La Habana, diciembre, (SEMlac). – Cambiar la percepción de la sociedad hacia la discapacidad es uno de los propósitos de la exposición fotográfica Azul, un mensaje en forma de fotografías que viajará por diferentes espacios de La Habana y del país, para hablar sobre la inclusión de niños y niñas con autismo.
La muestra llegó el lunes 11 de diciembre hasta la sede nacional de la Asociación Cubana de Personas en situación de Discapacidad Intelectual (ACPDI), con una presentación que, podría decirse, aconteció en su sede natural, donde estará hasta los primeros días de enero.
La treintena de imágenes que componen la exposición surgió del proyecto “Inclusión social de niños, niñas, adolescentes y jóvenes con autismo a través del deporte” y la ACPDI, creada en junio de este año.
“Fue un mega proyecto”, comentó a SEMlac la autora de las imágenes, Yailén Ruz, quien mencionó a Unicef Cuba, el Departamento de Asuntos Sociales y Económicos de las Naciones Unidas (Undesa), la Universidad del Deporte y de la Cultura Física, el Ministerio de Educación, el Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación, y las escuelas de autismo de La Habana, entre las instituciones involucradas en el proyecto.
Ella acompañó a niñas y niños con autismo, a sus familias y profesores, durante el desarrollo de la iniciativa entre septiembre y diciembre de 2023. Aunque el propósito inicial era fortalecer las capacidades del personal docente vinculado a la educación física y la recreación en su relación con personas con autismo, las prácticas deportivas se convirtieron en un espacio de inclusión que promovió la transformación social.
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición de origen neurobiológico que afecta la configuración del sistema nervioso y el funcionamiento cerebral. Acompaña a la persona a lo largo de su vida y tiene un impacto negativo, fundamentalmente, en la comunicación e interacción social y en la flexibilidad del comportamiento y del pensamiento.
Durante los encuentros, unos 50 estudiantes lograron integrarse a prácticas deportivas como la gimnasia, la natación y el atletismo, lo que les permitió desarrollar espacios de socialización y comunicación, así como otras habilidades, además de estrechar las relaciones entre ellos y con niñas y niños sin este trastorno.
“Les acompañé en toda esta travesía documentando las reacciones de los niños, de las familias; los momentos duros y los de alegría, porque en el autismo se tiene mucho miedo a lo improvisado, a los cambios. Entonces estos niños tuvieron que abrirse a nuevas relaciones, ambientes nuevos: el agua, los aros en el gimnasio, los espacios abiertos en el atletismo”, refirió Ruz.
Las imágenes, que la autora considera un ensayo fotográfico, revelan el florecimiento de esas capacidades o, al menos, su visión sobre ese proceso.
“No son fielmente fotos documentales. No es tal cual ocurre la realidad; sino como yo la veo. Utilizo símbolos, objetos, lugares para significar en una serie de mensajes y retos lo que significó para niños y niñas vivir esa experiencia”, acotó.
Azul es el color del autismo. Por eso, y porque la mayoría de las fotografías surgieron en el escenario de la piscina, la fotógrafa consideró que era el mejor de los títulos para la exposición, vinculada también a la campaña “Pensar en colores”, de Unicef, que se enfoca en el desmontaje de mitos alrededor de las personas en situación de discapacidad intelectual.
Una pequeña selección de la muestra formó parte también, el sábado 9 de diciembre, de la presentación de la película española Campeonex, como parte del 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Expuestas en el lobby del cine Yara, las imágenes se convirtieron en una forma más de educar en la inclusión y preámbulo de un filme que apuesta por cambiar la percepción de la discapacidad en la sociedad, por hacernos ver que las verdaderas limitaciones están en los prejuicios y estereotipos que persisten en la sociedad y no aceptan lo diferente.
Para Idalmis Jiménez, la clave para transformar está en dar visibilidad a personas como su hijo Marcos Rodríguez, de 36 años, quien vive en situación de discapacidad intelectual y, al igual que otros como él, tiene muchas potencialidades.
“Las personas no los conocen, los subestiman. Ellos tienen iguales derechos y son capaces de lograr disímiles metas; quizás aprendan un poco más despacio, pero pueden trabajar, pueden hacer muchas cosas”, afirmó.
En su opinión, cuestiones como la proyección de una película, reflejar el mundo de estas personas en una exposición o dar un rol protagónico a las personas con capacidades diferentes a través de personajes como los de la recién concluida telenovela cubana “El derecho de soñar” son muy necesarias para que la sociedad visibilice a las personas en situación de discapacidad intelectual y aprenda a incluirlas.
En el intercambio promovido durante la presentación de la exposición participó la española Gloria Ramos, la primera actriz con discapacidad intelectual en optar por un Goya, gracias a su interpretación como Collantes en la película Campeones (2018). Ramos es una de las protagonistas de Campeonex (2023), secuela del filme anterior, ambos dirigidos por Javier Fesser.
También estuvieron los directores cubanos de televisión Magda González Grau y Alberto Luberta, quienes han abordado el tema en sus obras desde el convencimiento de que es posible la representación de personas con discapacidad en el cine y la televisión, y que las historias que proyectan la diversidad y no los estándares acostumbrados no solo son reconocidas, sino también muy necesarias.