Especialistas reconocen derecho de mujeres a parto humanizado

Aunque no hay registros estadísticos en Cuba que den cuenta de un fenómeno como la violencia obstétrica, profesionales de la salud reconocen que es una problemática hacia la que hay que volver la mirada, en tanto el parto humanizado es un derecho de toda mujer.

En ello coincidieron ginecobstetras y otros especialistas afines durante una mesa de discusión dedicada a la violencia sobre la mujer, como parte del programa del XVII Congreso de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología, que sesionó del 18 al 21 de junio en la nación caribeña.

Para la doctora Alba Marina Atienza Barzaga, un elemento fundamental es concientizar que la violencia obstétrica es violencia de género.

“Va mucho más allá de las situaciones en el momento del parto, si bien es en ese donde más se evidencia. Está relacionada con la salud sexual y reproductiva, lo que hacemos y no debemos durante el proceso de planificación familiar, el aborto, el tratamiento a las mujeres en etapa del climaterio; es decir, con el trato hacia esta mujer que atendemos día a día”, dijo la especialista.

Reconocer que existe

La violencia obstétrica es definida como aquella que ejerce el personal de la salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de la mujer, expresada en tratamientos deshumanizados, abuso de medicalización y transformación de procesos naturales en patológicos, señaló Atienza Barzaga.

A su juicio, esta problemática tiene tres características fundamentales que inciden en su ocurrencia: está naturalizada, sistematizada e invisibilizada.

Una de las prácticas cotidianas es la cesárea mal indicada. “Todavía pensamos que es otra forma del parto, y es verdad, pero la hacemos de forma frecuente sin darnos cuenta que estamos causando una lesión, muchas veces sin preguntarle siquiera a la mujer. Nos desesperamos y olvidamos que la Organización Mundial de la Salud, desde 2014, aboga por el parto humanizado, que es lo fisiológico”, señaló la experta.

Según expuso, son indiscutibles los logros alcanzados con la institucionalización del parto, sobre todo en la atención de complicaciones, pero con la tecnificación de la obstetricia se violenta cada vez más a las mujeres.

Entre las formas de violencia a las que estas pueden ser sometidas, mencionó varias que ocurren incluso de forma no intencional por parte del personal sanitario: obligar al parto acostada o inmovilizada; negar u obstaculizar la posibilidad de cargar y lactar al bebé inmediatamente después del parto, cuando este no presenta ninguna complicación que requiera de cuidados intensivos; no atender oportunamente las emergencias obstétricas y llegar de forma tardía, entre otras.

Asimismo, la doctora Atienza Barzaga refirió procederes como la rotura de la bolsa, sin explicarle a la paciente; la violencia verbal y críticas por llorar o gritar; la falta de acompañamiento de un familiar o su pareja; apresurar el parto con exceso de medicalización, realizar inducciones sin verdaderos criterios y la episiotomía de rutina.

En tanto, el doctor Guillermo Rodríguez Iglesias mencionó además la utilización de fórceps sin indicación correcta y consentimiento, la maniobra de Kristeller, tactos reiterados por más de una persona y el curetaje uterino sin anestesia.El XVII Congreso de la Sociedad Cubana de Ginecología y Obstetricia invitó a más de 400 especialistas de 26 países a pensar, velar y actuar en favor de la salud integral de la mujer y su seguridad en el proceso reproductivo. Foto SEMlac Cuba

Otra de las variantes más frecuentes es la restricción de comidas y bebidas en pacientes de bajo riesgo, sometidas con frecuencia a ayunos prolongados, cuando está demostrado que las bebidas azucaradas, incluso dos horas antes de una operación, favorecen la recuperación del paciente, ejemplificó el especialista.

La doctora Atienza Barzaga enfatizó en que la violencia obstétrica no solo se vincula a quienes asisten el parto, sino a todo el servicio: pantrista, auxiliar de limpieza, técnicos de laboratorio, enfermeras, entre otros.

“Se hace indispensable un marco jurídico que, además de reconocer el hecho, determine legalmente las acciones que correspondan para prevenir y proteger a las mujeres de este tipo de violencia. La utilización del consentimiento informado debe dejar de ser una opción para convertirse en una premisa obligada en nuestra actuación”, afirmó.

Se trata de proporcionar una experiencia de parto y nacimiento positiva, dijo el doctor Rodríguez Iglesias. Algo fundamental, en opinión de la realizadora Lizette Vila, directora del Proyecto Palomas, pues las experiencias se convierten en hechos culturales, y el parto y nacimiento de un hijo no debería cargarse de otro significado que el de la infinita ternura, sostuvo.

La violencia sobre la mujer en las ciencias de la salud no incluye solo la obstétrica, apuntó el doctor Rodríguez Iglesias. “Si tenemos la obligación de declarar que una paciente tiene una Infección de Transmisión Sexual, ¿hasta qué punto no tenemos el deber de declarar que fue violentada?”, reflexionó.

Hay mujeres que llegan a la consulta con signos evidentes de violencia y la mayoría de los profesionales aún no se sienten obligados a tomar conducta al respecto, señaló.

Aunque no existen estudios detallados al respecto en Cuba, la ausencia de una ruta crítica para el abordaje de la violencia de género en los servicios de salud es una vieja demanda, coincidieron los especialistas.

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