Eneyda, una mujer exitosa en su propio negocio

Eneyda Díaz Díaz es la dueña del salón infantil Jardín del Edén, en el municipio Cárdenas, en la occidental provincia de Matanzas. Como muchas otras cubanas, esta licenciada en Filosofía e Historia apostó por un negocio particular “cuando apareció la necesidad económica”, asegura.

“Todos mis problemas económicos estaban resueltos hasta que llegó el divorcio y el fin de un matrimonio de 30 años. Él es gastronómico desde hace más de 40 años y teníamos una vida holgada. Cuando me vi sola, con un salario de 500 pesos (poco menos de 20 dólares estadounidenses), me pregunté: ¿cómo pago la corriente con 3 aires acondicionados? ¿Cómo explicarles a mis dos hijos que ya no será igual?”, recuerda Díaz.

Como maestra, su experiencia en el sector educativo le dejó siempre deseos de hacer más, pero nunca pensó que la aprobación de nuevas licencias para el trabajo por cuenta propia le abriría la puerta a uno de sus sueños: la educación y el cuidado de infantes.

“A raíz de la separación, estuve casi un año en cama con una crisis depresiva exógena muy fuerte. Pero gracias a Dios y a todas las cosas aprendidas, percibí que había llegado el momento de poner en práctica mis conocimientos para darles a mis hijos una vida digna. Apareció la idea de enseñar, pero de una manera diferente”, afirma Díaz a SEMlac.

¿Cómo elaboraste y pusiste en marcha tu proyecto?

Yo no tenía dinero, solo una infraestructura básica con un patio muy grande y un cuarto para trastos. Mi hermana Yudith me prestó sus ahorros y pude hacer acondicionar de manera básica aquel espacio.

Además de mi fe en Dios, las palabras de mi hermana Yudith fueron el primer aliento que recibí. Me dijo “Yo sé que me los va a reintegrar rápido y con creces. Porque sé el talento que tienes y lo vas a hacer muy bien”.

Sin saber de marketing, de dirección de empresas y negocios, comencé a entrevistarme con padres y madres. Sabía que las primeras entrevistas eran muy importantes, pues les estaba presentando un proyecto intangible. Entonces comencé a hablarles de “invertir en la educación de los hijos”, un término que nació en mi corazón, pero que luego supe existe en otros países.

Comencé con dos niños, el 19 de noviembre de 2012, y el primero de enero de 2013 tenía el salón terminado y con 10 niños.

No me gusta llamarle guardería, ni círculo infantil. Guardería es un término que surgió en Escocia y en ella se agrupan a niños de 1 a 3 años, que es la edad temprana. Y círculo infantil es la manera establecida por el Estado. Se llama salón infantil Jardín del Edén.

Busco ofrecer una educación integral. Trabajamos mucho la inteligencia emocional y hacemos actividades para estimularla. La idea es ofrecer un trato diferenciado, por eso hacemos una caracterización psicológica de cada infante y también trabajamos con la familia en Escuelas de Padres, sistemáticamente.

Para este concepto, la selección del personal ha sido fundamental. Yo pedí una asesoría en el Centro de Reflexión y Diálogo de Cárdenas y ellos me pusieron en contacto con un señor que tiene más de 40 años de experiencia en recursos humanos. Con él hicimos un sistema de entrevistas y a partir de una convocatoria se presentaron varias candidatas. Con una psicóloga amiga sacamos el perfil de cada candidata, hasta elegir a las que tenían aptitudes para trabajar con infantes, habilidades manuales y de comunicación, adecuada expresión corporal, etc.

Entre tantas tareas ¿cómo has manejado la administración y la contabilidad?

Cuando yo comencé, no tenía la menor idea de cómo hacer las cosas. Pertenecer al Grupo de Negocios que existe en Cárdenas me ayudó muchísimo, porque nos han preparado en todos los temas que tienen que ver con el trabajo por cuenta propia.

La contabilidad ha sido mi talón de Aquiles porque, realmente, es lo que menos me gusta. Como has podido ver, yo soy una soñadora y estoy enamorada de mi negocio. Pero tiene que ser rentable y generar ganancias, o no es negocio. Yo me aplico mucho y, aunque busco asesoría, quien saca las cuentas soy yo.

¿Cómo cuidas las garantías laborales de las trabajadoras?

El tema de recursos humanos me toca muy de cerca, porque lo que se mueve en mi negocio son recursos humanos, yo trabajo con personas y el servicio que oferto es de cuidados.

Generalmente, las personas que busco para trabajar son mayores de 30 años porque a las personas más jóvenes a veces les cuesta escuchar y este es un trabajo de mucho rigor.

En mi caso, las personas que trabajan conmigo llevan mucho tiempo y nos hemos convertido en una familia. En estos momentos trabajan tres educadoras y yo también soy una educadora en el salón, tengo mis actividades específicas con los niños. Conformamos un equipo. Cuido los momentos en los que debo estar en el salón y también aquellos en los que debo mirar desde fuera para ver lo que falta.

