Variedad de mujeres pueblan el ámbito rural cubano con sus historias y vivencias, más allá de la producción del campo, que sigue siendo necesaria y a la cual se incorporan, de un modo u otro. Allí conviven las que dirigen granjas y son abanderadas de la técnica aplicada a la producción, con las que se encargan del huerto en casa o asumen el cuidado de la familia, los animales y las labores domésticas, sin salario a cambio.
Las hay directamente vinculadas a la producción, incluso como titulares de tierras, o en cualquier otro puesto de trabajo no menos importante para la vida cotidiana: el de maestra, médica o empleada de un banco. También están la joven que interrumpió los estudios por un embarazo temprano que no esperaba y le hizo cambiar sus planes, o la universitaria que no regresó a su pueblo y empezó una vida nueva en la capital, donde encontró otras oportunidades más atractivas.
Diversas circunstancias atraviesan sus vidas, dentro y fuera de casa. Aunque se fomenta su participación en las organizaciones agrícolas, todavía es baja su inserción y el reconocimiento de sus aportes a la agricultura o la economía.
Ganan nuevos espacios de participación política, pero aún queda recorrer un camino que las sitúe activamente en espacios de decisión, en el propio mundo del empleo y la tenencia de tierras y propiedades, en igualdad de condiciones y oportunidades que los hombres. Hacia esas y otras realidades dirige sus miradas la Red Nacional de Organismos e Instituciones de apoyo a la Mujer Rural (Red de Mujer Rural), que coordina la Federación de Mujeres Cubanas (FMC).
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