(Especial de SEM) Tania se siente feliz de vivir en Santa Clara, esta ciudad del centro de Cuba donde se encuentra el único centro cultural de la isla del Caribe con un espacio abierto para gays y lesbianas.
Justo allí, en El Mejunje, la encontró SEM. Licenciada en Informática, la joven de 26 años es asidua de la instalación que abrió sus puertas hace unos diez años, con la anuencia de las autoridades de la capital de la provincia de Las Villas, a 300 kilómetros de La Habana.
Travestis, gays y lesbianas pueden verse allí, junto a parejas de heterosexuales, como si estuvieran todos en su propia casa.
«La gente no es tolerante con la homosexualidad. Yo doy gracias a vivir en esta ciudad donde tengo hasta lugares donde reunirme con mis amistades homosexuales sin que nadie nos acuse de atajo de pervertidos», dijo a SEM
esta joven que prefirió ocultar su verdadera identidad.
«Pervertida» fue el insulto que le gritaron a su actual pareja cuando, durante una visita a la capital cubana, se paseaba de manos con una muchacha por un parque. «Ese rechazo se ve mucho en La Habana y en casi todo el país, pero en Santa Clara casi nunca», afirmó.
Por supuesto, Tania reconoce que ha tenido suerte. Nunca se ha sentido discriminada, aunque también supone que puede ser porque no anda «gritando a los cuatro vientos» su homosexualidad.
Para ella, «da igual que se sepa o no» que es lesbiana, pero ha cedido ante la insistencia de su madre: «mi mamá dice que ya está muy vieja para andar en boca de la gente y me recomienda callarme, andar tranquila, sin decir mentiras, pero sin anunciarme».
De niña le gustaban los juegos de mesa, ver televisión, dibujar y leer. Ya en la adolescencia, se escapaba con su mejor amiga de la escuela secundaria para irse a unos terrenos en las afueras de la ciudad, donde jugaban a ser botánicas.
«Recogíamos flores y hojas raras. Un día nos besamos sin querer. Salió así, solo. Ella se asustó mucho y estuvo como una semana sin hablar conmigo. Se escondía y no iba a la escuela. La mamá dijo que estaba enferma y para mí fue lo más normal del mundo», cuenta.
Pasada una semana, las amigas hablaron, se comprometieron a que algo así
no volvería a suceder y la amistad ha seguido hasta hoy.
Cuando en el momento de mayor tensión Tania se lo contó a su mamá, la respuesta fue clara: «Estas cosas pasan, hay personas diferentes, pero la gente no está preparada para aceptar eso. Tienes que pensarlo muy bien, porque te vas a sentir mal muchas veces en la vida».
«A la familia le dijo que me respetaban o nos íbamos de la casa. Mi mamá es prostituta y creo que está acostumbrada a lidiar con el rechazo», aseguró Tania, quien tuvo su primera relación homosexual con su profesora de literatura del preuniversitario (bachillerato).
«Yo era una adolescente y me fue tan mal aquella vez, que después me hice novia de un muchacho. Sus amigos le decían que era un bárbaro porque yo me acosté con él a los tres días de hacernos novios. Pero yo quería probar. Me fue peor».
Tras aquella experiencia, Tania tuvo su primera relación seria cuando estudiaba en la Universidad Central de Las Villas y después conoció a Susana, su pareja actual.
«Vivimos en la casa con mi mamá y nos llevamos muy bien las tres. Mami ya no ejerce, pues realmente no hace falta, así que se ocupa de casi todo en la casa. Nosotras lavamos la ropa y fregamos los platos en la noche», explicó a SEM.
Susana trabaja en una biblioteca y Tania ahora está sin empleo. «Lo dejé porque con lo mágico que es sentarse delante de una computadora y hacer cosas, a mí me tenían haciendo nóminas salariales en una empresa. Yo no estudié para eso», dijo.
Para Tania el futuro está en los cayos. En varias de esas pequeñas islas que rodean la isla de Cuba se impulsa la industria turística y allí puede haber «grandes oportunidades para la aplicación de la informática».
«Tengo todos los requisitos para optar por un buen puesto y Susana también. Espero que no haya problemas en caso de que se sepa que somos lesbianas y que además vivimos juntas. Vamos a ver, porque a veces los prejuicios están en la cabeza de la gente y no en las leyes».
Tania asegura estar preparada para lo que venga. «Asumirse es muy importante para medir el rechazo. El que se esconde y no lo dice, el día que alguien lo descubre, es más acosado que el que mira de frente y dice sí, yo soy homosexual».
Enero, 2003