Ciclo Ecopapel: del emprendimiento al proyecto de vida

A Yunairi Estrada Carpio siempre la acompaña una sonrisa cuando habla de reciclar papel. Y es que, para esta emprendedora cubana, más que llevar adelante un negocio, se trata de un proyecto de vida. “Me siento muy estimulada. Tengo mucha libertad de crear y hacer, eso me gusta muchísimo”, afirma a SEMlac la dueña del taller Ciclo Ecopapel.

Todas las personas la conocen por Yuyú. Residente en el municipio Habana Vieja, esta joven habanera lleva cinco años dedicada a la producción de papel reciclado, una actividad que llegó a su vida para quedarse.

Ciclo Ecopapel es un pequeño negocio del cual Yuyú es propietaria y donde emplea a cinco personas, todas ellas familiares cercanos y mayormente de la tercera edad. De manera artesanal, se dedican a producir papel reciclado para empresas y otros negocios privados, además de confeccionar a pedido distintos productos a partir de papel reciclado.

“Se llama Ciclo Ecopapel porque resume nuestros objetivos. Ciclo porque quisiera cerrar un ciclo con los clientes; ellos me dan el papel usado y lo reutilizan al comprar mis productos. Eco Papel porque nuestro trabajo es lo más ecológico posible, no manejamos ningún químico y utilizamos agua de lluvia para la elaboración de la pulpa”, explica Yuyú a SEMlac.

En sus palabras regresa una y otra vez la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre. La organización no gubernamental sembró la semilla de su proyecto al encargarle a Yuyú unas bolsas para su 20 aniversario y pedirle que estas fueran recicladas.

“Yo era cuentapropista y me dedicaba a hacer adornos para cumpleaños. Pero me gustó aquel encargo porque siempre me quedaban restos de papel que no sabía cómo aprovechar. Me enamoré de la idea a tal punto que dejé de hacer piñatería.

“Al principio fue muy difícil porque empecé de cero, yo sola y sin ninguna inversión; haciendo el papel con lo que tenía a mano. El taller llegó a los tres años de haber comenzado el negocio”, relata.

“Lo más complejo de los primeros tiempos fue no tener clientes, solo la Fundación Antonio Núñez Jiménez, algunas embajadas y organizaciones no gubernamentales. A la gente le cuesta un poco entender lo que hago; el papel reciclado se utiliza más en la parte artística, pero yo quería hacer objetos de uso diario y para empresas. Eso las entidades no lo entendían mucho, todavía no lo entienden. Este fue, y sigue siendo, el principal reto”, reconoce.

Graduada de técnico medio en contabilidad y con 10 años de experiencia profesional, Yuyú aprendió a hacer papel echando mano a los recursos que brinda internet.

La ausencia de una cultura del reciclaje, la falta de mecanismos que incentiven y garanticen la recogida de materias primas como papel, cartón y plástico son algunas de las causas por las que, según la experiencia de esta emprendedora y ambientalista, se hace más difícil el desarrollo de negocios e iniciativas como la suya.

“El reciclaje no es una cultura en Cuba, se hace por necesidad y no por conciencia, en la mayoría de los casos. La gente tiene esa imagen de lo nuevo y lo limpio como signo de calidad y quizá el papel reciclado lo encuentran feo porque no es muy blanco, no se usa cloro para blanquearlo.

“Tampoco existen las condiciones para estimular el reciclaje, muchas veces llegas a las tiendas donde se compra y almacena papel, cristal, plástico o cartón y no tienen capacidad para comprar. Eso desestimula: cuando las personas llegan la primera vez con un volumen grande para vender o donar y no pueden hacerlo, en la primera esquina dejan todo lo que traen”, afirma.

Pensando en su hija y también fruto de su amor por el medio ambiente, Yuyú, organizó un círculo de interés con niños de la escuela primaria René Fraga Moreno, del municipio Habana Vieja. Cada martes en el taller se aprende algo nuevo sobre la confección del papel, el cuidado del medioambiente y el reciclaje.

Metas claras, pero el camino marca el paso…

A la voluntad y el trabajo sistemático, Yuyú le suma el apoyo de su familia en todo momento: ante la falta de equipos e insumos crean medios artesanales y buscan alternativas.

Otro reto es la conciliación familiar y laboral, pues el taller está ubicado al fondo de la casa y las fronteras entre el espacio y el propio y de trabajo se hacen difusas.

“Cuando yo empecé en el taller, me hice la ilusión de que no iba a trabajar sábados y domingos. Pero no ha sido así porque, para que mis trabajadores puedan trabajar entre semana, yo tengo que hacer las impresiones, a lo le me dedico el fin de semana. Siempre estoy tratando de adelantar y es una locura. Además, como siempre estoy aquí, porque esta es también mi casa, las personas no tienen hora fija para pasar”, explica a SEMlac.

Pero. Pese a las dificultades y retos, Yuyú reconoce que su vida ha cambiado para bien. Sueños y empeños nuevos la impulsan, por eso no duda en sugerir a otras mujeres que enfrenten las dudas y den los primeros pasos para emprender.

“Muchas se lo pueden haber planteado y tener miedo. No puedes tener miedo porque si no, no lo haces. Hay que tener ganas. Tampoco puedes esperar que todo sea perfecto, hay que echar para adelante y ver qué trae el camino”, recomienda.

“Ahora tengo muchos sueños: no me quiero quedar solo con el papel, también quiero reciclar otros materiales, como el plástico. Hace poco puse una tienda en la entrada y quiero hacer otros productos con materiales reciclados”.

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