Mujeres en la encrucijada del trabajo por cuenta propia

En medio de un escenario socioeconómico que ha potenciado recientemente diversas formas de gestión, como las pequeñas y medianas empresas, cooperativas y otras iniciativas de desarrollo, el trabajo por cuenta propia sigue siendo, para miles de mujeres en Cuba, una opción a su proyecto de vida.

Fue ese el camino que hace ya 12 años escogió Bárbara Puentes, quien se dedica junto a su esposo a la fabricación de vinos artesanales en Bayamo, provincia de Granma, a unos 700 kilómetros al este de La Habana.

Su esposo elabora vinos desde los años noventa, pero solo hasta después de 2010, cuando se jubiló, fue que Puentes quiso registrarse como trabajadora por cuenta propia y dedicarse a esa labor. Ella también elabora vinagre, una producción completamente suya, cuenta a SEMlac.

Ahora es una de las 201.654 mujeres que, al cierre de agosto de 2022, reportaba el Registro de Contribuyentes de la Oficina Nacional de Administración Tributaria como adscritas al trabajo por cuenta propia; poco más del 34 por ciento de las 585.921 personas acogidas a esa modalidad de empleo.

Sin embargo, aunque las estadísticas hablan de una mayor incorporación de ellas a este segmento del sector privado en la nación caribeña, una mirada a las actividades donde ejercen revela que algunas brechas se mantienen.

Datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) dan cuenta de que las mujeres siguen trabajando, en su mayoría, en ámbitos tradicionalmente femeninos, como los servicios, los cuidados y la atención educativa a niñas y niños.

La especialista principal del Grupo de Trabajo por Cuenta Propia del MTSS, Yenisey González, apuntó recientemente a la agencia Prensa Latina que en provincias como La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Sancti Spíritus y Santiago de Cuba se registra un incremento de la inserción femenina en esta forma de gestión, pero el mayor número de ellas se desempeña como trabajadoras contratadas.

Mujeres trabajadoras
Datos del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) dan cuenta de que las mujeres se mantienen laborando, en su mayoría, en ámbitos tradicionalmente femeninos, como los servicios, los cuidados y la atención educativa a los niños. Foto: SEMlac Cuba

Sobresalen, por ejemplo, entre las actividades relacionadas con alojamiento y alimentos, inmobiliarias, industria manufacturera, servicios de belleza y domésticos, información, comunicaciones y telecomunicaciones, dijo.

A juicio de la economista Ileana Díaz Fernández, el trabajo por cuenta propia es un escenario de empleo válido para las mujeres. “Puede ser una forma de ganar experiencia en el manejo de negocios a pequeña escala y después crecer. Todo depende de la condiciones y competencias de la persona”, dijo a SEMlac.

Con esta experta coincide la socióloga Dayma Echevarría León, profesora del Centro de Estudios de la Economía Cubana (Ceec), quien explicó que aún con la presencia de mipymes, cooperativas no agropecuarias y proyectos de desarrollo local, el trabajo por cuenta propia sigue siendo un espacio laboral legítimo, también para las mujeres.

Esta modalidad representa un tipo de actividad realizada por menos de tres personas, dijo la especialista, quien agregó que es la figura económica con mayor autonomía para la toma de decisiones.

Sin embargo, Echevarría sostiene que “las mujeres seguimos enfrentando los mismos retos para entrar en este mundo: acceso a recursos que empoderan (tiempo, dinero, propiedades, redes de información y contactos)”.

A ello se suman las otras crisis agudizadas por la pandemia de covid-19, como la económica, que significó para este tipo de emprendimientos un escenario de, por un lado, innovar, y por otro de sobrevivencia, explicó Díaz Fernández.

“El contexto actual de la economía cubana agrava todo ello, incluso les hace difícil crecer a aquellos emprendimientos ya consolidados”, agregó la economista.

Bien lo sabe Puentes, quien considera que la principal dificultad con la que chocan las trabajadoras por cuenta propia que, como ella, se dedican a la elaboración de alimentos, es la falta de materias primas.

“Mi esposo y yo hemos buscado las vías, mediante contratos, para tratar de que nos vendan azúcar de manera mayorista, por ser un producto imprescindible para nuestro trabajo. Pero no hemos conseguido un suministro estable y no podemos darnos el lujo de no producir vinos, porque de eso vivimos.

“El precio de ese renglón en el mercado negro ha aumentado exponencialmente, además del riesgo que implica la ilegalidad. Por eso vimos con buenos ojos la posibilidad de establecer contratos con entidades estatales que nos dieran acceso al producto, pero en realidad es un proceso engorroso, que lejos de estimular, desestimula”, comentó la cuentapropista.

