Activistas en acciones de promoción de salud y prevención de VIH/sida
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Tener información sobre el VIH/sida, saber cómo se transmite y que se puede prevenir no ha bastado para reducir la infección en la isla, coinciden activistas, personal docente, médico, de enfermería y promoción de salud de diversas ciudades del país.
«Somos una población sumamente informada, con numerosas campañas de prevención; sabemos sobre métodos de protección, peligros y grupos de riesgo, pero no logramos reducir la transmisión del virus todo lo que queremos», reflexionó la doctora Ángela Gala, especialista del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí.
Trascender la información y lograr cambios efectivos en las conductas de las personas sigue siendo un desafío para Cuba frente al VIH/sida, reconocieron participantes en el IX Taller Nacional del Grupo de Prevención del Sida (Gpsida) y la Jornada Científica de Atención Integral en VIH/sida, realizados en la capital cubana del 6 al 8 de junio.
Este espacio permite el intercambio entre personas, seropositivas o no, especialistas, investigadores, personal científico y de enfermería con las comunidades y personas que trabajan la prevención en el país.
Hace casi tres años, un estudio de alcance nacional había confirmado que no basta con tener o creer que se tiene información para conseguir un cambio de comportamiento sexual, principal vía de transmisión del VIH/sida en Cuba.
La «Encuesta a personas con VIH/sida», realizada por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Oficina Nacional de Estadísticas, fue levantada entre julio y agosto de 2009 y tuvo en cuenta a 3.405 personas con VIH de 12 años o más, que recibían atención integral en sistema ambulatorio, muestra que representó casi 45 por ciento del total.
Aproximadamente la mitad de ese grupo creyó tener suficiente información al momento de contraer el virus, pero «resultó que todos los que así opinaban se infectaron», señala la encuesta.
Cuba mantiene un ritmo de crecimiento lento aunque sostenido de VIH/sida, con una prevalencia de 0,19 por ciento, la más baja del Caribe.
La mayoría de las personas seropositivas viven en zonas urbanas, son del sexo masculino, fundamentalmente hombres que tienen sexo con otros hombres (HsH) infectados por relaciones sexuales desprotegidas. Por cada mujer diagnosticada hay cuatro hombres con VIH.
Al cierre de 2011 sumaban 15.824 personas con VIH/sida en el país, 80,8 por ciento hombres, de los cuales 11.283 (88,2 %) son HsH, informó durante el encuentro el Doctor Jorge Pérez, director del IPK.
La dinámica de la infección indica, por otra parte, que más de 1.700 personas contraen el virus cada año; un grupo de ellas llega a la atención médica con diagnósticos tardíos, en detrimento de su salud y calidad de vida y, en general, sigue siendo baja la percepción del riesgo a contraer el virus.
«Dato no es información, información no es conocimiento y conocimiento no es sabiduría que se pueda aplicar en la vida», asegura Carlos Aragonés, coordinador nacional de Gpsida y partidario de profundizar en los motivos que condicionan los comportamientos de riesgo.
Entre otras prácticas emerge la actividad sexual desprotegida sin conocer la condición seropositiva de la pareja, pero también las relaciones sexuales desprotegidas con personas que se sabe son seropositivas.
En total se estiman en casi 40 por ciento las llamadas infecciones no evitadas, de acuerdo con datos ofrecidos por la doctora Gala.
Esos estimados coinciden con la citada encuesta de la ONE, según la cual 39, 9 por ciento de las personas entrevistadas asoció su infección con «no haber percibido que tenía posibilidades de infectarse», «porque Dios lo dispuso así», «el destino le jugó una mala pasada», «por compartir con personas seropositivas» y ‘porque quería infectarse».
Para el psicólogo Yasel Santiesteban, «este es un fenómeno multicausal, pero hay que tenerlo en cuenta en todas sus dimensiones para poder dar al traste con la transmisión del VIH», señaló.
