Adultas mayores encuentran en el trabajo por cuenta propia un incentivo para sus vidas y la posibilidad de contribuir al desarrollo local en Cuba.
“Yo me siento muy entusiasmada, no solo porque he encontrado un respiro económico. Participar en talleres, conocer a personas nuevas y adquirir otros conocimientos me hacen sentir viva”, afirma Nancy Valladares.
Esta pensionada de 66 años es una de las beneficiarias del proyecto “Mujeres en desarrollo”, de la Facultad de Comunicación (Fcom) de la Universidad de La Habana; iniciativa que ofrece herramientas para el emprendimiento a jubiladas, “amas de casa”, mujeres negras y con pocos recursos económicos.
Valladares vive en el barrio Pogolotti, del municipio Marianao, en La Habana. Luego de jubilarse, trabajó como empleada en una cafetería para “tener unos ingresos extras”, pero las largas horas de pie la obligaron a buscar otras opciones.
Cuando las amigas de sus hijas le encargaron algunos trabajos de costura, vislumbró el camino. “Después de más de 30 años como funcionaria del Poder Popular, no pensé dedicarme a la costura”, comenta a SEMlac la actual trabajadora por cuenta propia.
En varios talleres de manualidades conoció a otras mujeres interesadas en unirse en un proyecto común que brinde servicios de costura a la comunidad.
“Las personas no siempre tienen dinero para comprarse ropa nueva, por eso nosotras queremos ofrecer la posibilidad, de acuerdo al bolsillo, de rehacer un modelo, arreglar un pantalón o blusa, ajustar uniformes escolares, etc.”, afirma Valladares.
Autonomía económica, empoderamiento, socialización y autoestima son motivaciones que encuentra esta cubana en las nuevas formas de empleo no estatal.
Espacios de realización que suelen ser compartidos con las labores domésticas y el cuidado de familiares dependientes.
Pero el emprendimiento colectivo se hace aún más difícil para quienes apuestan por la cooperativa como forma de producción. La mayoría debe enfrentar complejos trámites burocráticos, además de reunir el capital necesario, armar el proyecto y encontrar un local.
Para Mirta Manzo, las habilidades adquiridas en los talleres de Fcom han sido útiles en el engorroso proceso de aprobación de la cooperativa “El Hilo de Ariadna”, la cual da continuidad al proyecto comunitario de más de 20 años que protagonizan adultas mayores en la comunidad de Alamar, al este de la capital.
“Nosotras hemos puesto en práctica el estudio de mercado, la planeación estratégica y sobre todo la comunicación asertiva”, expuso Manzo durante el taller de sistematización del proyecto “Mujeres en desarrollo”, celebrado en la Facultad de Comunicación el pasado 9 de marzo.
Un grupo multidisciplinario del centro de altos estudios ha capacitado a más de un centenar de personas en seis comunidades capitalinas con dificultades económicas y en desventaja social.
El programa de talleres integra temas como emprendimiento y equidad de género, comunicación asertiva, la información como recurso, planeación estratégica y diseño de productos comunicativos, etc.
A diferencia de otras experiencias, “Mujeres en desarrollo” ofrece una mirada al emprendimiento que supera lo individual y económico.
“Nuestro interés es trabajar con personas cuyos proyectos de emprendimiento beneficien también a las comunidades y aporten al desarrollo local y a la equidad de género”, declara a SEMlac la profesora Maria Carla Cárdenas.
Según la socióloga, muchas de las mujeres que han participado en el proyecto se han visto obligadas a emprender negocios propios, pues no encuentran empleo en el sector privado donde “se contrata a jóvenes, casi siempre blancas”.
“Mujeres en desarrollo” es auspiciado por la Embajada Británica en Cuba y cuenta con el apoyo de varias instituciones y proyectos comunitarios cubanos.