El aborto voluntario se ha instalado en el imaginario popular cubano como un método anticonceptivo más, alertan especialistas. El hecho preocupa, levanta agudas polémicas y evidencia brechas en la educación de la sexualidad y la planificación familiar.
Karla Machado, una ingeniera capitalina de 31 años, se hizo su primer aborto con 15 años recién cumplidos. Su mamá la acompañó a todas las consultas y luego la convenció de ponerse un dispositivo intrauterino (DIU), «para que no pasara más sustos».
«Ese año ingresé en un preuniversitario (bachillerato) en el campo. Allí estaba toda la semana, sin las condiciones higiénicas de la casa, y comencé a tener inflamaciones pélvicas a repetición provocadas por el DIU», detalló Machado a SEMlac.
Al cabo de unos dos años, una ginecóloga determinó retirarle el dispositivo y después, «ya no encontré un anticonceptivo que me acomodara», aseveró la joven.
«Durante los cinco años de la carrera me hice tres abortos más y, aunque mi mamá me regañaba por las consecuencias que me podían traer, coincidía en que era preferible un legrado (forma popular de llamar al aborto) a tener un bebé en medio de los estudios», explicó.
Ahora, con una profesión consolidada y una pareja estable desde hace cinco años, Machado lleva dos años tratando de salir embarazada y no lo consigue.
«Los resultados de las pruebas no indican un problema de infertilidad, pero más de un médico que ha dicho en los últimos meses que tantas interrupciones pueden haber dañado mi sistema reproductivo», se lamenta.
Una de cada cinco mujeres cubanas en edad fértil se ha practicado abortos en algún momento de sus vidas, confirman estadísticas oficiales. Según la Encuesta Nacional de Fecundidad de 2009, el 21 por ciento de las cubanas entre 15 y 54 años se ha realizado una intervención de ese tipo.
La investigación, levantada por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), señaló también que apenas 12,7 de cada 100 hombres tenía conocimiento de que su pareja se había interrumpido un embarazo.
Ello «pudiera estar indicando que los hombres no necesariamente están informados o recuerdan los eventos de este tipo experimentados por sus parejas sexuales», evalúa el estudio, último de su tipo con representatividad nacional.
Estadísticas continuas del Ministerio de Salud Pública confirman que no es coyuntural la alta recurrencia a la interrupción voluntaria de una gestación.
En 1980, la tasa de abortos provocados en Cuba fue de 42,1 por cada mil mujeres entre 12 y 49 años de edad. Visto de otra manera, se realizaron 76.1 abortos por cada cien partos y 43,2 por cada cien embarazos.
En 2000, la cifra se redujo a 23 interrupciones por cada mil mujeres (52,7 por cada cien partos y 34,5 por cada cien embarazadas).
Sin embargo, ya en 2013 había vuelto a subir hasta 27,1 intervenciones por cada mil mujeres entre 12 y 49 años de edad; 66,9 por cada cien partos o 39,9 por cada cien embarazos.
Los datos confirman la vigencia de lo dicho en 2005 por la doctora Miriam Gran, parte del colectivo de autores del Anuario Estadístico de Salud de Cuba.
«Aunque las tasas de interrupciones de embarazo han mostrado algún descenso, no se puede hablar de una clara tendencia a la baja», explicó en aquel momento, en su tesis doctoral «Interrupción voluntaria de embarazo y anticoncepción. Dos métodos de regulación de la fecundidad».
Diez años después la situación no ha variado mucho y, entre las causas de mayor peso, continúa posicionándose el abandono y la poca sistematicidad en el uso de anticonceptivos, además de algún grado de desinformación acerca de las consecuencias que trae un aborto inducido, sobre todo en las edades adolescentes.
«El descenso se atribuye también al uso creciente en el país de la regulación menstrual, un método que se aplica cuando la mujer acude al especialista inmediatamente después de detectar la tardanza del ciclo menstrual y que resulta menos invasivo», explicó a SEMlac el doctor Jorge Peláez, vicepresidente de la Sociedad Cubana de Obstetricia y Ginecología.
Especialistas advierten que la actitud ante el aborto y la regulación menstrual y ante la anticoncepción por parte de la población cubana femenina y masculina se relaciona con los bajos niveles de fecundidad del país, por debajo del nivel de reemplazo poblacional desde hace más de 30 años.
El tema ha emergido en polémicas diversas, sobre todo en espacios digitales, a partir de una sistemática culpabilización de las mujeres por los bajos niveles de la fecundidad en el país.
