Las demandas actuales de la gestión empresarial se sustentan en su capital humano. Para garantizar un trabajo exitoso, este incluye la salud y la seguridad en el trabajo. La mujer en el siglo actual ocupa los espacios públicos del contexto laboral y, además, se ha consolidado como un recurso humano valioso e indispensable en el desarrollo social de cada país.

Sin embargo, su desempeño laboral está sesgado por factores de riesgos psicosociales, que constituyen una brecha para determinar las acciones que garanticen una adecuada promoción de la salud en el ámbito laboral.

No visibilizar algunas formas de violencia, estrés u otras problemáticas que afectan la salud en el contexto laboral y el desconocimiento de los procesos de cambios, que se suscitan en las etapas del desarrollo de la mujer y el hombre, concerniente a su salud sexual y reproductiva, trae afectaciones en su desempeño y en la calidad de vida.

El reconocimiento de los riesgos psicosociales desde la perspectiva de género potencian una mejor salud laboral y calidad de vida para estos profesionales; en particular las mujeres, colocándolas en igualdad de oportunidades y equidad, desde su perfil laboral y personal.

Las brechas de género que se suscitan entre hombres y mujeres constituyen aspectos no resueltos en una cultura patriarcal, milenaria, donde la mujer ha sido subordinada, subestimada y, por ende, vulnerada en sus derechos.

La sociedad cubana redujo las brechas de género y ha empoderado a la mujer, lo cual se evidencia en el gran número de estas con acceso al empleo, cargos de dirección, niveles profesionales significativos y una amplia cobertura de salud, en general, y de la salud sexual y reproductiva. Sin embargo, no siempre se visibilizan las desigualdades que las afectan en el contexto laboral, ni se logra identificar la violencia laboral, el acoso psicológico o sexual como factores de riesgo para su salud.

En los contextos laborales en la actualidad de Cuba, según datos del censo de población de 2012, ellas constituyen mayoría.

La exposición a factores de estrés afecta con frecuencia la calidad de vida de las mujeres, ocasionando problemas de salud, que se subsumen en «supuestos positivos falsos» vinculados con malestares óseos, hipertensión arterial, irritabilidad, cansancio y otros, que tienen que ver más, con «la sobrecarga doméstica y las exigencias laborales», que con el «supuesto período de climaterio o menopausia» o con la idea de que se «casan y tienen hijos para cuidar», como en ocasiones se quiere asociar.

Las peculiaridades de las mujeres en estos ciclos de vida deben tenerse en cuenta para organizar estrategias de promoción de salud, que las empodere en el contexto laboral, para reducir los factores psicosociales que las afectan.

Considerar la perspectiva de género en la identificación y prevención de los riesgos psicosociales, así como el empoderamiento de las mujeres en su seguridad y salud del trabajo, constituye una asignatura pendiente que puede ser potenciada en las instituciones con investigaciones y acciones más contextualizada a las realidades de hoy.

Desarrollo

La salud es resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, ambientales, legales, entre otros, como bien se describe en los determinantes de la salud, que abarcan el accionar del ser humano en sus relaciones y vínculos sociales.

Sin embargo, estas determinantes sociales de la salud no siempre se tienen en cuenta para la organización de proyectos de vida saludable en el contexto laboral.

A veces se obvian, sobrecargando la labor de las mujeres o minimizando estos riesgos laborales psicosociales; los cuales son enfocados como: «crisis del climaterio», «problemas por el matrimonio», «alteraciones de los nervios». De ese modo se suele enmascarar la realidad de los hechos que afectan laboralmente a las mujeres.

Es importante identificar que la salud tiene diversas expresiones: salud mental, física, social, laboral, sexual y reproductiva, entre otras. Las que están debidamente articuladas como un sistema ecológico y holístico, dado que el ser humano es un ser integral y no escindido en partes.

Los supuestos antes mencionados colocan a las mujeres en una condición difícil en el contexto laboral, generalmente se suelen identificar factores de riesgo psicosociales, pero no se explicitan porque no son reconocidos, ni visibilizados; estos se naturalizan desde una mirada androcéntrica y hegemónica. Es decir, con un enfoque patriarcal masculino.

