Aún en medio de prejuicios, incomprensiones y discriminación, voces y movimientos procuran una mirada distinta al fenómeno de la prostitución y la denuncia a quien lo sostiene y no siempre se sanciona: el que paga por los servicios sexuales. «Lo peor es el proxeneta y el cliente. La demanda genera la oferta. Basta de abusar y explotar a mujeres, niñas y niños. El tercer lugar de los ingresos mundiales lo ocupa la explotación sexual. No a la trata», fueron algunas de las frases con las que Mujeres Libres, una asociación creada en 1993, salió a las calles el 21 de enero. Raquel Disenfeld es una de las representantes de esta asociación y, para ella, «existe una relación entre el abuso de poder y la opresión sexual». «Desde Mujeres Libres trabajamos por una sociedad sin jerarquías, regida por el cuidado y por el respeto a la vida; y no en las leyes del mercado o en la cultura patriarcal en que alguien necesita someter y poseer para ser», dijo a SEMlac. En relación con la prostitución, hay que señalar que muchas veces las mujeres que se encuentran en esta situación son víctimas de mafias de tratantes, que las someten a engaños, torturas psico-físicas y violencia sexual. Sin embargo, lejos de comprender el drama del sometimiento que ellas viven, la sociedad, presa de la ignorancia, opta por juzgarlas (SEMlac).
2007-02-09