Viste uniforme de dos tonos de azul, el atuendo de la enseñanza preuniversitaria. Se acerca en solitario a la máquina rectangular, también azul, que cuelga de la pared: un dispensador de condones. Deposita 20 centavos, gira la manigueta y, sin mediación de personas, miradas o juicios, recoge su cajita de tres preservativos.
Este es uno de los 12 equipos de ese tipo instalados desde diciembre pasado en La Habana, un experimento que mide la efectividad de ese sistema para su posible extensión y constituye un complemento a la distribución de la red de 83 farmacias y los más de 400 puntos no tradicionales (cafeterías y comercios) de venta de condones existentes en la capital cubana, donde habitan 2,2 millones de personas y se concentra más de 50 por ciento de la epidemia del VIH/sida.
Los dispensadores están ubicados en sitios estratégicos, fundamentalmente en la barriada del Vedado, por donde confluyen muchas personas que van a recrearse, y en otros lugares de gran tránsito de público: la universidad o la estación de ómnibus interprovinciales. Hasta ahora se estima que hay un buen consumo de esos medios protectores, pero se hará una valoración final en diciembre venidero.
“Hay demanda por una razón: las personas no los tienen que pedir. Por mucho que se haga labor educativa, todavía existen tabúes y hay quien aún siente vergüenza al comprarlos en la farmacia”, explica Luisa Ramos, especialista de la línea de condones del Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/sida.
“Si, además, a las personas las sorprende la noche y tienen necesidad de adquirirlos, pueden hacerlo sin problema. Con anterioridad había quejas, pues la gente llegaba a las farmacias y no había condones, o el dependiente no les abría la puerta”, dice.
Con los criterios de Luisa coincide Dayron, el adolescente del uniforme azul. Sin estar dirigidos exclusivamente a los jóvenes, estos hacen uso de los dispensadores, cuando los tienen cerca. “A nosotros nos viene bien, no hay ninguna dependienta que te mire con cara de intriga”, dice Dayron.
Otros, como Yamil, de 28 años, desconocían de su existencia: “me parece algo bueno, pero ni sabía. No sería mala idea que estuvieran también en otros municipios”, considera, “pues el uso de los preservativos protege a cada pareja, sobre todo del sida”.
En Cuba, las estadísticas de 2008 muestran un incremento en el número de casos de VIH en el grupo de edades más jóvenes en relación con el año precedente, acompañado de un marcado crecimiento del número de pruebas de detección realizadas, señala la doctora Jacqueline Sánchez, coordinadora de la línea de jóvenes del Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/sida.
Según la Encuesta sobre Indicadores de Prevención de infección por el VIH/sida, realizada en 2007 por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE) de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), el grupo de 20 a 24 años de edad concentra el mayor número de casos diagnosticados.
Las provincias con mayores tasas en este segmento poblacional son Ciudad Habana, La Habana, Villa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba, Las Tunas y Holguín: entre todas aportan 85 por ciento de ese grupo.
Entre los factores impulsores de la epidemia del VIH en adolescentes y jóvenes, las investigaciones reconocen la edad temprana de inicio de las relaciones sexuales en la población cubana, que ocurre hacia la mitad de la adolescencia (16 años), agrega la coordinadora.
Hay otros motivos que explican el aumento de casos en estas edades. Según Sánchez, las proporciones más elevadas de población con más de una pareja en los últimos 12 meses corresponde a jóvenes de 15 a 19 años, principalmente hombres que tiene sexo con hombre (HSH), con más de 35 por ciento.
¿Y el condón?
Desde hace 10 años, el Centro Nacional de Prevención desarrolla una línea de trabajo dirigida a la promoción del uso del condón, que incluye la distribución gratuita de más de ocho millones de muestras, labor que cuenta con el acompañamiento del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), recipiente principal de los proyectos financiados en Cuba por el Fondo Mundial de lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria.
Además, en farmacias y centros gastronómicos se comercializan ?a precios módicos: tres condones por un peso? más de 200 millones de ese artículo, de diferentes marcas, que subsidia el Ministerio de Salud Pública, explica Ramos.
No obstante, la encuesta sobre indicadores de prevención muestra que más de 40 por ciento de los jóvenes entran en la vida sexual sin protegerse. Por suerte, hay algunos avances: se reporta un ligero incremento en el uso del condón en la primera relación sexual, mucho más marcado entre los hombres que tienen sexo con otros hombres (57,4 por ciento).
Las opiniones sobre el uso del preservativo son muy variadas. Kenia López, de 23 años, señala: “no tengo ninguna relación sexual sin protección. Esa es mi garantía de salud. Lo aprendí con mi madre y lo incorporé a mi vida”.
Orlando tiene 15 años y cursa estudios preuniversitarios en un internado lejos de casa. “En mi grupo usamos condón, pero no creo que alguien deje de tener una relación si no lo tiene a mano”, dice. Malcom, de 21, lo usa, pero solo a veces, aunque ha escuchado cientos de veces que es necesario en todas las relaciones sexuales. Michel, de 27, ni quiere hablar del tema, mucho menos usarlo.
Con más de 10 años de trabajo en una farmacia, Rosa Orta asegura a SEMlac que, ciertamente, “desde hace dos o tres años vienen más jóvenes a comprarlos, sobre todo muchachos”.
Noviembre 2009