos y estuvimos de acuerdo en hacer un proyecto de mujeres, para dar a conocer más el trabajo que estamos realizando. Ya hay varios proyectos de acuerdo en hacer colaboración y apoyar este movimiento, para que más mujeres se sumen”, precisa.
Siempre que se habla de música electrónica se ponen ejemplos de Europa o Estados Unidos, dijo Eva Fernández, máster en género y políticas públicas de igualdad, al intervenir en uno de los paneles organizados durante el evento. La experta, que ha sido coordinadora de varios festivales como “Mujeres en Movimiento”, llamó la atención sobre otras discriminaciones y estereotipos a los que se enfrentan quienes asumen este modo de expresión artística.
Para estar entre las mejores DJs del mundo, hay que ser modelo, acotó. “Las DJs tienen una imagen heteronormativa, no vemos mujeres negras y hay otras discriminaciones que se nos cruzan y están presentes en el escenario de la música electrónica. En Eyeife Women, en Cuba, estamos visibilizando el papel de la mujer, pero no podemos olvidarnos de los estereotipos”, subrayó.
Recordó ejemplos notables de la historia, como el de la estadounidense Pauline Oliveros, compositora y acordeonista que trabajó la experimentación de la música electrónica de posguerra. Fue una de las primeras compositoras del género; sin embargo, a la hora de hacer la historia de las mujeres en el género, es una de las menos visibilizadas.
Igualmente, está el caso de la también estadounidense Wendy Carlos, física y música que, entre otros resultados relevantes, obtuvo tres premios Grammy y es recordada por bandas sonoras de películas como La naranja mecánica y El resplandor. “Parte de lo que conocemos hoy dentro de la música electrónica se lo debemos a ellas, aunque en nuestro imaginario creemos que fue hecho por hombres”, recalcó.
Fernández enfatizó en el valor de hacer ese festival de mujeres pues, aunque se fomenta la igualdad en la sociedad, hay espacios como la música electrónica, considerada vanguardista, donde esta brecha y esos estereotipos no deberían existir.
“Los roles de género continúan teniendo un peso muy importante en la música: instrumentos como el bajo o la batería se consideran como masculinos; mientras el piano se estimaba un instrumento de mujeres”, ejemplificó y agregó que es normal que veamos grupos formados por hombres donde hay una mujer vocalista y, de alguna manera, se disminuye su papel.
La especialista refirió que ellas ven limitadas sus aspiraciones por un techo de cristal, que no las deja acceder a puestos de dirección.
“La música electrónica no solo es lo que vemos, no son solo las Djs, es todo lo que mueve la industria musical electrónica. En España mueve más de 500 millones de euros al año y en esa empresa la representación de mujeres es solo de 25 por ciento, es decir, que todo lo que pasa en la música electrónica está bajo el control de los hombres”, abundó Fernández.
También hay un techo de hormigón, dijo, determinado por las autolimitaciones. “Sentimos que hay una losa que nos lo impide, que no nos deja sentirnos con las mismas oportunidades que los hombres, las mismas capacidades”. Así, expuso como ejemplo el tratamiento que dan los festivales a la presencia de mujeres y hombres, donde muchas veces en los carteles de los programas se contrapone el elevado número de ellos con la poca presencia de ellas, haciendo más evidente su invisibilidad.
Abrir caminos todas juntas
No solo en la música electrónica persisten historias de discriminación o, cuando menos, de estereotipos sobre las mujeres. Lo demuestran las vivencias de M Alfonso, cantante, compositora, productora y directora artística del festival internacional Habana World Music.
“Cuando tenía 21 años empecé mi carrera como solista. Entonces la promoción de la música dependía de la programación de la radio y la televisión cubana, no había tantas redes sociales como ahora y chocaba constantemente con el estereotipo de lo que debería ser una cantante joven, negra, en ese momento: se esperaba que hiciera más música cubana, que me valiera más de mi aspecto físico que de mi talento”, relató la artista al participar en el panel “Mujeres en el mundo de la música, retos y desafíos desde distintas disciplinas y experiencias”.
Algo similar rememoró la tresera Yarima Blanco, quien se atrevió con un instrumento dominado por los hombres. “Tuve muchas historias tristes, lugares adonde llegaba como tresera y, simplemente, me decían: ‘no queremos una mujer, queremos un hombre’”.
Su perseverancia le fue abriendo paso y, si bien fue la primera graduada del Instituto Superior de Arte (ISA) en ese instrumento, ya hoy son varias las mujeres estudiándolo o con sus propios grupos.
Hay mucho trabajo por hacer todavía y toca a quienes hacemos promoción cultural facilitar este proceso, afirmó Sandra López, cofundadora y directora de relaciones internacionales, comunicación y proyectos comunitarios en Fábrica de Arte Cubano, uno de los escenarios de Eyeife Women.
“Cuando hagamos una programación cultural o un festival, debemos hacer hincapié por la presencia de mujeres y que sea un número visible, no que haya una sola”, valoró.
Las dinámicas cambian de generación en generación y, en el aspecto de género, creo que hemos ganado una batalla, consideró M Alfonso, quien aludió al concurso para jóvenes Primera Base y su interés en apoyar a los nuevos que surgen, aunque entre ellos, indicó, hay muy pocos proyectos de mujeres. “Creo que somos conscientes de que hay un problema y estamos poniendo nuestro granito de arena para solucionarlo”, dijo.
Destacó, además, el aporte que pueden generar las alianzas. Debemos dejar de actuar como competencia y comenzar a hacerlo como comunidad, opinó. “Si nos unimos todas, es más bonito. Podemos colaborar y si cantamos una canción juntas, ganamos público, presencia, promociones; se van abriendo puertas, no cerrando. Eso es muy beneficioso”.
La unión es muy importante, añadió DJ Leydis. “Yo, DJ negra, que he tenido que abrirme camino sola en un país donde no hablo la lengua ni tenía promoción, tuve que organizarme y hacerlo para poder llegar hasta donde estoy ahora, cuando siento que estoy logrando mis sueños. De algún modo he sido referencia para otras mujeres, especialmente las afroamericanas, que no tienen mucho sentido de cómo salir adelante en música por el racismo”.
Alfonso también aludió a la importancia de que ellas no solo ganen un espacio, sino que conquisten los cargos principales. “Hay una brecha grande en las tareas de gran responsabilidad. Muchas veces son equipos de mujeres con una cabeza masculina. Sobre eso hay que investigar y trabajar”.
Al tener un micrófono en la mano, las y los artistas nos convertimos en líderes de opinión y podemos hacer mucho para cambiar la sociedad, remarcó por su parte la cantante Rochy Ameneiro. “El machismo es aprendido y podemos desaprenderlo”, sentenció.