Cuando hay alguna novedad o enfermedad en la familia de mis trabajadoras o ellas se enferman, no se les descuenta la semana y yo asumo sus tareas. Cuando es un problema que puede extenderse, les guardo su plaza y tenemos una persona que cubre vacaciones y eventualidades. Además, mis trabajadoras tienen derecho a un mes completo de vacaciones.

También, en la medida que logré llevar la matrícula hasta donde quería, pues he podido aumentar el salario, incluso contratar a una artesana que nos ayuda a elaborar juguetes. La práctica es lo que nos da la medida de cómo debe funcionar todo. Los primeros tres años son muy difíciles, pero ya a partir del cuarto año una comienza a ver los resultados. En el futuro sueño con poder contratar a otras personas, por ejemplo, para que den clases de música y danza.

¿Cuáles son los principales retos para ser sostenible y crecer?

Son muchos los retos. Ahora en Cárdenas están abriendo muchos negocios de este tipo. Por tanto, la competencia crece. Pero yo tengo mi meta clara: mi objetivo es el trabajo diferenciado. Mi reto es ser diferente, hacer algo que cambie realmente la vida de los niños y la familia.

Eso requiere horas de estudio y mucho esfuerzo; no solo para aplicar el programa de estudios estatal, sino también para enriquecerlo e integrarlo a nuestra visión. Es mi prestigio lo que yo tengo que cuidar. Un cliente satisfecho trae a 10, pero uno insatisfecho se lleva a 20. ¡Son tantas las disciplinas que hay que tener en cuenta para que ese niño tenga una educación integradora!

Otro reto es seleccionar y mantener al personal adecuado porque los niños imitan nuestro comportamiento y la educadora tiene que ser una persona positiva, empática, con una adecuada expresión y lenguaje corporal.

¿Qué necesitas para que tus sueños se hagan realidad?

Dinero. Me han ofrecido préstamos, pero tengo un poco de temor. Quisiera hacerlo por mis propios esfuerzos. Cada dos o tres meses puedo hacer una inversión. Y pienso que las cosas saldrán poco a poco.

¿Cómo ha cambiado tu vida?

El salón abre a las 7 de la mañana y cierra a la 5 de la tarde. Al inicio yo era la persona que elaboraba los alimentos. Me acostaba muy tarde preparándolo todo. Además de que debía estar lista a la 7 de la mañana para recibir a los niños, pues siempre trato de que los padres me vean cuando dejan a su bebé en el salón; eso les brinda confianza y seguridad. Como imaginarás, todo esto requería un esfuerzo sobrehumano de mi parte.

Para mis dos hijos fueron difíciles aquellos primeros momentos, pues ellos estaban acostumbrados a que yo fuera la persona que se encargaba de todas sus cosas. Tuve que contratar una repasadora para que nos apoyara en las tareas. Hubo momentos en que pensé no poder. Pero poco a poco fui enamorándome del proyecto. A medida que ha crecido, he podido contratar a otras personas y cuento con la ayuda de mi madre y mis hermanas.

Hoy una de mis hermanas se encarga de la elaboración de los alimentos, ella es enfermera intensivista y está también al tanto de la salud de los niños.

He tenido que establecer un horario de atención en el trabajo porque, de no ser así, no tuviera vida privada. Y para cuidar a otras personas una tiene que cuidarse primero. Este es un trabajo muy delicado y yo tengo que estar bien, estar estable emocionalmente. Yo soy una persona importante en este lugar, que tiene que tomar las decisiones y no se pueden tomar decisiones con la cabeza caliente, tengo que estar serena para entender todo lo que sucede a mi alrededor.

Además, mis dos hijos están en edades difíciles; uno tiene 20 años y está en el servicio militar, el otro tiene 10 y me demanda muchísimo. Ahora tengo más tiempo para ellos, puedo cuidarme y hacer ejercicios.

Hoy soy la mujer más feliz de la Tierra porque encontré mi lugar. Yo siempre deseé ser maestra. Lo que más disfruto en el mundo es ser útil.

¿Qué les recomendarías a mujeres que como tú pueden encontrar en la pequeña empresa privada una vía para recomponer su vida?

El miedo nos anula. Hay muchas dudas que están establecidas en nuestras mentes. Para las que somos madres, es razón suficiente ver en el emprendimiento una vía para darles mejor calidad de vida a nuestros hijos.

Pero, además, es infinito el placer de saber que lo que tengo es fruto de mi esfuerzo y no dependo de ningún hombre. El mérito propio es el trofeo más grande que una mujer puede tener.

A las mujeres les diría que revisen su voluntad. ¡Sí se puede! Nosotras tenemos saberes y poderes como cualquier ser humano. Con deseo, con voluntad, con fuerza y con metas se logran cosas increíbles. Hoy le doy gracias a Dios por lo que me tocó vivir, porque nunca me había probado a mí misma.

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