Articular mejor la lucha contra el racismo

Para lograr colocar el tema de la lucha contra el racismo en las mesas de diálogo y agendas nacionales en la región, el primer paso es comprender que combatir la discriminación racial es una responsabilidad de todos: individuos, instituciones y gobiernos, coincidieron en La Habana activistas de la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora (ARA), el pasado 10 de mayo.

«Tenemos que abandonar el discurso de la víctima, que hace responsables solo a los otros. No significa que no lo sean, pero como seres humanos tenemos que hacer más que sentarnos a esperar, tener la capacidad de insertarnos y organizar una agenda, centrada en las oportunidades», sostuvo Gisela Arandia, periodista, investigadora y coordinadora del capítulo cubano de ARA.
El racismo está presente hacia las mujeres negras, hacia las no negras, hacia las jóvenes…, aunque históricamente ha sido invisibilizado. Ello ha entorpecido el diseño e impulso de políticas públicas que favorezcan las necesidades de la población negra», expresó la activista nicaragüense Dorotea Wilson Thatum, para quien las acciones deben ir de la mano del lema que propuso el Decenio Internacional de los Afrodescendiente: Reconocimiento, Justicia y Desarrollo.
Justamente, es en el reconocimiento donde la dominicana Altagracia Balcácer coloca uno de los principales desafíos de las mujeres negras, y de esta población en general.
«En mi país, a pesar de los datos estadísticos que tenemos, que evidencian que 90 por ciento de la población está mezclada, es menor el porcentaje de personas que se denominan y autodefinen como negras. Siendo nosotros un pueblo esencialmente afrodescendiente, no nos reconocemos como tal», dijo.
«Apelamos al reconocimiento de los Estados, de la resistencia, de los derechos, pero también al autorreconocimiento. ¿Me reconozco yo como afrodescendiente? Es ahí donde día a día hemos encontrado trabas, lo cual tiene que ver con que, en la escuela, no nos enseñan nuestras raíces afrodescendientes. Cuando se habla de España la referencia es a la madre Patria, y en cambio cuando se menciona la presencia africana, se habla de esclavos y esclavas que fueron traídos. Mi abuela no era esclava, fue esclavizada, y eso es diferente», expuso la activista.
La puertorriqueña Doris Quiñones Hernández colocó como ejemplo el caso de Puerto Rico, donde, a su juicio, desde la abolición de la esclavitud hasta hoy día, la eliminación de la imagen de la persona negra ha sido un proceso activo, tanto desde los medios, como desde el resto de las estructuras institucionales.
«Se ha tratado de desaparecer cualquier característica fenotípica, de conciencia o de valor histórico de lo que es una persona negra. Y aunque somos muchos, se le ha enseñado a la gente a no autorreconocerse», comentó la activista.
Citó Quiñones Hernández, para el año 2000, las estadísticas dijeron que en Puerto Rico 84,7 por ciento de la gente se definió como blanca y 7,2 por ciento como población negra. En el censo de 2010 surge algo muy interesante: el porcentaje que se definió como blanco bajó a 75 por ciento y la población que se definió como negra aumentó a 12 por ciento.
«Esto indica que todavía nos falta mucho trabajo, pero significa que la gente está repensándose. Cuando acogimos la idea de usar la palabra negra y hablar de negritud, lo hicimos con toda la intención política y económica de que se reconozca, de irnos reconstruyendo, de reconocer a mujeres, figuras históricas, negras, que nos las han desdibujado, blanqueado, a través de la historia», precisó.
A juicio de la también profesora, «este reconocimiento debe ir de la mano de luchar por la justicia y lograr que estén dados los medios y las condiciones que nos permitan realmente tener la oportunidad; no solo de lograr avances, sino de poder aprovechar esa oportunidad».
La activista cubana Silvia Isabel Martínez aguzó la mirada sobre cómo articular una agenda que vaya más allá. «Reconocimiento, no solo en el decenio», dijo la profesora de la Escuela Nacional de Salud Pública. «Debemos ser más ágiles. Diez años contra siglos de racismo son solo el comienzo de una lucha donde las desigualdades están sentadas en el tema racial. El problema es conocido, pero en muchos ámbitos sigue ensordecido», opinó la médico epidemióloga.
«Hoy en Cuba mueren más las mujeres negras por enfermedades cardiovasculares, que las mujeres blancas», ejemplificó la investigadora, para quien el reconocimiento se trata también de movilizar el recurso social y de voluntad política.
Para Elvira Eduards, en esa esa lucha y en la construcción de la unidad desde lo diverso, tiene igual importancia el reconocimiento del negro, de su responsabilidad como ciudadano, de su cultura, valores, lo que debe aportar socialmente y su papel cívico. De igual modo, dijo, el cómo queremos ser representados. «Ello es más que la presencia de un negro en un espacio de poder, sino cómo representa a los sectores más vulnerables desde su condición de negro».
La profesora e investigadora cubana Rosa Campoalegre dijo que la agenda de las mujeres afrodescendientes tiene que, necesariamente, tender puentes hacia el futuro y establecer vínculos con la academia.
Significó la importancia de que se haya logrado articular la primera escuela internacional desde el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) sobre el tema, en conjunto con la Red Barrial Afrodescendiente, que en el próximo mes de julio contará con su segunda edición. La misma acogerá el primer seminario de feminismo negro desde Clacso «Marielle Franco, in memoriam», y constituye una propuesta contrahegemónica.
«Conocernos entre nosotras mismas, comunicarnos, es imprescindible», concluyó por su parte Maritza López, de la cubana Red Barrial Afrodescendiente.

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