Mujeres: retos frente al nuevo tablero económico

El nuevo mapa económico que se va dibujando en Cuba, a partir de la incorporación vertiginosa de nuevos actores económicos, impone retos enormes para la buena marcha de las pequeñas y medianas empresas que van naciendo. Pero, a juicio de la economista Ileana Díaz Fernández, las mujeres, en particular, llegan al terreno con desventaja.

“Los desafíos para las nuevas formas de gestión en general, y en particular para las llamadas Mipymes (micro, pequeñas y medianas empresas), son grandes para cualquiera, ya sea un hombre o una mujer quien esté a cargo”, asevera la investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana (Ceec), de la Universidad de La Habana.

“En primer lugar, porque el país no está preparado para este escenario”, afirma la profesora universitaria y coordinadora de la Red de Emprendimiento e Innovación de la casa de altos estudios capitalina.

“Estos nuevos actores económicos generan una enorme heterogeneidad en el tejido económico y empresarial del país, y hasta ahora ese tejido ha estado formado prácticamente solo por empresas estatales”, explica.

Sin embargo, en este nuevo mapa económico la mayoría de las empresas aprobadas hasta ahora no son estatales. Datos publicados el pasado 27 de mayo contabilizaban 3.563 mipymes desde que inició el proceso, en septiembre de 2021, de las cuales 3.460 son privadas, 51 estatales y 52 cooperativas.

“La diversificación es enorme, aunque eso no le resta determinado protagonismo a las empresas estatales, pues estas siguen siendo las más grandes y las que mueven mayores volúmenes de economía. Pero es un cambio que demanda otras miradas, visiones complementarias y más integrales”, asevera Díaz Fernández.

¿Y estas miradas integrales incluyen los enfoques de género?

Por supuesto. Si analizamos los números, tenemos que hasta ahora solo alrededor del 22 por ciento de los socios de mipymes son mujeres. Ya ahí empieza a mostrarse una situación que siempre ha sido evidente, pero ahora lo es mucho más. Era algo que se veía venir, porque en el trabajo por cuenta propia poco más del 30 por ciento era desempeñado por mujeres, pero de esa proporción una parte sustantiva eran trabajadoras contratadas, no dueñas de negocios.

No es el mismo desafío ser mujer en una empresa estatal y ser promovida a un cargo de dirección, que ser dueña de una empresa privada, donde ese puesto implica un enorme peso económico.

¿Por qué dice que las mujeres están en desventaja?

Un asunto importante tiene que ver con el capital acumulado. Ellas poseen menor capital acumulado que los hombres. No hablo solo de capital financiero, sino también de ese capital social, relacional, que les permite moverse con mayor facilidad en el mundo empresarial, de negocios. ¿Cuántas dueñas de casa hay? ¿Cuántas mujeres poseen un auto que sea propio? ¿Cuántas poseen un recurso que sea comercializable?

Hay que tener en cuenta que estas empresas se establecen, por lo general, en las casas de las personas. Ahí tenemos un elemento de freno para las mujeres, si la casa no es propia o si dependen de la autorización de un esposo u otros familiares. Eso puede ser una problemática para el hombre también, pero en el caso de las mujeres resulta aún más sensible.

Otro elemento es el capital relacional. Las mujeres tienen menos capital relacional que los hombres. Han trabajado básicamente en el sector público o estatal y, generalmente, como funcionarias o especialistas y no en un puesto de dirección o de toma de decisiones. Eso implica un capital relacional mucho más limitado.

¿Y las cargas del cuidado y domésticas?

Ese es otro freno para ese capital relacional y para el propio desempeño del negocio.  Como generalmente tienen una segunda jornada laboral, eso las obliga a irse temprano para la casa, por lo cual no pueden establecer ese tipo de relaciones a las que sí acostumbran los hombres, después de la jornada laboral: tomarse una cerveza, compartir un café. En esos momentos también se gestiona el capital relacional.

La actual situación económica agudiza todas estas disparidades, porque no estamos en unas condiciones en las que se pueda acceder fácilmente a créditos, por ejemplo. Los últimos datos en relación con el trabajo por cuenta propia revelaban que una proporción mínima de mujeres accedían a créditos. Sin embargo, según algunas encuestas, ellas eran las que más estaban dispuestas a acceder a los créditos porque, justamente, eran las que tenían menos recursos.

Si la mirada de género al nuevo escenario económico no es del todo transversal, al menos sería bueno incluir acciones afirmativas que permitan equilibrar las diferencias. Pero hoy aún no existen.

¿El acceso diferenciado a créditos es una de esas medidas afirmativas? ¿Cuáles serían otras?

Por ejemplo, los incentivos fiscales, facilidades diversas para acceder a los negocios, asesoría individualizada. Si encima de todo eso estamos en una situación tan deprimida en relación con el acceso a los círculos infantiles, la gestión de la alimentación y la vida cotidiana, pues todo se agudiza mucho más.

El escenario se agrava en unas condiciones en que, además, estos nuevos actores económicos no cuentan con las suficientes protecciones. El actual Código del Trabajo establece derechos mínimos para las formas no estatales.

Ahora se está hablando de proyecto, que justamente dé prioridad a las mujeres para acceder a las nuevas formas de gestión de la economía. Pero hasta el momento no hay nada concreto. Por tanto, los hombres tienen un escalón superior en cuanto a sus condiciones de partida.

Es algo que ocurre en toda América Latina, pero en Cuba lo vemos con mucha fuerza por nuestro sistema social. En otros países de la región, las mujeres tienen que acceder a créditos a través de sus maridos, por ejemplo, pero el hecho de que no estemos en una situación peor no quiere decir tampoco que estemos en la mejor.

¿Desde la Red de Emprendimiento están promoviendo algún asesoramiento en este sentido?

La red nació en 2016 y se trata básicamente de un espacio de investigaciones, aunque trabajamos muy cerca de emprendedores y emprendedoras, pues son el escenario de nuestros estudios. Tenemos una deuda con los estudios de género, aunque incorporamos algunos enfoques. Pero sucede que entre quienes integran la Red casi nadie trabaja los dos perfiles: hay quienes estudian las teorías de género y no les interesa meterse en los emprendimientos y viceversa.

Pero tratamos de incorporar en nuestros estudios y capacitaciones a las emprendedoras y las dos investigaciones que tenemos ahora mismo en plan van a incorporar estos enfoques. Una de ellas tiene que ver con la política de fomento para las mipymes y tendrá una mirada específica a grupos en posiciones de vulnerabilidad, donde se incluyen las mujeres. También estaremos abordando la responsabilidad social, que es mucho más que esto, pero lo incluye.

La segunda investigación transversalizará más la mirada de género, pues tiene que ver con el impacto de las pymes en lo económico y social. Ya hicimos un taller metodológico para definir indicadores y vamos a partir de un análisis sociodemográfico, para no verlo solo desde un punto de vista económico o desde el empleo. Es una investigación que comienza a levantar información ahora en seis provincias y estará aportando resultados a la vuelta de un año aproximadamente.

No se puede pensar solo en necesidades económicas, sin tener en cuenta las sociales; como tampoco mirar solo lo social, sin tener en cuenta lo económico.

1 comentario

  1. Muy interesante artículo. Me gustó mucho lo del capital relacional, era un término que no conocía y que es muy cierto. Queda mucho por hacer en investigaciones de brechas de género o enfoque de géneros. La sociedad lo necesita. Felicitaciones a la autora por sus esclarecedoras explicaciones y su trabajo en estas temáticas.

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