Alertas múltiples para jóvenes y adolescentes

El embarazo temprano, la gestación indeseada y frágiles proyectos de vida se incluyen entre las desventajas que conspiran contra la realización personal de jóvenes y adolescentes, alertaron especialistas en la capital cubana. Para Matilde Molina, investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, son diversas las vulnerabilidades asociadas al embarazo adolescente.

Una de ellas se asocia a las edades más bajas en que se están dando estos embarazos, advirtió la experta durante el coloquio de cierre de la XI Jornada por la No Violencia a las mujeres y las niñas organizado por el Centro Oscar Arnulfo Romero (CEOAR) y la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), el 15 de diciembre.
Si bien Cuba exhibe una baja tasa de fecundidad, muy cercana a la de Europa, muestra también una desarticulación respecto a la tasa de fecundidad adolescente, que es de 50 nacimientos por cada mil muchachas menores de 19 años, citó la experta.
Agregó que, de acuerdo con estudios realizados, 82 por ciento de la fecundidad adolescente es de 15 a 19 años, pero 18 por ciento corresponde a niñas menores de 15 años.
«En este último grupo de edades hay, además, mucho más resistencia al descenso de la fecundidad», comentó.
En un lapso de 25 años, desde inicios de los noventa hasta 2016, descendió la tasa global de fecundidad, con algún ascenso después de 2007, ilustró. Para 2016, el resultado era que 15,38 por ciento de la fecundidad correspondía a menores de 15 años.
«La mayor tasa de fecundidad adolescente prevalece en zonas rurales; sin embargo, la distancia entre zonas urbanas y rurales se acorta, al punto que en algunas provincias llega a ser mayor en espacios urbanos», precisó Molina.
Como otras desventajas destaca que los niveles más altos de fecundidad se ubican en muchachas entre 0 y sexto grados de enseñanza. «Es algo realmente para pensar, teniendo en cuenta las oportunidades que brinda el sistema educativo cubano y ellas dejan de aprovechar por cuenta del embarazo», subrayó.
Como determinantes próximos de la fecundidad, mencionó el inicio temprano de las relaciones sexuales a una edad mediana de 15 años. También la recurrencia al aborto y otras formas de interrupción del embarazo.
«La tasa global de interrupciones multiplica la de fecundidad: es mucho más alta la cantidad de interrupciones que niños que nacen en menores de 15 años», apuntó la investigadora del Cedem.
«Si sumamos las interrupciones, nacimientos, regulaciones menstruales y los abortos espontáneos, la tasa de embarazos sería altísima», valoró.
Lo que ocurre al interior del día a día de estas madres prematuras preocupa igualmente, cundo se hace un análisis cualitativo.
Los estudios describen que ellas suelen tener una percepción inadecuada de sus condiciones económicas y de vida, la mayoría son amas de casa y en sus familias prima el canon del hombre como figura principal, una escasa comunicación sobre temas de salud sexual y reproductiva, así como posturas educativas reglamentadas, principalmente, por figuras paternas.
Como métodos educativos prevalecen la permisividad, el autoritarismo, la inconsistencia educativa, así como patrones familiares que reproducen bajos niveles de escolaridad, relaciones consensuales, inicio temprano de relaciones sexuales, el poco o ningún uso de métodos anticonceptivos y una historia familiar de embarazos adolescentes.
El seguimiento que Molina ha dado a estos casos indica que, después del parto, estas muchachas se mantienen en el hogar, luego de la deserción escolar, sin pareja estable, y la mayoría de sus hijos están siendo criados por las abuelas.

Un tema de derechos
El embarazo temprano también se asocia al ejercicio de los derechos, alertó Molina, pues dan lugar muchas veces a matrimonios y uniones muy tempranas, a edades inapropiadas.
De los 286 matrimonios de muchachas de 16 años reportados en 2016, cuatro ya iban por la segunda unión, ejemplificó.
Para Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, este tema se enmarca jurídicamente en la existencia de una pubertad legal en edades muy bajas, que está en cuestionamiento, ya que permite el matrimonio en menores de edad.
«En la legislación de familia encontramos que, aunque la edad para la formalización del matrimonio es 18 años, se puede autorizar excepcionalmente y por causa justificada el matrimonio, cuando la niña tiene 14 años y el varón 16», explicó.
También ocurre que, en la práctica, cuando hay un embarazo adolescente, la muchacha menor de 18 años tiene que ir acompañada de la madre y al final prevalece el criterio y valoración de su mamá.
«Eso denota la necesidad de una mayor cultura jurídica de la población, porque está establecido que cuando haya contradicciones en el ejercicio de la patria potestad, no solo ente madre y padre, sino entre la madre, el padre y su descendencia, se puede acudir a la Fiscalía, pues el ministerio público es el que representa a las personas vulnerables y a los menores de edad ante este tipo de situaciones», argumentó.
Estudios de casos de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana presentados durante el coloquio refieren también la presencia de proyectos de vida poco estructurados y diseñados a muy corto plazo en grupo juveniles diversos como muchachas prostitutas, embarazadas y otras gestantes que viven con VIH.
«Esa temporalidad a corto plazo indica una limitación en el desarrollo personal. Se vive en la inmediatez y a veces ni se define el tiempo, lo que denota incertidumbre respecto al futuro», sostuvo la profesora Laura Domínguez.
En opinión de Rosa Campoalegre, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), entre las múltiples tensiones que se viven en las familias y repercuten en la población joven están además, los actuales desafíos demográficos, las pautas que impone el nuevo modelo económico, la capacidad para aprovechar las oportunidades y las diversas expresiones de violencia, entre otras.

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