Cuentapropistas: ventajas y demandas a contraste

Aunque mujeres y hombres enfrentan en Cuba muchas situaciones comunes cuando deciden trabajar por cuenta propia, ellas encaran desafíos particulares para abrirse paso.

Situaciones relativas a las redes de apoyo, el acceso a la información y al financiamiento parecen estar entre las principales preocupaciones y tensiones que viven las mujeres cuentapropistas, alertan especialistas.

Ello “supone que tengan que trazar un grupo de estrategias de sobrevivencia para poder eludirlas o mitigarlas”, señalan la economista Ileana Díaz y la socióloga Dayma Echeverría, investigadoras del Centro de Estudios de la Economía Cubana.

Díaz y Echevarría son las autoras de “Mujeres emprendedoras en Cuba: un análisis imprescindible”, capítulo final del libro Miradas a la economía cubana. Análisis del sector no estatal, sexto volumen de una colección sobre temas económicos que edita cada año el Centro Memorial Martin Luther King Jr. con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).

Si bien el trabajo por cuenta propia ha tenido varios momentos de apertura en el país de fuerte economía estatal, no ha sido hasta después de 2010, con el relanzamiento y ampliación de sus actividades, que mayor número de mujeres se ha decidido por esta modalidad de empleo.

Aunque la presencia femenina en el sector privado se incrementa cada año, con una participación más heterogénea, ellas aún no alcanzan el 40 por ciento en ese giro.

La mayoría sigue como contratada y no como titular ni dueña; tampoco se vinculan con actividades más relacionadas con sus conocimientos, apuntan las investigadoras.

De una encuesta aplicada a 22 dueñas y 13 dueños de negocios, en su mayoría iniciados de forma reciente en La Habana, las investigadoras concluyen que las mujeres perciben con más fuerza la carencia de una política estatal para el fomento de los emprendimientos.

También la falta de acceso al crédito, a servicios de asesoría legal y contable.

Muchas han abierto su negocio por necesidad y oportunidad, con ingresos propios o familiares.“Esto puede estar relacionado con el hecho de que los hombres tienen sus propias redes de información, financiamiento y asesoría, las cuales no están disponibles en igual medida para las mujeres”, suscriben las autoras.

Crecimiento personal, seguridad para el futuro y dejarle el negocio a los hijos se enumeran entre las principales razones por las cuales las mujeres se inclinan más por abrir un negocio propio.

El 68 por ciento de las mujeres ha abierto su negocio por necesidad y oportunidad y en su mayoría la fuente de financiamiento ha sido ahorros propios o de familiares.

En cambio, los hombres en más del 46 por ciento de los casos señalan préstamos de familiares del exterior, frente al 22, 7 por ciento de las mujeres.

A las autoras les llama la atención que la cercanía a la familia, generar puestos para sus integrantes e incluso para sus hijos no están entre las prioridades de ellas.

Pero un grupo considerable de las entrevistadas por ellas alude como fuertes motivos los de incrementar sus ingresos y ganar independencia personal, además de convertirse en “su propio jefe”, motivos también expuestos por varias cuentapropistas consultadas por SEMlac.

“Ahora gano más, pago mis impuestos, hago mi trabajo legal y las cosas en la casa las he mejorado; salgo más a pasear y hasta hice baño nuevo”, relató a esta agencia una peluquera de 35 años de edad, residente en la oriental provincia de Santiago de Cuba, a 860 kilómetros de la capital cubana.

En esa misma ciudad, una maestra de 66 años que se desempeña como repasadora escolar reconocía ventajas en un sentido semejante: “tengo mejores ingresos y puedo ayudar a mi hija”, comentó a SEMlac.

A esto añadía lo que ella valora como otros beneficios en el plano personal desde que ha crecido en el país, nuevamente, la contratación por cuenta propia. “No tengo que salir a la calle a trabajar. Creo que los maestros tenemos ahora más opciones”, asegura.

Un sondeo periodístico realizado por SEMlac en nueve provincias del país, entre mujeres que trabajan para el sector estatal y el privado, comprobó que, para la mayoría de estas últimas, su situación laboral ha mejorado.

De 34 cuentapropistas consultadas, 85 por ciento valora como beneficio que son dueñas de sus horarios, trabajan en sus hogares o muy cerca, disponen de su tiempo, hacen lo que les gusta y se sienten más independientes, pese a que perciben una gran carga de trabajo.

Cerca de la mitad, en cambio, reconoció que lleva un ritmo extremo de trabajo, casi sin tiempo para descansar, y muchas se desempeñan dentro de la propia casa, por lo que se les complica la jornada con tareas domésticas como cocinar, lavar, limpiar y atender los deberes escolares de sus hijos e hijas.

“Aunque tengo mayores ingresos, más comodidades y he podido arreglar la casa, no tengo casi tiempo libre”, dijo a SEMlac una artesana de la provincia de Artemisa.

“No tengo horario para trabajar y como tampoco tengo ayuda en las tareas del hogar, todo repercute en mi tiempo libre y mi descanso”, agregó.

Uno de los negocios más numerosos y activos en el país, las paladares (restaurantes privados), le ha dejado un saldo económico favorable hasta ahora a una de las mujeres consultadas por SEMlac, de 56 años de edad y dueña de uno en Santiago de Cuba.

“Nuestro nivel de vida ha aumentado, pudimos comprar una casita para mi otro hijo. Y tenemos planes de comprar un carro para utilizarlo en el negocio”, contó.

Sin embargo, reflexionó, “esto ha repercutido en mi poco tiempo libre, sin horario definido. Abrimos 12 horas todos los días, es agotador y tengo menos descanso”, detalla.

Estos no parecen ser los únicos inconvenientes, de acuerdo con el estudio realizado por Díaz y Echeverría en la capital cubana.

Tanto mujeres como hombres cuentapropistas entrevistadas por ellas identifican como obstáculos la limitada demanda, demasiada burocracia y regulaciones por parte del Estado, mucha competencia, falta de conocimientos comerciales, ausencia de un mercado mayorista y dificultades para obtener suministros.

Respecto a los hombres, ellas socializan menos sus ideas, suelen ser más conservadoras en canto a proyecciones futuras, sus fuentes de financiamiento son, sobre todo, nacionales, peor no hay políticas activas que las apoyan, consideran Díaz y Echevarría.

Temen, ante todo, perder el dinero y los efectos negativos sobre el desarrollo profesional, aunque este no es un motivo para abrir el negocio. “En la mayoría de los casos han obtenido lo previsto y más”, apuntan.

Las investigadoras del Centro de Estudios de la Economía Cubana concluyen en su artículo que es necesario escucharlas y atender sus demandas y preocupaciones para poder estimular su participación y aporte.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

14 − 9 =