Autocuidado, un reto de la vida cotidiana

La Habana, septiembre (SEMlac).- Integrar el autocuidado a la existencia diaria es un proceso indispensable para alcanzar bienestar personal y laboral, reconocieron especialistas de diversas disciplinas durante el taller “Construcción de prácticas y estrategias para el autocuidado de profesionales”, desarrollado del 10 al 15 de septiembre en la nación caribeña.

“También hay que ver el autocuidado como un proceder muy necesario en medio de tantas situaciones de violencia a las que nos sometemos a diario desde los diferentes espacios de interacción”, comentó la psiquiatra Yamira Puentes, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), al intervenir en una de las sesiones del encuentro.

Este es el tercer taller sobre autocuidado que organiza el Centro Oscar Arnulfo Romero en alianza con la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad.

Esta vez la agenda se enfocó en las estrategias para el autocuidado de profesionales que enfrentan situaciones de estrés en sus prácticas laborales, en el campo de la atención, investigación y acompañamiento a situaciones de emergencias, desastres o de tensiones sociales, en particular las relacionadas con el acompañamiento y atención a la violencia basada en género.

“Todas las personas necesitan cuidarse e incorporar esas prácticas a su vida diaria y nosotras como profesionales también”, reconoció María del Carmen Chao, psiquiatra infantil.

De acuerdo con la doctora, además de la intensa carga que significa atender a personas con situaciones muy difíciles, el personal especializado en salud mental debe ocuparse de sus propios problemas y situaciones particulares.

“Necesitamos igualmente de espacios de contención, reflexión propia, ayuda y atención; tomarnos un tiempo para canalizar nuestros problemas, algo que no siempre se comprende en la dinámica del trabajo”, reflexionó.

Con esa percepción coincidieron profesionales de la psicología, la psiquiatría, el trabajo social, la comunicación y de otros espacios institucionales y del activismo.

Entre las causas de malestares frecuentes en sus prácticas laborales identificaron los procesos burocráticos, el exceso de normas, las dinámicas estresantes de la vida cotidiana y el trabajo, la falta de tiempo para cumplir con todo, la carga de trabajo por carencia de especialistas y las incomprensiones institucionales y de decisores, entre otras situaciones.

En particular, señalaron como desafiante trabajar con mujeres en situaciones de violencia, gestionar los tiempos, conciliar la vida personal y el trabajo, mantener la motivación, no dejarse llevar por la rutina y renovarse profesionalmente. A la par, reconocieron satisfacción en el trabajo en equipo,  el desarrollo y culminación de proyectos propios, la investigación y el intercambio en familia.

Visto como competencia profesional, señalaron que el autocuidado conlleva el desarrollo de capacidades, habilidades y acciones para gestionar el bienestar personal y colectivo, desde un enfoque ético.

Parar, confrontar, hablar…

«Trabajar desde una perspectiva grupal las  experiencias de autocuidado para profesionales potencia los aprendizajes personales y favorece los procesos reflexivos que puedan conducirnos a la construcción de una práctica sistemática para el cuidado de nuestra salud», comentó a SEMlac la psicóloga Bárbara Zas Ros, estudiosa del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas.

Taller de autocuidado en profesionales
La psicóloga Bárbara Zas Ros insistió en el valor de comprender el autocuidado como un requerimiento técnico y no como una opción personal. Foto: SEMlac Cuba

Durante el taller, la experta insistió en la necesidad de hacer un alto en la vida y el desempeño laboral para poder reflexionar y evaluar lo que nos pasa, algo que no se tiene en cuenta en la formación y práctica profesional, entre otras razones por lo que llama la triada de la resistencia: a la autoevaluación, al autocuidado y a la supervisión como recurso para alcanzarlo.

En ese camino, alertó que es clave reconocer cuándo buscar ayuda, pues el terapeuta es una persona que recibe a otra con sus problemas y puede afectarse con ello.

Existen varias estrategias de ayuda, como la autorreflexión, el acompañamiento supervisado, tomarse tiempo para descansar y reconocer cuándo delegar, explicó Zas Ros, partidaria de comprender “el autocuidado como un requerimiento técnico y no como una opción personal”.

El autocuidado necesita, igualmente, del desarrollo de conocimientos, competencias y habilidades, como el autoconocimiento de límites y capacidades, saber negociar y determinar prioridades, entablar una comunicación asertiva, mantener comportamientos éticos y una actitud abierta de respeto a la diversidad y a la propia supervisión, entre otros aspectos identificados durante el taller.

También adquiere un matiz particular para las mujeres, sobre quienes recaen múltiples mandatos de estereotipos y aprendizajes culturales que las hacen velar por “el cuidado de los otros” en detrimento del suyo, se comentó en el grupo. Ellas, entre múltiples funciones familiares, laborales, sociales y comunitarias, necesitan dedicarse tiempos y atenciones. 

¿Qué sabemos hacer para el cuidado del otro y no aplicamos en nosotros mismos?, ¿qué nuevos recursos y herramientas no conocemos y podemos incorporar a nuestro autocuidado?

Taller de autocuidado en profesionales
Relajación, musicoterapia y otras técnicas asociadas al manejo de las energías, el mindfullnes y la meditación se incluyeron en las sesiones prácticas para propiciar el autocuidado y el bienestar. Foto: SEMlac Cuba

Esas interrogantes guiaron las reflexiones y sesiones prácticas de trabajo, donde se comprobó el beneficio de aplicar técnicas procedentes de la psicología, como la relajación y la musicoterapia; así como otras asociadas al manejo de las energías, el mindfullnes y la meditación.

“A veces sufrimos más por lo que pensamos que por lo que realmente sucede”, comentó durante su presentación el psicólogo Danis Rodríguez Ceballos, de Ciego de Ávila, provincia a unos 420 kilómetros de la capital cubana.

El especialista también reflexionó acerca de aprender a gestionar favorablemente las emociones y los pensamientos para reducir los niveles de estrés y ansiedad.

“No te hace una mala persona decir que no, estar en desacuerdo, poner límites, buscar tiempo a solas, priorizar tus necesidades, cambiar de opinión, no estar de buenas siempre y ser tú misma”, resumió durante el intercambio.

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