Reconocer estos factores psicosociales desde una mirada de género ayuda a potenciar la calidad de vida de las mujeres y les facilita un contexto laboral más humanista, saludable, en igualdad de posibilidades y condiciones.

Género y contexto laboral

El género es una categoría social y un constructo que determina «lo que es femenino o masculino» en cada cultura, lo asignado, adquirido y asumido como hombres y mujeres en cada contexto social, a partir de la diferenciación sexual. A partir de esa diferencia sexual se determinan todos los papeles que unas y otros deberán desempeñar, o se espera que desempeñen, en sus contextos de relaciones y vínculos. Son los roles de género que marcan los deberes, los comportamientos, las actividades y las expectativas, considerados socialmente apropiados para las personas que pertenecen al género masculino o al género femenino . Estos roles de género, en nuestra cultura patriarcal, son contrapuestos y binarios, estereotipados e impuestos, los cuales generan brechas y desigualdad, así como pocas oportunidades de desarrollo para mujeres y hombres.

Esta distribución de «roles» masculinos y femeninos aparece desde las edades más tempranas. Así, los hombres son educados para proveer, disimular sus emociones, controlar y tener poder; en tanto a las mujeres se les asignan roles de sacrificio ante la familia, el esposo, los hijos; se le inculca cuidar a «todos» primero: «los otros y después ellas». Son aprendidos y ejecutados durante toda la vida, lo cual lleva su trascendencia al ámbito laboral, sobrecargando sus funciones y, por ende, su salud.

¿Cuántas veces escuchamos frases como estas?

– La mujer es de la casa, el hombre es de la calle.

– Mujeres, niñas y perros deben tener dueños.

– Los niños y los hombres no lloran.

– El hombre lo gana y controla, la mujer lo gasta.

– Las mujeres aman y sufren, los hombres quieren.

Estas frases condicionan un comportamiento diferente entre hombres y mujeres, así como las formas de enfrentar situaciones de la vida cotidiana. Constituyen maneras de expresión de la sexualidad masculina y femenina, condicionan exclusión, subordinación, pautas rígidas que afectan tanto a hombres como a mujeres en el ejercicio pleno de su masculinidad o feminidad, en función de sus intereses, necesidades y particularidades individuales.

Estereotipos de género en las relaciones laborales

Para entender lo que sucede en el ámbito laboral y comprender el impacto de los estereotipos en las relaciones interpersonales, en la productividad y en la salud mental, valoremos algunas frases que se pueden escuchar en cualquier contexto organizacional:

– ¡Está muy buena!, se ve muy bien; me la voy a llevar a mi departamento…

– Esa vieja por qué no se retira ya… mira que j…

– Oye, esa muchachita nueva que tiene un niño pequeño y falta tanto, me afecta la asistencia y la productividad….

– ¡A esa le voy a dar bastante trabajo! Para que ella solita, solita, pida la baja…

– Por eso me gusta trabajar con hombres, ellos no van tanto al médico…

– Ese informe lo quiero para hoy, si tienes problemas con la tarea de tus hijos y no puedes quedarte después de hora, pide la baja y…

– Amiga, ya no quiero ir por la oficina del jefe porque….

Comentarios como estos se observan con frecuencia en el contexto laboral; sin embargo, pasan sin una réplica por quienes escuchan, naturalizando la violencia laboral, sexual, la discriminación y otras acciones lascivas a la dignidad e integridad de la mujer.

La identificación de los riesgos psicosociales constituyen pilares para realizar una promoción de la salud y seguridad en el trabajo desde la perspectiva de género, sostenida desde las necesidades particularidades de los y las trabajadoras, en función de un trabajo digno, que contribuya a la calidad de vida y a establecer relaciones de trabajo en equidad e igualdad de oportunidades.

Para la reflexión proponemos estas interrogantes a discusión.

¿Cómo abordar la evaluación de riesgos y beneficios desde la empresa?

¿Qué estrategia o acciones de promoción de salud y prevención organizar?

¿Qué papel desempeñan las organizaciones, en la promoción de la salud, desde esta perspectiva?

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