Caminos y alianzas para rebasar las crisis sanitarias

Aunque Cuba muestra altas tasas de vacunación y un control de la incidencia de la covid-19, se necesita evaluar los impactos de la pandemia más allá de los indicadores epidemiológicos convencionales, coincidieron especialistas de diferentes perfiles reunidos los días 21 y 22 de julio en La Habana.
Se trata de buscar claves que permitan contener los efectos colaterales tras dos años de crisis sanitaria y prepararse mejor para posibles rebrotes y otras contingencias, concluyeron profesionales de la psicología, la sociología, la demografía y la comunicación, entre otros participantes del taller “Intercambio de vivencias, experiencias y aprendizajes sobre impacto de la covid-19. Estrategias de vida en contextos de vulnerabilidad”.
Para el doctor José Moya Montoya, representante en Cuba de la Organización Panamericana y la Mundial de la Salud (OPS/OMS), esa indagación debe atender los efectos de las emergencias sanitarias a la salud mental y trascender los límites del sector salubrista.
Así lo constataron especialistas de los Centros de Salud Mental de municipios como Diez de Octubre, Plaza de la Revolución y La Lisa, en la capital cubana, quienes compartieron sus experiencias de atención a la población durante la epidemia.
“Recibimos personas con trastornos del sueño y del apetito, estrés mantenido, dificultades para elaborar duelos y niños con diversas alteraciones en sus comportamientos habituales”, explicó Ivonne Gutiérrez Díaz, del municipio de Diez de Octubre, ubicado al centro de la capital y el más densamente poblado de La Habana.
Gutiérrez y sus colegas también confirmaron incrementos en todas las manifestaciones de violencia e incluso en el consumo de sustancias tóxicas, algo que parecía haber disminuido por el confinamiento y sus impactos en la disminución de las vías de entrada de droga en el país.
Experiencias similares relataron profesionales de otros espacios de atención a la población, como “Acompáñame”, del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociales (Cips), las consejerías del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR), o quienes brindaron orientación a distancia desde los Psicogrupos WhatsApp.
“La depresión y la ansiedad aumentaron en más del 25 por ciento en el primer año de la pandemia, debido a múltiples factores como el aislamiento social, las limitaciones de las personas para trabajar, estar en relación con sus seres queridos o participar en sus comunidades”, explicó Ivon Ernand Thames, psicóloga de OAR.
Esta situación se vio agravada por “la soledad, el miedo a la infección, la posibilidad real de la muerte propia o de los seres queridos y el dolor por los duelos”, agregó Ernand, quien presta servicio en la consejería para mujeres en situaciones de violencia de esa organización no gubernamental.

Talles sobre epidemia de covid-19
Atender el bienestar psicológico de todas las personas que prestan servicios asistenciales, pero también de quienes realizan tareas de cuidado a nivel familiar es esencial para afrontar crisis sanitarias. Foto: SEMlac Cuba

Tanto Gutiérrez como Ernand coincidieron con otras personas en que los grupos más vulnerables fueron las mujeres, niñas y niños y personas mayores, además del personal de la salud y de la educación.
“Ahora estamos recibiendo muchos profesionales de la educación que vienen a consultarnos porque les está costando muchísimo dar respuesta a las demandas de sus alumnos en esta etapa pos pandemia”, detalló, por su parte, la doctora María del Carmen Chao, del Centro de Salud Mental del municipio de Plaza de la Revolución, el más envejecido de la capital.
El ejercicio de una sexualidad plena también se vio afectado durante los años de la pandemia, revelaron estudios realizados por la psicóloga Beatriz Torres, profesora del Centro de Estudios Demográficos (Cedem), de la Universidad de La Habana.
“Las investigaciones apuntan que quienes permanecieron distanciados, porque estaban en otros países o en otras provincias de Cuba, fueron las personas que más sufrieron esta situación, pese a mantener contacto de forma virtual, en particular las relaciones extramaritales”, precisó la también presidenta de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes).
Sin embargo, Torres explicó que los impactos fueron incluso más personalizados. “Cada quien tiene historias de vida y matices distintos, algunos vieron intensificarse las oportunidades para sus relaciones eróticas, la frecuencia de vivir esos lazos, mientras para otros se tornó mucho más complejo”, precisó la experta.

Claves de vida más allá de la pandemia

La necesidad de generar estrategias de capacitación continuas para profesionales de todo tipo que prestan servicios de atención y acompañamiento, basadas en los aprendizajes de estos años, fue uno de los consensos más reiterados del taller.
Para ello, deberían incluirse “las producciones teóricas y metodológicas nacidas de la emergencia en las mallas curriculares de pregrado y postgrado de las diversas especialidades de las ciencias sociales y médicas”, especificó la psicóloga Bárbara Zas, coordinadora de los Psicogrupos WhatsApp.
A juicio de la siquiatra Yamira Puentes Rodríguez, a esta capacitación se le deben añadir los entrenamientos y actualización para el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones, pues “resultan imprescindibles para una competencia y desempeño de calidad en la gestión de la información”.
“Se deben crear regulaciones, tanto a nivel institucional como de ministerios y nacionales, que regulen la práctica de la Telemedicina, la responsabilidad de quienes la ofrecen y su estatus legal”, recomendó Puentes, especialista del Cenesex.
Igualmente, la pandemia dejó como lección aprendida la necesidad de desagregar más las estadísticas de cara a próximas contingencias.
“Es importante recoger la incidencia por edad y sexo, pero también por color de la piel, ocupación y otros diferenciales que luego nos permiten caracterizar mejor a las poblaciones más vulnerables”, explicó la psicóloga y demógrafa Matilde Molina Cintra, también del Cedem.

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Urge establecer alianzas entre iniciativas de acompañamiento, sociedades gremiales e instituciones para atender los efectos de contingencias de todo tipo que puedan llegar en el futuro, fue una conclusión del Taller celebrado los días 21 y 22 de julio en La Habana. Foto: SEMlac

El taller, desde diferentes miradas, insistió en la urgencia de atender el bienestar psicológico de todas las personas que prestan servicios asistenciales por encargo profesional, pero también de quienes realizan tareas de cuidado a nivel familiar.
Para Ernand, se deben mantener acciones comunitarias dirigidas a la prevención y afrontamiento de las secuelas de la pandemia dirigidas esencialmente a los grupos más vulnerables, en dependencia de sus necesidades.
Para ello, varias de las personas participantes del taller dirigieron sus miradas al rol esencial de los medios de comunicación.
“Es muy importante construir protocolos o estrategias comunicativas integrales y flexibles, que puedan coexistir durante largo tiempo, sin desmovilizar a las audiencias”, argumentó la periodista Ania Terrero, de Prensa Latina.
Pero eso implica una relación “de dos vías”, comentó la periodista, quien también es autora de la columna Letras de Género, en Cubadebate.
“Las instituciones y la academia deben acercarse a los medios para brindarles información y aprendizajes, pues periodistas y comunicadores no pueden gestionar la información que no conocen o temas en los que no son especialistas”, agregó Terrero.
En general, el taller identificó como otra urgencia la necesidad de articulaciones entre voluntariados, sociedades gremiales e instituciones, para la organización de la diversidad de alternativas de atención y acompañamiento que puedan producirse en situaciones de emergencia.

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