Coloquio reivindica a grandes pedagogas cubanas

La historia de la enseñanza en Cuba debe mucho a las mujeres, aunque no siempre se les reconozca el mérito. Así lo evidenciaron varias ponencias del Coloquio Internacional «La educación de las mujeres en la historia y la cultura de América Latina y el Caribe», celebrado en La Habana del 23 al 27 de febrero de 2014.

El panel inaugural del evento, organizado por el Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, recordó a grandes maestras de Escuela de Letras de la Universidad de La Habana, imprescindibles en la formación de la intelectualidad contemporánea en Cuba.

Profesoras que ejercieron fundamentalmente entre las pasadas décadas de los sesenta y los ochenta en esa facultad fueron homenajeadas por antiguas alumnas, quienes destacaron sus pautas en la conformación de los actuales estudios sobre artes y literatura en el país.

Camila Henríquez Ureña (1894-1973), Rosario Novoa (1905-2002), Mirta Aguirre (1912-1980) y Vicentina Antuña (1909-1993) son excepcionales representantes del pensamiento femenino en la isla caribeña, así como precursoras de la investigación y la praxis feminista.

La escritora Mirta Yáñez, discípula de Camila Henríquez Ureña en la década de los sesenta, evocó la impronta de la dominicana-cubana en la formación filológica, así como sus aportes tempranos al feminismo latinoamericano de la primera mitad del siglo XX.

Además de sus roles como investigadora literaria y ensayista, Henríquez Ureña dedicó sus mayores esfuerzos intelectuales a la enseñanza de la literatura universal. Logró convertirse así en «maestra de dignidad y probidad intelectual» y «mantenerse en la memoria con el respeto y el cariño de todos», consideró Yáñez.

A juicio de la autora del testimonio «Camila y Camila» (Premio Memoria, 1999), la trascendencia ética de su pensamiento convirtió a Henríquez Ureña en una humanista con moral activa, que tanto desde la cátedra como en sus estudios ensayísticos defendió las virtudes estoicas y el valor de lo ético sobre lo estético.

Sobre Rosario Novoa, creadora del primer plan de estudios de historia del arte en Cuba a inicios de la pasada década los sesenta, conversó Anisley Torres Betancourt, integrante del último grupo de estudiantes que recibió clases de la pedagoga a inicios de los noventa.

La crítica de arte resaltó los aportes de Novoa a esta materia durante sus más de 60 años como profesora, desde que se graduara con honores en 1928 de las carreras Pedagogía y Filosofía y Letras.

A ella se debe en parte la creación de la cátedra de historia del arte de la Universidad de la Habana en 1934, segunda de su tipo en América Latina, y la colaboración en el primer manual sobre el tema publicado por entonces en Cuba.

Novoa incorporó cursos de arte latinoamericano y precolombino a la enseñanza superior cubana, conformó programas de apreciación artística e historia del arte en institutos preuniversitarios de la capital y formó a las primeras generaciones de instructoras de arte después del triunfo revolucionario en 1959, resaltó Torres Betancourt.

La ensayista Luisa Campuzano realizó una semblanza de la ilustre Vicentina Antuña, de quien recibiera la primera formación como literata y feminista.

Desde la década del treinta del siglo XX, Antuña «se mantuvo siempre en el centro de la vida nacional» y con su vocación didáctica acumuló «alto prestigio académico y social», aseguró su discípula.

El Emsemble Vocal Luna actuó en la inauguración del eventoPara la coordinadora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, se trata de una intelectual ajena a sectarismos y con profunda vocación de servicio público.

«Si su obra publicada es relativamente escasa, esto se debe a la gran dimensión de su obra social, como profesora, feminista y organizadora de la cultura», sentenció Campuzano.

Vicentina Antuña colaboró, entre otros proyectos, con la Universidad Popular José Martí fundada por Julio Antonio Mella en la década del treinta del pasado siglo y la Asociación Femenina Lyceum, donde dictó conferencias y cursos formativos.

Fue también directora de la Escuela de Letras desde 1962 hasta inicios de los setenta y estuvo al frente de la dirección de cultura del Ministerio de Educación en los primeros años de la Revolución cubana.

Como educadora del pensamiento literario y el marxismo en la isla reconoció la crítica literaria Mayerín Bello a la escritora Mirta Aguirre, quien impartió varias materias en la Escuela de Letras desde 1962 y fue directora del Instituto de Literatura y Lingüística desde 1976 hasta su fallecimiento en 1980, cuando también lideraba la Academia de Ciencias de Cuba.

A su juicio, se trata de una ensayista dueña de una de esas «personalidades recias, vitales y polémicas» que volcó en su obra reflexiva buena parte de su labor pedagógica.

En el evento también se recordó el aporte transgresor de María Luisa Dolz (1854-1928), impulsora de la educación femenina no sexista desde finales del siglo XIX e inicios del XX en Cuba, así como otras pedagogas trascendentes de Latinoamérica, entre ellas las dominicanas Eugenia María de Hostos y Salomé Ureña.

Otros temas a debate fueron la educación en los conventos, la participación universitaria en Cuba desde una perspectiva histórica, las experiencias para introducir una educación sin sexismos en la enseñanza de algunos países latinoamericanos, las características de la educación femenina en distintas épocas, la enseñanza femenina en las asociaciones de personas negras en la Cuba decimonónica y las concepciones sobre la educación en obras de autoras latinoamericanas y caribeñas.

Desde 1994, el Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas organiza anualmente encuentros que reúnen a importantes profesionales de los estudios de género desde perspectivas transdisciplinares.

En esta ocasión, se recibió la mayor participación desde la fundación del coloquio, con casi 70 participantes de Canadá, Italia, México, Estados Unidos, Chile, Colombia, Puerto Rico y Cuba.

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