Puentes refiere que, en el contexto de las modificaciones económicas, firmaron un contrato con la empresa de materias primas para el suministro de botellas, pero este año el precio subió, sin que haya una razón para ello, pues se trata de productos reciclados, no de una nueva producción.

El difícil acceso a recursos es también una de las principales limitaciones para Dayana Pulido, emprendedora de 30 años de edad que lleva adelante el proyecto Daya cosmética natural, en el municipio habanero de Diez de Octubre.

Dayana Pulido, emprendedora de 30 años
Dayana Pulido, emprendedora de 30 años que lleva adelante el proyecto Daya cosmética natural, en el municipio habanero de Diez de Octubre. Foto: SEMlac Cuba

Pulido es profesora de la Facultad de Turismo de la Universidad de La Habana y, durante la pandemia de covid-19, comenzó la producción de cosméticos para uso propio y de su familia, luego para sus amistades, hasta que decidió establecer el negocio y comenzar la venta online.

Entre las estrategias que ha implementado, en medio de las limitaciones del contexto económico, está la de acceder a presentaciones que favorezcan sus ventas y, a la vez, le permitan interactuar con clientes, establecer redes con otros trabajadores por cuenta propia y así intercambiar e impulsar el reciclaje y la reutilización efectiva de recursos que, para otros negocios, son residuos.

Entre nuevos cambios y viejas brechas

La eliminación, en septiembre de 2021, del listado de 127 actividades aprobadas hasta ese momento fue la principal transformación de las disposiciones que actualizaron el ejercicio del trabajo por cuenta propia.

Estas normas no establecieron nuevos desempeños, sino que definieron las actividades que quedarían prohibidas, por lo que se abrieron más posibilidades de empleo. Actualmente sobrepasan 2.000 las áreas en que, de acuerdo con el Clasificador Nacional de Actividades Económicas, puede desempeñar una persona en esta forma de gestión.

Otras actualizaciones fueron la generalización del reconocimiento del mínimo exento de los tributos (39.120 pesos, equivalentes a 326 dólares a la tasa oficial en las casas de cambio) a todos los trabajadores por cuenta propia; antes solo se les reconocía a un grupo de actividades.

Mujeres trabajadoras en Cuba
Especialistas subrayan la importancia del contrato de trabajo, documento donde se pactan todas las cláusulas, incluida la forma de pago, que no debe estar por debajo del salario mínimo del país; las horas de labor, el descanso y la licencia de maternidad. Foto: SEMlac Cuba

Junto a las transformaciones económicas, el 13 de octubre de 2021 se aprobó por el Consejo de Estado el decreto-ley De la maternidad de la trabajadora y la responsabilidad de las familias, que incrementa los derechos de las mujeres en el sector estatal, que concede garantías igualmente a las que laboran en el no estatal.

Si bien la ley las ampara, existen vulnerabilidades aún en este tema para ellas, reconoció Yumerky Santana, directora de Fuerza de trabajo calificada en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), durante un panel realizado en noviembre en el Centro Loyola, de filiación religiosa, en ocasión del Día de la Mujer Emprendedora.

“Ellas tienen derecho a la licencia, pero no tienen seguridad de que luego su puesto de trabajo esté garantizado, y ese empleador vuelva a contratarles”, dijo.

“Los derechos laborales están refrendados en el Código de Trabajo, en cualquier sector deben tener su convenio con el empleador, contrato por escrito donde se incluya su horario de trabajo, el salario por la labor a realizar, que no debe estar por debajo del salario mínimo del país; las horas de labor, el descanso, el derecho a la maternidad, al certificado médico…”, enumeró.

“Pero todavía existen brechas y ese es uno de los retos: identificar las vulnerabilidades para poder dirigir políticas y proteger a las mujeres”, subrayó la especialista.

Velar por estas y otras garantías para las cubanas, independientemente del sector laboral que ocupen, es uno de los propósitos del Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres (PAM), aprobado por el Consejo de ministros el 30 de octubre de 2020. Este documento incluye como una de sus siete áreas de especial atención, el empoderamiento económico de las mujeres.

El programa exige a personas naturales y jurídicas empleadoras la creación de condiciones adecuadas de trabajo, que permitan el desarrollo de su actividad laboral sin discriminación, tanto en la contratación como en el ejercicio de sus funciones. Pero falta aún por concretar esa protección formal en la vida real.

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