Aunque en Cuba fallecen más hombres que mujeres por enfermedades cardiovasculares, los riesgos de sufrir o fallecer por causas relacionadas con el corazón están subestimados para ellas, alertaron especialistas en el XXX Congreso Centroamericano y del Caribe de Cardiología y IX Congreso Cubano de esta especialidad, realizados del 5 al 8 de junio en La Habana.
Estadísticas sanitarias dan cuenta de que, aproximadamente cada 80 segundos, las enfermedades cardiovasculares provocan la muerte de una mujer.
«¿Por qué se nos presta menor atención, si las enfermedades cardiovasculares y los ataques cerebrales son la causa de una de cada tres muertes de mujeres al año en el mundo?, reflexionó la doctora Damaris Hernández, del Instituto Nacional de Cardiología (INC).
Según la experta, la visión que centra la salud cardiovascular masculina como «más vulnerable» ha producido sesgos en el momento del diagnóstico, los métodos de exploración, la valoración de la normalidad en los análisis clínicos y en la aplicación de terapias sin ninguna diferenciación por sexo.
Para el cardiólogo Reinaldo de la Noval, una de las causas fundamentales de que los médicos ignoren su sintomatología está en la protección que proporcionan los estrógenos durante la edad reproductiva de la mujer, aun cuando estos no son una condición infalible para que ellas padezcan estas enfermedades, máxime cuando están presentes otros factores de riesgo».
A juicio de la doctora Hernández, en el caso de las cardiopatías isquémicas, las mujeres son más propensas a tener los síntomas menos característicos, como son el dolor precordial atípico, cansancio inusual, las náuseas y los vómitos, unido a la menor percepción de riesgo por las propias mujeres, motivos de retraso en solicitar y, por tanto, recibir asistencia.
En opinión del doctor De la Noval, la creciente prevalencia de factores de riesgo como obesidad, diabetes, hipertensión y tabaquismo en las mujeres aumenta con el envejecimiento.
Además, en las mujeres con hipertensión o diabetes, el riesgo de sufrir un infarto es cuatro veces mayor que en los hombres, al igual que en aquellas que son obesas, dijo el especialista.
Datos del Anuario Estadístico de Salud de 2017 indican que la primera causa de muerte en Cuba en 2016 fueron, justamente, las enfermedades del corazón, con 27.176 defunciones, 12.803 de mujeres, para 1.449 más que en 2016.
«Un elemento preocupante es la razón de tasas por sexo para la mortalidad por enfermedades del corazón, que en Cuba es de uno por uno, cuando en Europa, por ejemplo, es de tres mujeres por cuatro hombres, lo que nos conduce a la interrogante de si los hombres cubanos tienen muchos factores de riesgo, o nuestras mujeres nos igualan», subrayó el experto.
Otra tendencia se observa en la prevalencia de diabetes mellitus e hipertensión arterial: si en los hombres la diabetes ocupa un cinco por ciento, esta cifra asciende a siete para las mujeres; en tanto, la hipertensión afecta a 20 por ciento de los hombres frente a 24 por ciento de las mujeres.
El tabaquismo, insistió De la Noval, es una causa de enfermedad cardiovascular completamente prevenible.
«Más del 50 por ciento de los infartos de mujeres cubanas de mediana edad son atribuibles a esta adicción. Se conoce que fumar reduce el efecto antiestrogénico e induce el perfil lipídico, por ejemplo», apuntó el especialista.
Del mismo modo, la doctora Hernández llamó la atención sobre el reto de disminuir estos factores de riesgo, de cara al escenario demográfico cubano, con 20,1 por ciento de envejecimiento de la población.
«Por debajo de los 65 años el infarto es entre tres y cuatro veces más frecuente en hombres, pero por encima de los 75 años ocurre mucho más en mujeres», comentó.
A este panorama, especialistas agregan otras determinantes sociales, como las consecuencias de los roles históricamente asignados a uno y otro sexo y que sobrecargan a las mujeres en las tareas del hogar y el cuidado de otros, en detrimento del tiempo para ellas mismas.
De la Noval refiere que las intervenciones farmacológicas suelen ser menos eficaces en el sexo femenino. «¿Será que somos más cobardes los hombres y exigimos más la tableta, o sencillamente la mujer está expuesta a muchas otras actividades y no tiene a veces ni el tiempo de tomarse el medicamento y autocuidar su salud?», reflexionó.
Aunque ellas deben recibir las mismas terapias que los hombres, han estado poco representadas en los ensayos clínicos de cardiología, sobre todo porque no las tienen en cuenta.
«En la investigación médica, los primeros sesgos han sido la exclusión de las mujeres de los trabajos de investigación en los que se basa la asistencia y la docencia actual, la falta de estudio diferencial de los resultados según el sexo y del análisis la perspectiva de género», comentó el especialista.