La presencia de mujeres en los grupos de menores ingresos es una de las situaciones identificadas por especialistas de la isla que alertan sobre la necesidad de una mirada particular a las inequidades sociales en medio de los cambios económicos.
«Incorporar la perspectiva de género al análisis de la problemática de la pobreza y la vulnerabilidad en Cuba permite visibilizar algunas brechas de equidad», suscribe la profesora e investigadora María del Carmen Zabala en su artículo «Retos de la equidad social en el proceso de cambios económicos».
En el capítulo final del libro Miradas a la economía cubana. Entre la eficiencia económica y la equidad social, Zabala señala que pese a la elevada participación de las cubanas en el empleo, su alto nivel educativo y calificación técnica, de legislaciones que protegen sus derechos y del compromiso del gobierno con sus avances, se constata una ligera sobre representación femenina en los grupos de menos ingresos y en la denominada «población en riesgo».
Estudios citados por Zabala identifican una segregación ocupacional femenina, tanto horizontal como vertical, y una menor presencia de ellas en actividades con mejores salarios, junto a una mayor responsabilidad en tareas de cuidado, con desventajas para su capacitación y el salario que reciben.
Ello explica en parte las brechas salariales entre mujeres y hombres que ocupan iguales puestos de trabajo, a favor de estos últimos, precisa Zabala, profesora titular del Programa Cuba en al Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), adscrito a la Universidad de La Habana.
Otro aspecto considerado por la especialista es la existencia de «un segmento importante -más de la tercera parte- de la población femenina que se dedica de forma exclusiva las labores del hogar» y, por tanto, «carece de autonomía económica».
También valora el proceso de feminización de la jefatura de hogares en Cuba, ya que, en ese segmento, la proporción de mujeres que trabajan es ampliamente inferior a la de los hombres y predominan los jefes de hogar casados o en unión consensual, mientras abundan las mujeres jefas sin vínculo conyugal «y que probablemente sean las únicas perceptoras con ingresos estables».
No obstante, la experta en temas de pobreza y desigualdad advierte que resultan esenciales la situación ocupacional y nivel educativo de las jefas de hogar, ya que las vinculadas laboralmente y con calificación técnica presentan una mejor situación.
Zabala aclara, además, que las situaciones de pobreza e inequidad en el país se enmarcan en condiciones de desarrollo y protección sociales, constatadas en la amplia cobertura de salud, educación y seguridad social.
Ello tiene una expresión en la posición favorable que ocupa Cuba respecto al Índice de Pobreza Humana, del lugar dos en 1997 al 17 en 2009, según datos de los informes sobre ese indicador que emite el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Entre los desafíos que impone el actual proceso de cambios económicos en el país, la experta alerta sobre el proceso de racionalización estatal, que afectará a más de un millón de personas, y la aplicación en él del principio de idoneidad demostrada.
Ello podría colocar en una situación vulnerable a las mujeres, en particular a las de menor calificación y en sectores con mayor presencia femenina.
Alude, además, a la aún limitada presencia femenina en las alternativas de empleo no estatal, como cuentapropistas y usufructuarias de tierras, así como a la mayor responsabilidad de las mujeres en las actividades de cuidado, con insuficiente cobertura de servicios, lo que limitará su aprovechamiento de las opciones de empleo.
Entre otras recomendaciones, Zabala señala que el incremento de la participación femenina en el sector no estatal podría lograrse a partir de una mayor direccionalidad en el otorgamiento de subsidios y créditos bancarios que les permitan obtener activos necesarios para esos emprendimientos.
También con la ampliación de actividades con mayor valor agregado, mayor disponibilidad de servicios de cuidado y la ampliación de la cobertura de seguridad social para beneficio de las madres trabajadoras.
Los análisis respecto a la equidad de género y los actuales cambios económicos en Cuba han ganado espacio entre especialistas y analistas de diversas disciplinas.
Los impactos que tienen en hombres y mujeres las diversas medidas y situaciones se abordan en varios de los capítulos de Miradas a la economía cubana. Entre la eficiencia económica y la equidad social, publicado en 2013 por la Editorial Caminos, con la coordinación del Centro de Estudios de la Economía Cubana y el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Entre otros, se incluyen los trabajos «Desigualdades territoriales y ajustes económicos en Cuba», de Luisa Íñiguez Rojas, del Centro de Estudios de Salud y Bienestar Humanos de la Universidad de La Habana; y «Economía del cuidado en tiempos de transformaciones económicas», de la economista Teresa Lara.
El texto incluye también los capítulos «¿El Plan de Acción Nacional se contempla en los Lineamientos de la Política Económica y Social?», de Ileana Díaz Fernández; así como el material «Procesos de ajuste en Cuba y su impacto en el empleo femenino: entre dos siglos y repetidas desigualdades», de la socióloga Dayma Echevarría León, ambas investigadoras del Centro de Estudios de la Economía Cubana.