Por Dainerys Mesa Padrón
Ser modelo en Cuba no es la carrera de ensueño que muchas personas piensan. Así lo vive y lo cuenta María Karla Herrera, quien a la par de sus estudios de Historia del Arte, en la Universidad de La Habana, realiza este ejercicio artístico.
Aunque el país existen distintas vías para convertirse en modelo, la mayoría de ellas no está avalada por una institución que legitime este trabajo como “profesional”. Las casas de cultura y los proyectos comunitarios forman a niñas y niños, adolescentes y juventudes en el modelaje, pero una vez alcanzada cierta madurez, solo unos pocos continúan esta carrera. Mediante un taller de la Agencia Artística de Artes Escénicas ACTUAR pueden alcanzar esa condición quienes poseen las condiciones físicas (estatura, peso, mayores de edad…). No hay, además de esta, otra entidad de formación o representación del trabajo de modelaje.De esta cadena de acontecimientos deriva que en Cuba los y las modelos no reciban igual reconocimiento social por su trabajo, que los profesionales de otras ramas del arte.
“Esto se debe ̶ explica María Karla ̶ a que son pocos los espacios y eventos dedicados a visibilizar nuestra actividad. En este sentido, la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA) ha dado un importante paso a favor con la creación de la Semana de la Moda de La Habana. Este evento promociona la labor de los principales diseñadores y artesanos del país; actividad que ha venido ganando cada vez más en público y reconocimiento.
“Al no existir un reconocimiento cabal de nuestra condición de ´artistas´ y trabajadores de la cultura, muchas veces tenemos que enfrentar y asumir disposiciones que provienen de entes ajenos a este medio, más bien vinculados con el comercio, la gastronomía y otros sectores que atentan contra nuestras condiciones laborales y la calidad de nuestro trabajo”.
El intrusismo profesional en las decisiones que atañen a las y los modelos, la banalización de esta actividad en el país durante década, y la ausencia de espacios de competencia profesional son elementos que desencadenan muchos retos para desarrollar esta manifestación. El primero de ellos es conjugar varias actividades profesionales con el modelaje.
“Si hay algo que caracteriza a la generación actual de modelos cubanos es que tenemos responsabilidades ajenas a nuestra profesión como modelos, ya sea con el estudio o el trabajo, y en ocasiones es difícil encontrar un equilibrio entre todas sin sacrificar o afectar alguna de ellas.
“Otra cuestión tiene que ver con que el ´éxito´ funciona en un entorno muy estrecho, cuando más local. Los que desde Cuba han logrado, al menos, cierto reconocimiento a nivel internacional, lo han conseguido de forma inesperada, pues son situaciones que se dan de forma especial. Por eso pienso que, en Cuba, no eres modelo porque quieres ser exitoso, sino porque te gusta serlo”.
En el intento de María Karla por hacer coincidir varias de sus actividades diarias, la joven escogió, como tema de tesis, la evolución de la fotografía de moda en la isla. Opina que este tema, a pesar del silencio que tuvo a partir de 1959, participa en la conformación de la visualidad y la estética de una época, así como en la construcción de las imágenes de nuestro país hacia el exterior.
“Debido al cambio de paradigma que trajo consigo la Revolución, desaparecen en los primeros años del triunfo las publicaciones dedicadas a la difusión de la moda y, consecuentemente, la vertiente fotográfica encaminada a su presentación. Con el paso de los años, la ausencia de publicaciones de este tipo hizo que la fotografía de moda también se mantuviera eclipsada.
“Tras las aperturas económicas experimentadas en la isla en los últimos años y la novedosa actividad privada, se está produciendo una especie de ‘renacer’ en este género fotográfico. Dan fe de esto la creación de disímiles estudios fotográficos, la inauguración de tiendas y atelieres de diseñadores que realizan catálogos de sus producciones, las nuevas formas de publicidad implementadas en el ´paquete semanal´ y las publicaciones que en este circulan. En el contexto cubano de hoy, muchos fotógrafos se reconocen a sí mismos como fotógrafos de moda, y otros (en mi opinión los mejores), aunque no se autodenominan como tal, lo son. La carencia de una tradición constante en esta práctica, que tiene sus últimas manifestaciones reales hace más de 50 años, ha obligado a estos fotógrafos a un surgir ‘desde cero’ y es la causa fundamental de todas las confusiones que se generan alrededor de este fenómeno en la actualidad”.