Mirar la organización de los procesos y estadísticas vinculadas a la salud pública desde las diferencias entre hombres y mujeres puede repercutir en una mejor atención a la población, coincidieron especialistas reunidos la pasada semana en La Habana.
La salud de mujeres y hombres es diferente y múltiples factores biológicos se manifiestan de forma desigual para cada sexo en relación con su estado de salud; a juicio del médico Pedro Luis Véliz, presidente del Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud.
Pero «hay otros vinculados con patrones y estereotipos sociales o culturales, que influyen de manera injusta en la salud de las personas», detalló el especialista durante el panel «Salud y derechos sexuales y reproductivos», parte de las actividades de la VI Conferencia Internacional Mujer, Género y Derecho, clausurada el 13 de mayo en la capital cubana.
«El enfoque de género resulta exitoso para el diseño e implementación de acciones de salud, porque visualiza la equidad como aspecto ético y condiciona el perfil epidemiológico de la salud de las personas, el logro de objetivos sanitarios, la calidad y eficiencia de los servicios de salud», afirmó Véliz durante el panel, que fue coordinado por Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Para este especialista, profundizar en el tema puede aportar luces a interrogantes como por qué los hombres suelen llegar a los servicios de salud con cuadros patológicos más avanzados que las mujeres, complejizando su pronóstico y elevando la mortalidad.
Igualmente, enfrentar la administración desde una perspectiva de género puede contribuir a una distribución de los recursos materiales «de acuerdo con las necesidades particulares de cada sexo y contexto socioeconómico».
Veliz analizó la situación sociodemográfica de la sociedad cubana, con énfasis en la necesidad de producir indicadores y estadísticas en función de conseguir mejores políticas sanitarias.
Para la doctora Marisol Alfonso, moderadora del panel, a menudo los indicadores «se construyen ya con un sesgo de género».
«Es el caso del índice de masculinidad o razón de masculinidad, donde se mide la cantidad mujeres en relación con la cantidad de hombres del total de la población, en lugar de hablar de una ‘razón de sexo'», explicó Alfonso, oficial nacional de programa del UNFPA en Cuba.
«Estos son asuntos de derechos», precisó.
Para el doctor Rolando García, «en la construcción de datos e indicadores puede haber un sesgo de género subyacente, cuya justificación emerge del plan metodológico y la facilidad del registro estadístico», precisó,
«Hasta hoy parece más viable, por ejemplo, asociar los datos del recién nacido a los atributos de la madre que a los del padre, por citar tan solo el caso de las tasas de fecundidad», ilustró García, representante auxiliar del UNFPA en el país.
Muchas mujeres, pocas directivas
El panel también aportó nuevas miradas a los obstáculos que enfrentan las mujeres para llegar a cargos de dirección sustantivos en el sector de la Salud Pública cubana.
La doctora Ana Rosa Jorna, profesora de la Escuela Nacional de Salud Pública, explicó que estas desigualdades de poder se manifiestan en la esfera organizacional, espacio en el que los hombres están más representados, sobre todo en la ejecución de funciones directivas».
Estudios recientes apuntan a la presencia de las mujeres como directoras de policlínicos, hospitales municipales y jefas de salas de enfermerías, pero muy escasa participación en los cargos de mayor jerarquía de dirección.
«En una representación piramidal, sobre las mujeres descansa la estructura de base de dirección, de organización y de resultados que le permiten mejores oportunidades para conciliar su vida personal y familiar», detalló.
Jorna identificó la sobrecarga de roles de la mujer dentro de casa, dificultades relacionadas con los servicios de apoyo al hogar, y la permanencia de estereotipos de género, entre algunos de los factores que influyen en esta situación.