Cáncer de mama, enemigo del cuerpo y del alma

Desde hace casi dos años, Marucha tiene una herida en el cuerpo y en el alma, pero no se deja vencer. Sus amigas más cercanas admiran su fuerza de voluntad, sus ganas de vivir y la lucha contra el enemigo que le roba pedazos de su figura: el cáncer de mama.

Profesora de artes plásticas, madre de dos hijos, esta mujer ocultó a su esposo y a sus hijos el endurecimiento que notaba en su seno izquierdo. Titubeaba a cada instante, hasta que decidió compartir sus temores.

Confirmado el diagnóstico, su familia lloró al comunicarle la noticia al hijo, residente en Italia. Vino la operación, luego los sueros, que hicieron que cayera casi hasta el último de sus negros cabellos. Una peluca perfecta esconde al mundo ese secreto.

En Cuba, durante las últimas décadas, el cáncer de mama se ha convertido en el más frecuente en la mujer y constituye la segunda causa de muerte, después del de pulmón, asevera el especialista de segundo grado en cirugía Alexis Cantero.

Estudios realizados en la isla revelan una alta incidencia de afecciones mamarias, con cerca de 56 por ciento del total de las mujeres examinadas. Prácticamente se diagnostican dos casos diarios.
Las estadísticas indican que este mal, junto con las enfermedades del corazón, acapara más del 50 por ciento de las muertes en el país.

Pese a que su incidencia continúa creciendo, los tratamientos a tiempo han permitido controlar su mortalidad. Por ello, el Dr. Cantero considera imprescindible el diagnóstico en la primera etapa.

“Esperé hasta que estuve preparada para enfrentarlo. Sabía los peligros que acarrea esta enfermedad, sobre todo si no se detecta a tiempo. Lo que más me demoró fue el dolor que le causaría a mi familia”, cuenta Marucha, de 46 años.

El cáncer de mama afecta con mayor probabilidad a mujeres mayores de los 40 años de edad y esta posibilidad aumenta entre los 50 y los 60, sostiene Cantero, quien ha dedicado los últimos quince años a atender esta dolencia.

Los estudios indican que el antecedente familiar de cáncer de mama, sobre todo por la línea materna, el cáncer en un seno, la presencia en la familia de cualquier otro tipo de esta dolencia y la existencia de marcadores tumorales (oncogenes) BRCA I y BRCA II, propenden al desarrollo de la enfermedad.

Otros condicionantes para el desarrollo de este tipo de cáncer son la menarquia precoz (menstruación antes de los 11 años) y la menopausia tardía (después de los 55).

También se consideran riesgos el no lactar, los tratamientos prolongados con estrógenos, los antecedentes de enfermedades benignas, como hiperplasia epitelial atípica, adenosis esclerosante, papilomatosis intraductal y carcinoma lobulillar in situ, refiere el doctor Cantero.

Entre los aspectos que predisponen están la obesidad, el consumo de alcohol, la alimentación (grasa y carne animales) y la exposición a radiaciones.

Sin embargo, aclara Cantero, la literatura reporta que entre el 60 y 70 por ciento de los casos no presenta ninguno de los factores de riesgo mencionados. Estudios indican que habría que mirar también hacia la dieta para hallar las causas de las posibilidades de aparición de la enfermedad.

Un enemigo inteligente y silencioso

Su experiencia con pacientes aquejadas de esta dolencia le da al doctor Cantero, también jefe de la sección de mama de la Sociedad Cubana de Cirugía, conocimientos y experiencia para enjuiciar este mal.
“Hay tumores que uno cree curados tras operaciones y tratamientos de quimioterapia y radioterapia, y que aparecen a los 25 años en la piel o en la otra mama”, sostiene.

Como en la mayoría de los cánceres, el organismo puede llegar a establecer un equilibrio, pero ante cualquier desbalance en el sistema inmunológico, el mal se dispara”, explica.

Una de las características del cáncer es que, en la gran mayoría de los casos, no provoca dolor. “Es solapado y silencioso en 90-95 por ciento de las pacientes. Sólo a veces se siente algún entumecimiento o escozor. Mientras, avanza”, dice.

El cáncer de mama no tiene edad. Marilyn, de 35 años, tiene lesiones en su seno derecho que revelan metástasis. Casi ni quiere hablar del tema. El mal la golpeó cuando menos lo esperaba, en una de las partes de su cuerpo que más admiraban los hombres. Se somete a los tratamientos, con una esperanza muy tenue, aunque los médicos insisten en que el buen ánimo la ayudaría.

No tuvo ni secreciones de sangre espontánea en los pezones, ni “linfangitis” de la mama un carcinoma inflamatorio, ni eczema de la aureola y pezón resistentes a tratamientos, ni retracción progresiva y unilateral del pezón. Tampoco la llamada piel de naranja, ni nódulos pequeños, ni asimetría, ni bultos no dolorosos bajo la axila, todos ellos algunos de los signos de alarma.

Se creía sana, pero decidió acudir al médico porque la displasia que le habían tratado dejó de dolerle y no se modificaba ni desaparecía después de la menstruación.

“Decimos que es un tumor inteligente, le tiende trampas a la medicina. Por ejemplo, algunas veces se esconde detrás de una displasia mamaria y cuando se descubre puede ser ya demasiado tarde”, explica el especialista. “Pero si el cáncer de mama es inteligente, la especie humana lo es más”, asegura.

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