Género y salud, desafío profesional y social

La falta de preparación necesaria para que el personal de la salud pueda considerar las diferencias entre hombres y mujeres, con vistas a su atención y tratamiento en todos los ciclos de vida, es uno de los desafíos actuales en Cuba, señalaron especialistas.

La incorporación de un enfoque diferenciado por sexos ha sido progresiva y ha evolucionado de una visión fisiológica basada en los aspectos sexuales a una de género como categoría social que se estructura sobre tabúes y relaciones de poder, señaló la antropóloga Leticia Artiles, al intervenir en un foro sobre género y salud, en la capital cubana.

Artiles es una de las autoras del último número de la revista especializada Medicc Review, dedicado al tema de género y salud en Cuba. La publicación estadounidense promueve la cooperación entre Cuba y Estados Unidos en materia de salud.
Si bien la cobertura gratuita y universal permite el acceso igualitario de mujeres y hombres a los servicios de salud, aun falta incorporar la perspectiva de género en ese sector y eliminar estereotipos que, por ejemplo, siguen viendo como más serios los problemas de salud masculinos, en tanto consideran los de las mujeres más emocionales y naturales, expone Artiles en su artículo.
Organizado por el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y celebrado el 29 de junio en el Consejo Nacional de Sociedades Científicas de la Salud, en el foro participaron especialistas que ofrecen variados puntos de vista en la publicación.
Desde su experiencia personal de 11 años de haber recibido un diagnóstico de cáncer de mama, la socióloga Marta Núñez se adentró en las travesías, cotidianeidad y reacciones emocionales que viven las cubanas que padecen esa enfermedad, segunda causa de muerte en las mujeres de 15 a 49 años y en las mayores de 60, según estadísticas del Ministerio de Salud.
En la isla, una de cada cuatro cubanas está en riesgo de desarrollar la enfermedad y se reportan más de 2.200 casos cada año. No solo reciben una atención técnica de alta calidad, sino que precisan de un personal igualmente sensibilizado con sus problemas, precisó Núñez.
Un panorama particular viven también las personas que cuidan a los niños y las niñas con VIH/sida.
Aun cuando se trata de un grupo pequeño de pacientes, la mayoría de las personas a cargo de esa población infantil son mujeres, a veces sus madres también son enfermas o, en su lugar, otras mujeres de la familia que viven una sobrecarga por estas funciones, advirtió el psicólogo Yasel Santiesteban, del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
«Los conflictos que se generan son muchos y muy fuertes», agregó Santiesteban y alertó acerca del incremento de casos de VIH en la población femenina, expuesta a riesgos de tipo biológico pero también a una vulnerabilidad social y cultural que se vincula directamente a criterios de cómo se vive la sexualidad femenina desde posturas de subordinación e insuficiente autocuidado.
El papel de los medios de comunicación, en ese sentido, es primordial, consideró la periodista Dixie Edith Trinquete, directora de la revista Muchachas y colaboradora de SEMlac.
Aunque no siempre con una representación feliz, la presencia de personas seropositivas y la irrupción de temas como la violencia contra las mujeres o la diversidad sexual en los espacios televisivos intenta sensibilizar a la población, reconoció Edith Trinquete.
El médico y activista por los derechos sexuales Alberto Roque defendió, por su parte, la legitimidad de las identidades trans y los desafíos a su atención de salud como parte de sus derechos humanos y como necesidad para mitigar los impactos negativos de la discriminación que padecen.
«Es en la familia donde primero estas personas comienzan a sentir la discriminación, debido a la rigidez con la cual se valoran los patrones relativos al binarismo de la masculinidad y feminidad», precisó Roque.
«No solamente se puede luchar desde uno de los grupos discriminados», agregó la directora del Cenesex, Mariela Castro, quien ofrece una amplia entrevista en el citado número de Medicc Review.
La sexóloga sostuvo que la lucha por los derechos de las mujeres y luego los estudios con enfoque de género han permitido desarrollar recursos metodológicos para atender la situación de las mujeres en desventaja y desigualdad, y también la de los hombres que se colocan en situaciones de vulnerabilidad.
Son procesos que ayudan a visibilizar otra formas de discriminación, como las referidas al color de la piel, las desventajas económicas o la orientación sexual e identidad de género, abundó. De ahí que entre los desafíos esté el de estar atentos, en los procesos de cambio y transformación social, a la producción y reproducción de nuevas formas de discriminación con nuevos ropajes, dijo.
En los debates se reiteró la necesidad de incorporar la categoría género como una determinante de la salud en todas las áreas y procesos del sector, incluida la formación y entrenamiento de los recursos humanos, de modo que permita hacer análisis diferenciados y aportar soluciones eficaces a los procesos de salud y enfermedad que vivencian hombres y mujeres a lo largo de sus vidas.

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