Santiesteban refirió tendencias internacionales de infección intencional y no evitada, fundamentalmente en hombres que tienen sexo con hombres (HsH), que pudieran estar ocurriendo también en la isla, no solo en ese segmento poblacional.
Un estudio cualitativo con grupos focales de personas con VIH/sida en las provincias cubanas de Holguín, Santiago de Cuba, Camagüey y La Habana evidenció la existencia de criterios como que los tratamientos prolongan la vida de las personas seropositivas y no se muere de sida, se siente fatiga en el uso del condón, así como poca atención y cierta saturación ante campañas reiterativas de sexo seguro.
Otras posibles condicionantes de infecciones no evitadas pueden estar, según las personas entrevistadas, en la calidad de la comunicación de la pareja, su compromiso y hasta la llamada «acción seminal» de quienes creen que una relación sexual, para que sea completa, debe incluir el intercambio de fluidos.
«Todo esto tiene que ver con las creencias de las personas, su relación interpersonal. Es algo en lo que difícilmente podamos interferir desde un anuncio de televisión o un afiche», sostuvo la doctora Gala.
A la lista de posibles factores se suman además el deseo de compartir el mismo estatus serológico de la pareja, una comunicación deficiente, el machismo, la a simetría en la relación, normas de familias y grupos, entre otros.
«Esta es una problemática que se ha extendido por el mundo de manera rápida y, aunque medios periodísticos han llamado la atención acerca de algunas tendencias que desfavorecen los esfuerzos por controlar la epidemia, aún no ha sido abordada suficientemente por estudios científicos», señaló Gala.
En dichos comportamientos parecen pesar también la baja percepción de riesgo, motivos particulares de la propia pareja, su comunicación e interrelación; los modelos en el uso del condón, querer vivir el momento sin que importen las consecuencias y hasta condicionantes económicas, entre otras señaladas durante los debates.
Para Yuri González, de la central provincia de Villa Clara, la responsabilidad en la prevención del VIH, a nivel personal, está muy relacionada con el proyecto de vida de cada cual. «Si no te planteas un propósito, un proyecto de vida, tampoco te interesa cuidar de tu salud», sostuvo.
A ello asocia otros factores sociales, como el medio donde la persona establece una relación sexual riesgosa, casi siempre en centros nocturnos, con bebida y música por medio, viviendo el momento, sin importarle y pensar en ese minuto en qué pueda pasar.
«También sucede que se ha dejado el cuidado de la salud en otras manos y ha quedado atrás el autocuidado, la autorresponsabiliad», consideró Noemí García, de la ciudad de Santiago de Cuba, en el oriente de la isla.
Las infecciones no evitadas también ocurren en las mujeres, cuyos comportamientos son mediatizadas por el machismo que muchas veces ellas mismas portan, advirtió Jorge Brito, coordinador de Gpsida en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo.
«Es evidente que no tienen percepción de riesgo, tampoco nivel de autoestima ni responsabilidad con su salud, lo que las lleva muchas veces a negarse a usar el condón con sus esposos o parejas estables», comentó Brito a SEMlac. Muchas dicen que sus maridos tienen que usar condón si están con otras, pero no con ellas porque son sus esposas.
«Los hechos demuestran que esas mujeres no han tomado conciencia de su salud sexual y autocuidado», insiste Brito.
En los últimos años se incrementan también las personas con diagnóstico tardío de VIH, que en un año enferman de sida o mueren debido a que, por miedo o estigma, ocultan su condición o demoran en ir a un centro de salud.
«Demorarse es peor porque llegan a la atención con un desgaste, cuando su salud empieza a deteriorarse y es evidente que no lo pueden ocultar. Es mejor acudir a tiempo», alertó Aragonés.
«Ese diagnóstico tardío condiciona muchas veces una respuesta inadecuada al tratamiento, complicaciones y una evolución desfavorable», reiteró la doctora Lizette Gil del Valle, también especialista del IPK.