Cuando hace cinco años se anunciaba el inicio de una nueva política económica en Cuba, en busca de mayor eficiencia y productividad, se abría una gran expectativa entre la población de la isla, ante medidas que implicaban directamente las áreas del empleo, la producción, el consumo, las dinámicas financieras y la calidad de vida.
La reducción considerable del empleo estatal, el pluriempleo, el relanzamiento y ampliación del sector no estatal, la reestructuración empresarial, el experimento de las cooperativas no agropecuarias, la posibilidad de que los estudiantes trabajen, la venta de autos y viviendas, la autorización de operaciones entre el sector no estatal y el estatal, así como la ampliación de sitios para la conexión wifi son algunas de las novedades que se han ido poniendo en marcha.
Una gran interrogante se extendía, sin embargo, cuando se asociaban los cambios a la vida de las mujeres. ¿Podrían insertarse en igualdad de condiciones a las nuevas oportunidades? ¿Los cambios impactarían por igual en ellas que en los hombres? ¿Quedarían protegidos los derechos y conquistas que lograron en tantos años como trabajadoras?
¿Tendrían las mismas oportunidades que los hombres? ¿Qué pasaría con la fuerza calificada, preponderantemente femenina?… En puestos estatales y privados, en las dinámicas familiares y el hogar, ellas siguen estando en el vórtice de los cambios económicos y estos, a su vez, van marcando sus historias de vida.
Esta monografía recorre algunas de esas vivencias de cubanas que, con espíritu emprendedor, son parte de esas dinámicas, aun sin dejar de ser trabajadoras que asumen las labores domésticas sin paga ni vacaciones. Sus experiencias y los criterios de especialistas confirman, también, que el impacto de esos cambios lo han vivido de un modo diferente.