La colega Helen Hernández Hormilla lamentaba el pasado mayo la manipulación del tema por un conocido segmento del informativo estelar de la televisión, en un intento por sumarse al llamado a elevar los nacimientos en el país, sin reconocer el valor del aborto como derecho conquistado.
«Algo por lo que luchan muchas de nuestras hermanas feministas en todas partes del mundo», señalaba Hernández Hormilla.
«Me parece ofensivo que, con marcada intencionalidad, un material periodístico se detenga en un comentario de una ciudadana incuestionablemente feliz por su elección (no abortar), pero ignorante de lo que la imposibilidad de acceder a ello puede costar a otras mujeres, cuando son juzgadas o se les impide decidir lo contrario», reflexionaba Hernández Hormilla en un texto publicado por SEMlac.
La discusión se torna compleja. «La anticoncepción y el aborto son, efectivamente, los determinantes más próximos de la fecundidad en Cuba», aseveró a SEMlac la doctora Grisell Rodríguez, del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.
«El aborto, como variable intermedia de la fecundidad, ha jugado un importante papel en los cambios que se han venido observando en las últimas décadas», suscribe por su parte la doctora María Elena Benítez, también del CEDEM, en su artículo «Evitar mejor que abortar».
«Diferentes estudios han mostrado que, después de la anticoncepción, es el segundo determinante próximo del número de hijos en Cuba», precisa Benítez.
Pese a que las causas de la baja fecundidad son múltiples y actúan en sistema, especialistas consultados para la realización de este reporte coinciden en que el aborto se usa en Cuba como un método anticonceptivo más y ello apunta a una distorsión de la educación de la sexualidad y la planificación familiar.
«Si se va a la raíz, puede identificarse el inicio cada vez más temprano de las relaciones sexuales, el poco y mal uso de los métodos anticonceptivos, entre otros elementos», argumentó el doctor Peláez.
«Ello trae un embarazo que, a su vez, trae un aborto y, a la larga, puede aparecer la infertilidad, además de otros problemas como el embarazo ectópico y las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).
En los últimos tiempos hay una tendencia en el discurso de los médicos, que
he escuchado en diversos escenarios donde participo como investigadora en
temas de Sociología de la Salud, a hablar sobre el abuso del aborto. Estoy
de acuerdo que el aborto nunca debe asumirse como un método de
anticoncepción y me parece que es muy correcto que exista preocupación sobre
su abuso en términos de las consecuencias negativas que tiene para la salud
reproductiva de la mujer. No voy a discutir eso, solo quiero asentir sobre
que comparto esas preocupaciones. Pero más me inquieta que solo se venga
hablando del problema, o fundamentalmente desde esa perspectiva, y no se
tengan en cuenta otros análisis como los que aquí quiero mencionar: 1) no se
enfatiza que esa situación tiene una determinante que es la cultura
patriarcal que aún prevalece en la planificación familiar y las relaciones
de pareja, el problema fundamental no está en la falta de conocimiento y uso
de anticonceptivos por parte de las jóvenes, o mujeres en general, sino en
las relaciones patriarcales que aún imperan en las parejas donde la mujer
tiene la responsabilidad de la planificación familiar, 2) no se discute en
la misma medida las consecuencias que para la salud reproductiva de las
adolescentes, jóvenes y mujeres de cualquier edad, así como para la familia,
trae no hacerse el aborto si no se tienen las condiciones adecuadas para
tener un hijo. 3) no se habla lo suficiente de que el aborto es un derecho
de la mujer, una conquista sobre el control de su cuerpo y que cualquier
discusión que ponga en peligro ese derecho es una intervención en sus
derechos reproductivos. 4) que el abuso del aborto ha estado presente no
solo después que se estableció como derecho en Cuba a partir de los 60,
conozco muchas mujeres que en la década de los 50 tenían records en el uso
del aborto, hay que tener cuidado con generar la idea de que el uso libre
sea la causa del abuso. En América Latina países donde está prohibido tienen
records en el uso del aborto. 5) la política de salud no siempre facilita un
abordaje de pareja en el tema de la planificación familiar. La consulta que
existe para educar a las mujeres en el tema se ha centrado en las mujeres y
lo que menos hace es educar. En las farmacias se venden condones vencidos.
Lo que llama la atención que es hora de tener una discusión desde la
perspectiva de género de la política en esa área. Estos podrían ser temas
también para enriquecer el debate y hacerlo un poco más objetivo. En fin, lo
que me agradaría es que el debate fuera más sistémico, más integral, que
tuviera en cuenta todas las variables que inciden en el asunto y no
olvidáramos que en el centro de toda la discusión siempre debe estar el
bienestar de las mujeres y la cultura patriarcal que aún impera en la
sociedad cubana.