Reconocer la severidad de la epidemia del VIH, ganar en percepción de riesgo y no estigmatizar a las personas seropositivas son retos que enfrenta la sociedad cubana, afirman especialistas.
«Tenemos que incentivar en la población la necesidad de acudir al servicio de diagnóstico, pero en Cuba existe muy baja percepción de riesgo. Una vez diagnosticadas las personas, necesitamos que se adhieran al tratamiento para lograr que se mantengan con carga viral indetectable y así disminuir la posibilidad de transmisión del virus», advierte a SEMlac la doctora Jacqueline Sánchez Fuentes.
Sánchez Fuentes presentó un análisis de las fortalezas y retos del Plan Estratégico Nacional para la Prevención de las ITS y el VIH/sida durante el 7mo Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, celebrado en La Habana del 16 al 18 de septiembre.
Según participantes en el panel «La política cubana de atención a las ITS/VIH-sida», los prejuicios sociales, el machismo y la homofobia inciden negativamente en la respuesta al VIH/sida.
«El estigma y la discriminación limitan a muchos individuos a acercarse a los servicios de prevención y diagnóstico, por temor a que se les relacione con una orientación sexual homosexual, con una identidad de género trans o con una serología positiva al VIH», opina Juan Raúl Valdés Triguero, coordinador de la línea de apoyo a personas que viven con VIH en Cuba.
De acuerdo con el máster en ciencias, los prejuicios que vinculan la epidemia solo con la población de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH) pueden producir un «exceso de confianza peligrosa» en otros grupos.
«Si bien en Cuba los HSH representan el mayor porcentaje de la población infectada con el VIH, esta realidad no debe minimizar la posibilidad que tiene una mujer lesbiana o heterosexual de infectarse con el virus», comentó Valdés Triguero.
Datos de las encuestas de prevalencia del VIH-sida en Cuba (2001,2005, 2007, 2008, 2009 y 2010) refieren que 73,6 por ciento de la población cubana encuestada muestra actitudes de respeto y aceptación hacia las personas que viven con VIH (PVIH); sin embargo, cerca de la mitad (47,6%) tiene actitudes discriminatorias hacia los hombres homosexuales.
«Si bien nuestras leyes no discriminan, tenemos que estar atentos a prácticas institucionales que sí pueden generar discriminación», alertó Valdés Triguero durante su presentación.
El especialista hizo referencia a la inclusión de los test de VIH en los exámenes de salud que se requieren para acceder a la educación superior. También se les solicita estos exámenes a profesionales de la salud que se postulan para participar en colaboraciones médicas en el extranjero.
Según el especialista, insertar la perspectiva de género y de derechos humanos a los enfoques epidemiológicos resulta esencial para una mejor respuesta a la epidemia.
Cuba prácticamente ha logrado eliminar la transmisión por vía materna del VIH y la sífilis congénita. En junio pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS) validó el programa cubano, que cumple los estándares internacionales en este tema: el nacimiento de menos de dos niños positivos por cada 100 gestantes con VIH/sida y menos de 0,5 por cada mil nacidos vivos en el caso de la sífilis congénita.
Aunque las mujeres representan solo 19,1 por ciento de la población infectada con 3.947 casos, se desarrollan programas nacionales, proyectos comunitarios, investigaciones y acciones específicas que trabajan las problemáticas específicas de este grupo poblacional.
Las estadísticas apuntan a que las mujeres que viven con VIH perciben mayor discriminación que los hombres, debido a las vulnerabilidades que genera la sociedad patriarcal.
Según datos oficiales de 2010, 35,4 por ciento de las mujeres que viven con VIH experimentaron discriminación, mientras que solo 32,7 por ciento de los hombres fueron víctimas del estigma.
La asignación de roles de género y la posición subordinada de las mujeres seropositivas afectan su salud y calidad de vida.
Yandy Alberto Betancourt, especialistas de la Unidad Nacional de Promoción de Salud y Prevención de enfermedades (UNPSS), destacó durante el encuentro científico las dificultades que manifiestan las mujeres para la negociación del condón y su autocuidado.
«Todas las personas seropositivas reciben un suplemento alimenticio que refuerza su nutrición. Sin embargo, hemos podido constatar que en el caso de las mujeres muchas destinan mayores porciones de esta dieta a la descendencia y la pareja», ejemplificó Betancourt.
Desde 2013, Cuba cuenta con una Estrategia de Género en la respuesta efectiva al VIH, que incluye acciones educativas, académicas y comunicativas.
El principal propósito de la estrategia es «promover transformaciones socioculturales en mujeres y hombres en condiciones de mayor vulnerabilidad que incidan en la prevención y la atención a las lTS-VIH/sida», según señala el documento.