Envejecer tiene un precio

En sus 100 años de historia, la enfermedad de Alzheimer sigue provocando estragos en la sociedad moderna, al incrementarse el número de enfermos por distintas causas, sobre todo por el envejecimiento de las poblaciones.

En Cuba, actualmente, hay más tendencia a este triste padecimiento de la corteza cerebral, dado que la cifra de ancianos llegará al 18 por ciento para 2010 y, por ende, existirán más personas en la tercera edad que niños.

El doctor Alois Alzheimer se enfrentó al primer caso en el hospital de Francfurt, Alemania, en 1901. Era una mujer de 51 años con cinco años de evolución que falleció en 1906. Hasta entonces, no se había ahondado en la patología de la enfermedad.

El doctor Alzheimer estudió el cerebro de esta mujer y en 1907 publicó su trabajo «Una enfermedad grave característica de la corteza cerebral». En 1910 fue redescubierta por el doctor Kraeplin y Alzheimer. Dada la gran importancia que el primero daba a encontrar la base neuropatológica de desórdenes siquiátricos, decidió nombrar la enfermedad en honor a Alzheimer.

La doctora Mayra Carrasco, especialista en segundo grado de Geriatría, jefa del servicio de medicina interna del Hospital capitalino Salvador Allende y vice presidenta de la Asociación de Alzheimer de Cuba, explica a SEMlac que la enfermedad de forma esporádica se presenta entre un 60 y un 65 por ciento y los enfermos demoran más en fallecer, pero la precoz avanza más porque quema más etapas, según aclaró.
«Todo tiene un precio en la vida, envejecer tiene el suyo», afirma Carrasco.

Para explicar la incidencia, ejemplifica con el municipio Cerro, territorio donde se encuentra este hospital. «Encontramos entre un siete y un 10 por ciento de enfermos, en una población de 138,131 habitantes, casi siempre de un bajo nivel intelectual, aunque no están exentas las personas con una buena salud cognitiva”.

«Este es el municipio más envejecido de la capital, con un 19,9 por ciento mayores de 65 años. Si analizamos los grupos etarios, encontramos que de 60 a 69 años, un 16,4 por ciento son mujeres ya con deterioro cognitivo ante un 8,2 por ciento de hombres”.

En el grupo entre 70 y 79 años, un 20,1 por ciento son mujeres ante un 11,3 por ciento de hombres; entre 80 y 89 años, se registra un 28 por ciento de mujeres con un 14 de hombres: mientras que en mayores de 90 sólo encontramos mujeres padeciendo la enfermedad en un dos por ciento.

La «reserva cognitiva» es un factor que puede controlar, en cierta medida, el avance de la enfermedad, comenta la especialista.

Los pacientes con mayor capacidad cognitiva natural o adquirida (cociente intelectual, cultura, estudios académicos, participación en actividades intelectuales y de esparcimiento como juegos de mesa) presentan la enfermedad más tarde que las personas con menos reserva cognitiva.

En esta enfermedad se produce una atrofia cerebral progresiva, bilateral y difusa, que comienza en regiones mesiales temporales para luego afectar el neocórtex, sobre todo el temporoparietal y el frontal.

La pérdida de memoria es una de las primeras afectaciones. Las células nerviosas (neuronas) mueren y diferentes zonas del cerebro se atrofian. «La memoria es como una cebolla» asevera Carrasco. «La pela poco a poco (la memoria reciente) y va quedando el nudo central donde está la memoria del pasado».

Por eso, primero se olvidan los nombres de los objetos inanimados y después los seres vivos cercanos, según un estudio realizado por el Parc Cientific de Barcelona en colaboración con la Universidad de Barcelona y el Hospital Bellvitge, en L´Hospitalet .de Llobregat.

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