Por Dixie Edith
Una mirada diversa y provocadora sobre la realidad cubana trajo la recién concluida Novena Muestra de Jóvenes Realizadores, que anima los espacios cinematográficos de la isla cada febrero, desde el año 2000.
Con la proyección de la cinta Chamaco, de Juan Carlos Cremata Malberti, la muestra, dedicada esta vez al realizador Humberto Solás, se diseminó por diversos espacios de la capital la última semana de febrero, bajo el precepto “un cine para ver mejor”.
Fue bien escogida la cinta para la jornada inaugural. En línea con producciones cubanas como Barrio Cuba, de Humberto Solás, y Los dioses rotos, de Ernesto Daranas, la película de Cremata develó con agudeza las intimidades de la Habana profunda y fue preámbulo oportuno para el resto de las proyecciones, calificadas de “provocadoras” por el cineasta Fernando Pérez, presidente de la Muestra. “En estos tiempos, la posibilidad de filmar es indetenible. Los jóvenes la asumen con una mirada más provocadora, con temas más comprometidos. Es increíblemente positivo: dinamiza, mueve, no retrasa, no inhibe…”, dijo a SEMlac el experto realizador, autor de cintas como Madagascar y Suite Habana.
Para Fernando Pérez ha sido muy importante hacer cine rodeado de jóvenes: “Me atrae tremendamente trabajar con muchachos que empiezan o que no tienen una larga experiencia como cineastas. Muchas veces trabajo con ellos en mis películas y sus puntos de vista suelen sorprenderme”, aseveró.
Casi una década atrás
La primera Muestra de Cine Joven en Cuba se remonta a los inicios de este siglo. En el año 2000, y dentro de las paredes del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas (ICAIC), creció la idea de abrir un espacio que propiciara el conocimiento y la reflexión alrededor de una producción joven independiente que estaba naciendo en Cuba.
Llegó así la primera experiencia, que enseñó la obra de directores como Pavel Giroud, Léster Hamlet, Humberto Padrón, Miguel Coyula, Aaron Vega, Waldo Ramírez, entre otros.
“Casi todos hacían anuncios, videoclips, documentales y ficciones producidos con tecnología propia: cámaras, avids”, cuenta una retrospectiva de la Muestra publicada por Casa de las Américas.
Una década después, muchos de esos realizadores han demostrado ser capaces de empeños mayores y el propio ICAIC confirmó la necesidad de abrir espacios a una obra con toda la riqueza y las complejidades de estos tiempos, desde el punto de vista temático, estético, conceptual.
En aquella primera muestra, su presidente, Juan Antonio García Borrero, convocaba a borrar falsas fronteras y superar feudos estrechos.
Desde entonces, muchas personas esperan la exhibición fílmica de cada febrero, en al capital cubana. Se ha convertido también en un evento de debates, que permite el encuentro, durante una semana, con documentales realizados con cámaras fotográficas, largometrajes producidos íntegramente con el presupuesto de un día de rodaje en la industria, tratamientos temáticos desatendidos por nuestros medios y despliegues visuales inéditos
“Es un cine mayoritariamente joven e independiente… siempre, inacabado e ingenuo, fresco e inexperto, a tientas y visionario, esperanzado y esperanzador, impetuoso y desafiante”, según la definición de Gabriel Caparó, crítico y periodista de La Ventana, publicación digital de Casa de las Américas.
A juicio del director Arturo Infante, “la Muestra es donde mejor se define la labor y el interés del ICAIC hacia los jóvenes”, declaró a la prensa local durante la octava edición del certamen.
“Es un espacio al que le debo bastante, pues me ha servido para mostrar y confrontar mis trabajos independientes. Es que la muestra no solo nos exhibe ante el público que asiste allí, o ante los otros realizadores jóvenes, sino también hacia el interior de la industria”, precisó Infante.
Marzo de 2010
(Solicite el trabajo completo a semcuba@ceniai.inf.cu)