Mujeres envejecen con peor salud, confirma encuesta

Las mujeres cubanas viven más años, pero llegan a edades avanzadas de la vida en peores condiciones de salud, evidencian los resultados preliminares de una Encuesta Nacional de Envejecimiento Poblacional (ENEP) aplicada en la nación caribeña en 2017, cuyo informe será publicado en los próximos meses.


Presentados como parte de la celebración del Día Mundial de Población, el pasado 11 de julio, en la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), los datos reflejan no solo el estado y autopercepción de salud de las personas que alcanzaron la sexta década de vida; sino otros aspectos como las condiciones sociodemográficas y socioeconómicas, y las redes de apoyo familiar y social de que disponen las personas de este grupo etario.
En un contexto donde el único grupo de población que crecerá es el de 60 años y más -sobre todo de 75 años en adelante-, es una necesidad conocer quiénes son y cómo viven las personas mayores en Cuba, apuntó María del Carmen Franco Suárez, subdirectora del Centro de Estudio de Población y Desarrollo (CEPDE), de la ONEI.
«El envejecimiento es el principal proceso demográfico que tenemos. Si el porcentaje de población que tiene 60 años y más cerró 2018 con 20,4 por ciento, esta cifra pasará a 29 por ciento en 2030 y a 33 por ciento en 2050, respectivamente», señaló la especialista, al presentar los hallazgos de la encuesta.
Los 2,3 millones de personas que hoy están en el grupo de adultos y adultas mayores, en apenas una década serán 3,3 millones, mientras que las 392.882 personas de 80 años y más con que cuenta el país se van casi a duplicar en año 2030, dijo Franco Suárez.
Para el estudio, a cargo del propio CEPDE y el Centro de Investigaciones sobre Longevidad, Envejecimiento y Salud (CITED), del Ministerio de Salud Pública, se visitaron alrededor de 12.000 viviendas y se encuestaron 18.600 individuos, una muestra representativa en cuatro regiones del país y de tres grandes grupos de edad de la población de 50 años y más.
De acuerdo con Franco Suárez, la encuesta se diseñó para que fuese un estudio longitudinal que dará seguimiento a los indicadores evaluados en las mismas personas en un plazo de dos o tres años; para observar el modo en que están envejeciendo y cómo las acciones o políticas que se estén tomando modifican o no su estado de bienestar, entre otros aspectos.

Ellas viven más, pero peor
Al indagar sobre el estado de salud y el número de enfermedades, el estudio constató que las mujeres en entre 60 y 74 años y de 75 y más edad padecen más enfermedades que los hombres en esos mismos rangos etarios.
El 86 por ciento de las mujeres de más de 60 años dijo tener algún padecimiento, contra 74, 4 por ciento de los hombres de ese grupo; mientras que ellas declararon además una mayor comorbilidad o número de enfermedades, proporción que aumenta después de los 75 años.
Respecto a la autoevaluación del estado de salud general, en todos los rangos de edades, los hombres declararon mayores valores de auto percepción positiva en relación con las mujeres. La mayor brecha entre ambos sexos se aprecia entre los 60 y 74 años. «Sobrevivimos más, pero lo hacemos en peor estado, con más enfermedades», sostuvo Franco Suárez.
Los índices de fragilidad, vinculados a variables como el sentirse cansados, poder subir escaleras, caminar sin agotarse al menos una cuadra y la pérdida de peso fueron más elevados para ellas en todas las categorías etarias estudiadas.
Sobre la población que necesita algún tipo de ayuda para realizar las actividades básicas de la vida diaria -aspecto relacionado con la dependencia y los cuidados-, la encuesta reflejó que en acciones cotidianas como bañarse, vestirse, levantarse, usar el servicio sanitario o comer, más del 90 por ciento de las personas mayores tiene total independencia.
Del 10 por ciento restante, es mayor el número de mujeres con invalidismo para realizarlas, dificultades que aumentan luego de los 75 años.

Seguridad económica y cuidados
En relación con la actividad laboral, la investigación mostró que 79 por ciento de la población de 60 años y más no trabaja. Del 21 por ciento que sí lo hace, una buena parte son hombres todavía en edad laboral, que se extiende para ellos hasta los 65 años.
Alguna vez trabajó el 85 por ciento, con una gran diferencia por sexo, pues se mantiene el hecho de que más hombres trabajan en actividades remuneradas que mujeres, con implicaciones en la vida adulta en términos de ingresos, seguridad económica e incluso percepciones hacia el futuro.
De acuerdo con las cifras presentadas, 32 por ciento de quienes trabajan son personas jubiladas.
De la población encuestada, sostuvo la experta del CEPDE, 37 por ciento dejó de trabajar por un motivo diferente a la jubilación, en parte por el impacto de las actividades del cuidado.
Al indagar en el grupo que continúa trabajando fuera de la edad laboral, la razón fundamental que mencionan es sentirse útiles y capaces, aunque aluden también a motivos económicos, como necesidad de ayudar a hijos y familiares, porque el dinero no alcanza o por tener personas dependientes a su cuidado, dijo Franco Suárez.
Entre las razones que esgrime este grupo para salir de la fuerza de trabajo de ese 37 por ciento que alguna vez trabajó están el impacto de problemas de salud y discapacidad, y los cuidados, estos últimos mencionados por el 5,5 por ciento de los hombres y 25,2 por ciento de las mujeres.
Por otra parte, el estudio evidenció que, a medida que aumenta la edad, disminuye la satisfacción con el ingreso y se incrementa la proporción de personas que dicen que sus fuentes de ingreso no le alcanzan o casi no le alcanzan para satisfacer sus necesidades.
Entre lo que más desean y no pueden adquirir, las personas de 60 años y más enumeraron el adquirir y arreglar la vivienda (30 %), realizar vacaciones, viajes y excursiones (20 %) y ayudar a familiares (20 %).
En tanto, 16 por ciento alegó no desear nada. Este dato, junto al 20 por ciento que se siente sin fuerza para realizar alguna actividad, evidencia una proporción de estas personas con una imagen negativa de la vejez.
«Preguntamos si al llegar a los 60 años o más de edad habían realizado o pensado un proyecto o alguna actividad nunca antes realizada, fueran de voluntariado, trabajo por cuenta propia, entre otras. Solo 13 por ciento de esa cantidad de personas, que son casi dos millones, manifestó haber iniciado un nuevo proyecto en esa etapa de la vida, mientras 87 por ciento no comenzó nada nuevo», acotó la especialista.
Del entorno residencial, agregó, 17 por ciento de las personas mayores viven solas, cifra que ha avanzado respecto al Censo de Población y Viviendas de 2012, que arrojó 13 por ciento.
Entre las actividades de integración, ocio y esparcimiento que realizan las personas mayores, sobresale que siete por ciento declaró hacer uso de las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones. «Ello habla no solo de modernidad, sino de comunicación y búsqueda de acompañamiento», resaltó Franco Suárez.

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