Violencia en personas LGBTI: el costo de romper el patriarcado

Es esencial abordar las violencias de manera integral y de forma interseccional, para identificar todas sus expresiones. Pero la clave, de acuerdo con Yailyn Rosales, especialista del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), será siempre educar para romper los moldes que impone la sociedad patriarcal.

La especialista sostiene que, en particular, las violencias que sufren las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex, queers (LGTBIQ) parten del mero hecho de que rompen con unos preceptos muy establecidos por el sistema patriarcal, que define cómo vivir la sexualidad para hombres y mujeres y cómo deben relacionarse. 

Siempre que se habla de violencias machistas se suele pensar en las mujeres, pero la población LGTBIQ también las sufre. ¿Cómo se manifiesta en estos casos?

En el caso de las personas LGBTIQ, se parte de que están transgrediendo los preceptos del sistema patriarcal, que designa unas formas de ser hombres y mujeres, y unas relaciones de género muy marcadas entre unos y otras. Por tanto, estas personas comienzan a ser violentadas una vez que rompen con el binarismo hombre-mujer y deciden vivir una sexualidad diferente.

Producto de estos preceptos patriarcales, estos colectivos son violentados desde diferentes ámbitos. Por ejemplo, en la escuela, como principal espacio de socialización, niños y niñas que son tildados de «diferentes» son sometidos a violencias que van desde la verbal y psicológica hasta física.

También son violentadas las muchachas trans cuando se les obliga a usar el uniforme con el cual no se identifican y asignado a su sexo biológico, lo cual constituye una causa de deserción escolar.

Incluso, la mirada a las violencias que sufren estas personas debe ser vista desde la óptica de la interseccionalidad, ya que pueden confluir varios aspectos por los cuales las formas en que vivencian las violencias pueden ser diferentes. A estos análisis se les debe dar una mirada integradora que incluya las variables de la edad, color de la piel y zona de residencia, que inciden en la forma en que pueden ser más cruentas o no estas violencias.

En las historias de vida de las personas trans, es muy común el abandono de los estudios producto de estas experiencias, lo cual repercute en otras vivencias violentas. Al no contar con un nivel de cualificación y calificación, deben optar por aquellas opciones de trabajo menos remuneradas y, en la mayoría de los casos, la prostitución constituye su principal fuente de ingresos.

Incluso, la propia familia puede ser espacio de violencias, en tanto regida por los preceptos patriarcales se sostiene sobre la base de la heterosexualidad y aquellos integrantes que atentan contra la “moral” de ese grupo terminan siendo mal vistos o rechazados.

Otro ámbito de maltratos es el de los servicios de salud, diseñados para un modelo de hombre o mujer y que no tienen en cuenta la diversidad. Por ejemplo, los servicios de reproducción asistida no estaban pensados para mujeres lesbianas, ya que la forma en que eran concebidos solo permitía el acceso de la pareja heterosexual. Esto les dejaba a ellas, como opción, el empleo de métodos informales y no seguros o tener relaciones sexuales en contra de sus preferencias.

¿Qué aspectos del nuevo marco legal contribuyen a su tratamiento y cuáles vacíos aún identifica?

El nuevo marco legal tipifica una serie de delitos que permiten denunciar estas manifestaciones de violencia, las cuales muchas veces pasan ocultas, producto de la naturalización de las relaciones desiguales de poder. Además, reconoce con mayor fuerza el papel de la víctima y establece los mecanismos para su protección.

Pero, sin dudas, un vacío legal clave es la ausencia de la tipificación del delito de feminicidio como tipo específico de violencia y su máxima expresión. Creo que no contemplarlo o llamarlo por su nombre hace que se sigan solapando una serie de delitos de este tipo.

¿Qué recomendarías para visibilizar más y ganar en conciencia social sobre las violencias machistas que sufre la población LGBTI?

Lo primero es continuar visibilizando las consecuencias negativas de estas violencias en las historias de vida de estas personas.

Es esencial, además, realizar procesos de capacitación y sensibilización; primeramente, de la sociedad en general, pero quizás dedicar una mirada especial a determinados sectores, como salud, educación y desde el plano legal a operadores y operadoras del Derecho

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