¿Tiene sentido diferenciar el emprendimiento femenino de aquel que nace impulsado por hombres? ¿Ser mujer imprime un sello particular a un negocio? ¿Enfrentan ellas las mismas dificultades que sus congéneres a la hora de decidirse a trabajar por cuenta propia?
Interrogantes como esas condujeron el debate sobre emprendimientos culturales femeninos del último “Jueves de la Embajada”, un espacio de encuentro cultural promovido por la sede diplomática de España en Cuba desde hace dos años y cuya última edición se enmarcó en el III festival “Ellas crean”, que organiza la Consejería Cultural de esa sede diplomática en la isla.
Susana Pous, bailarina y coreógrafa española residente en Cuba y parte del elenco de la compañía Danza Abierta; Alina Menéndez, dueña del restaurante “Hecho en Casa”; Claudia Calviño, productora de audiovisuales e integrante de “Producciones 5ta. Avenida”, y Cynthia Garit, coordinadora de producción de la tienda de diseño “Clandestina”, compartieron sus respuestas, experiencias y preocupaciones derivadas de su decisión de ser mujeres emprendedoras.
“Me encantaría que no existiera un festival llamado “Ellas crean”, porque querría decir que no hace falta diferenciar la creación femenina de la masculina, pero esa no es la realidad hoy mismo. Lo que sí es cierto es que las cuatro mujeres que estamos hoy aquí somos la prueba de que se pueden montar emprendimientos femeninos de éxito”, aseguró Pous.
La respuesta de la bailarina abrió un debate que partió de reconocer las posibilidades que aporta la coyuntura económica actual de Cuba, en medio de un proceso de ajustes y actualización de su modelo económico, que abre espacio a iniciativas privadas diversas.
Ante las preguntas de Guillermo Corral, consejero cultural de España en La Habana, las cuatro mujeres reconocieron que, generalmente, las ideas de emprendimientos privados encuentran muchos tropiezos para hacerse realidad, pero la tenacidad, en el caso de las mujeres, suele ser clave del éxito en muchos casos.
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“Cuando comienzas algo, te enfrentas a códigos viejos, y en Cuba se están abriendo muchas puertas y opciones que obligan a adaptar tus ideas a normas, a códigos. Pero si una tiene claro lo que quiere, consigue hacer esos ajustes, Y a menudo te rodeas de personas que creen en tu proyecto y eso ayuda a seguir adelante”, destacó Menéndez, quien abrió el restaurante “Hecho en Casa” para rescatar la culinaria cubana “de las abuelas”, que se estaba perdiendo.
Para Garit, de la tienda de diseño Clandestinas, “todo proyecto que se emprende es una suerte de work in progres, muy cambiante por todas las situaciones culturales y de la realidad misma. Hay que estar muy atentos a lo que acontece para poder adaptar las propuestas a los gustos, a los públicos”.
Pous, en tanto, insistió en la tenacidad: “Mi manera de crear y vivir se resume en pensar siempre que sí lo voy a lograr. Empiezo a hacer el proyecto, aunque no tenga seguro el financiamiento. Pero pensando que hay que seguir adelante, aprovechar todas las oportunidades y poner mucha imaginación”.
Como ejemplo, Pous señaló una escenografía de una de sus obras, que formó parte de la exposición artística que ambientó el encuentro, realizada sobre material de desecho de alguna de las exposiciones de la pasada Bienal de La Habana.
Como acompañamiento visual, además, se proyectó el videoclip Se puede ser, de la realizadora cubana Ana Margarita Moreno, que reinterpreta desde una propuesta feminista el conocido tema del cantautor Gerardo Alfonso que ha sido durante años la música de presentación del programa televisivo “Cuando una mujer”.
“Estos proyectos existen porque hace10 años, un grupo de personas comenzó a mover la cerca un poco más allá”, apuntó Calviño, la productora de cine, quien también destacó el valor de las alianzas.
“En un mundo como el del cine, donde no hay muchas mujeres directoras o fotógrafas, hemos creado alianzas entre nosotras. Yo sé que hay colegas productoras a las que puedo llamar a cualquier hora del día o la noche y me van a apoyar en lo que sea”, aseguró.
Las cuatro coincidieron en que, más allá de las dificultades e incluso de la remuneración que obtienen por sus trabajos, sienten mucho placer en lo que hacen y eso “da impulso”.