Las mujeres parecieran tener más tendencia a la asociación en el sector cuentapropista que los hombres, de acuerdo con algunas indagaciones realizadas en la capital cubana. Aunque se trata de trabajos exploratorios que no alcanzan un valor representativo, sí revelan aspectos esenciales que deberán profundizarse en estudios futuros, aseguran Ileana Díaz Fernández, investigadora del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La Habana, y Luis Barreiro, del Colegio Universitario San Gerónimo, autores de “Un análisis del sector cuentapropista en La Habana”, artículo publicado en la revista Economía y Desarrollo y que referencia estos estudios, hechos con el interés de caracterizar a este nuevo sector de la economía cubana.
Respecto a la propiedad, los estudios revelan que el 22 por ciento de las mujeres cuentapropistas incluidas en su muestra tiene un socio y el nueve por ciento tiene tres o más; a diferencia de los hombres, que se asocian en un 20 por ciento a uno y no más. En total, 76 por ciento de los hombres no se asocia, indican los autores.
Los comportamientos diferenciados para hombres y mujeres pueden estar relacionados, a su juicio, con que ellas parten de condiciones financieras y de redes “no oficiales” en desventaja respecto a los hombres y que buscan un mayor respaldo al establecer negocios en sociedad, así como a la hora de compartir el riesgo.
Otro dato interesante en el cual se establecen comparaciones y diferencias entre mujeres y hombres está relacionado con las fuentes de financiamiento para estos negocios privados.
Las fuentes de financiamiento declaradas por la mayoría son los ahorros propios o de familiares. Sin embargo, más del 46 por ciento de los hombres también señalan el préstamo de familiares en el exterior, frente al 22,7 por ciento de las mujeres.
Vale enfatizar que, en general, solo el cinco por ciento solicitó préstamo al Banco, precisa el artículo. “Es interesante que hayan sido aconsejados en su mayoría por la familia, pero también por compañeros de trabajo, posibles inversores o socios y clientes de sus trabajos anteriores”, sostienen.
De cara a los riesgos que enfrentan, la mayoría (45,4 %) identifica la pérdida de dinero, 23 por ciento teme perder el trabajo y 30 por ciento se preocupa por la desprofesionalización.
Una de las investigaciones citadas en el artículo y que abarcó una muestra intencional de 63 emprendimientos en La Habana, en actividades que representan más del 50 por ciento de los tipos de emprendimientos en la ciudad, permitió obtener criterios sobre distintos aspectos.
De esa muestra, 50 por ciento de las personas encuestadas coinciden en que los suministros de bienes y servicios para los negocios cambian en cuanto a calidad y precio, además de que creen que la competencia es desleal con claros beneficios para las empresas estatales y mixtas.
Ello lo estiman partiendo de que la oferta a la que tienen acceso está constituida por la red minorista, que no posee estabilidad en el surtido; vías no legales y, por tanto, inseguras (con posibles aumentos de precios no previstos) y las provenientes del extranjero, que no son ni estables, ni seguras y se encarecen por las vías no formales utilizadas y las regulaciones de la aduana.
En cuanto a las motivaciones, el 63 por ciento está de acuerdo, en parte o totalmente, con la idea de que “un negocio por cuenta propia sería lo más deseable en lugar de trabajar para una empresa estatal”. Sin embargo, 45 por ciento no comparte literalmente ese criterio y 68 por ciento asegura que ha abierto su negocio por necesidad y oportunidad. Como denominador común, todos buscan un incremento de sus ingresos personales.
Las razones esgrimidas detrás de la necesidad fueron no tener empleo y mejor remuneración; solo 25 por ciento declara que busca desarrollo profesional.
Lo que sí queda fuera como factor de motivación es la autonomía e iniciativa de las personas, ya que consideran que en Cuba esto no se valora de forma suficiente. Tampoco aprecian como factor motivador la posibilidad de beneficiarse con el sistema de seguridad y protección social.
En la lista de obstáculos para el buen funcionamiento del negocio, las personas encuestadas señalan como mayores dificultades: limitada demanda, demasiada burocracia y regulaciones por parte del Estado, alta competencia y falta de conocimientos comerciales, ausencia de una red mayorista y dificultades para obtener los suministros.
Por el contrario, valoran como ventajas el poder encontrar trabajadores formados, la posibilidad de obtener crédito o financiamiento para el negocio y los servicios de agua y electricidad.
A Díaz y Barreiro les llama la atención que no se considere el financiamiento como un obstáculo, cuando es un factor de éxito y el país no tiene bien estructurado este servicio para el sector cuentapropista. “Por tanto, pareciera que los ingresos que obtienen y las fuentes externas son suficientes para mantenerse o crecer”, suscriben.
Algunos temas contables tampoco clasifican como problema. El 45 por ciento, por ejemplo, no valora como una barrera la estructura complicada de los impuestos, ni los trámites para el alta y registro del negocio.
De cara al mercado
Otro análisis sobre orientación al mercado en 67 negocios cuentapropistas de La Habana, referido en el citado artículo, da cuenta de que, en la mayoría de los casos, cuando los cuentapropistas deciden iniciar un negocio en una categoría específica no lo hacen a partir de un análisis de las demandas del mercado, los cambios en el macroentorno o los competidores, sino que parten únicamente de las facilidades de inversión personal, las logísticas y sus destrezas individuales en ese momento.
“La introducción de nuevos productos y servicios se produce de manera muy espontánea y por imitación, sin realizar estudios o pruebas previas, aunque se presenta con algunas diferencias en dependencia del tipo de negocio”, apuntan los autores.
Así mismo señalan que los análisis contable-financieros que se ejecutan en este sector, en su mayoría, se limitan a recoger información sobre los gastos e ingresos de la actividad para calcular los tributos a pagar y conocer la rentabilidad del servicio, pero obvian estudios sobre las formas de aumentar esa rentabilidad, a partir de identificar necesidades insatisfechas en el mercado e, incluso, anticiparse a lo que quieren los clientes, con ofertas innovadoras.
Uno de los temas que crea mayor incertidumbre es la falta de redes mayoristas de venta de materias primas, materiales e insumos para ejecutar la actividad, cuya inestabilidad y altos costos complican el poder garantizar servicios y productos acordes a las demandas de la clientela. Ello se convierte en un factor que influye en la orientación al mercado de estas organizaciones, sostienen los expertos.
No obstante, identifican algunos logros de cara al mercado, sobre todo en los negocios que se enfocan en satisfacer las demandas de sus clientes, ya sea de manera instintiva o consciente, con dominio y conocimiento de la materia del mercado.
A manera de cierre, los autores estiman que este sector, aún en desarrollo, no proyecta todas las potencialidades que podría lograr como actor económico, fundamentalmente en razón del entorno en que opera y por la falta de condiciones para que forme parte activa del modelo de gestión económica, con el papel de contribuir a elevar la eficiencia de la economía y satisfacer las demandas y el desarrollo del consumo.
Díaz y Barreiro hacen también un grupo de recomendaciones, como la necesidad de eliminar prejuicios respecto al sector privado, así como el reconocimiento de la personalidad jurídica de los participantes de ese sector como micro, pequeña o mediana empresa, que propicie sus relaciones como actores de la economía.
También abogan por el funcionamiento de cadenas de suministro para el sector no estatal y por el acceso del sector cuentapropista a las cadenas de suministro estatales, lo que permitiría contar con un elemento adicional de control por parte del Estado para inferir los niveles de actividad de estos negocios por cuenta propia y, por ende, verificar la legitimidad de sus aportes al fisco.