Pauli juega, conversa, ríe, aprende, es feliz. Pauli vive y descubre el mundo de un niño de dos años de la mano de sus dos madres. Pauli, como le llaman cariñosamente a Paulo, es el prisma a través del cual la joven fotógrafa Yailen Ruz Velázquez narra visualmente la cotidianidad de un niño que crece en una familia no heteronormativa en La Habana, para concebir la serie fotográfica “Donde habita la quimera (II)”.
A través de 40 instantáneas, divididas en cuatro mini historias, la artista concibe esta nueva muestra dedicada a los hijos e hijas de las familias diversas en Cuba. “Un sencillo aporte al país que soñamos sea más inclusivo”, escribió Ruz Velázquez en su perfil de Facebook, uno de los canales que acoge la muestra virtual desde este 27 de octubre.
Durante un mes, hasta el próximo 17 de noviembre, cada miércoles los espectadores podrán disfrutar de modo simultáneo en Facebook, Instagram y la Red Colaborativa de Artes Visuales (Behart), de 10 imágenes con un microrrelato en común y que dan forma al día a día de su pequeño protagonista, mediante la fotografía documental.
“Me ha permitido reinventarme a mí misma”, dijo a SEMlac la artista, que viene trabajando este tema hace casi dos años y ya en el mes de mayo de 2021 había exhibido la primera parte de “Donde habita la quimera”. En esa ocasión, el mayor énfasis lo colocó en la dinámica de una familia homoafectiva conformada por dos madres y sus dos hijos: una niña y un varón.
“Sin embargo, desde esa primera incursión me quedó muy claro que yo lo que realmente quería mostrar en mi obra no era la familia completa como sujeto central, sino el mundo infantil dentro de estas familias”, apuntó la fotógrafa, también graduada de Psicología.
A su juicio, este proyecto le ha permitido además de consolidar sus pasos en el ámbito de la fotografía documental, superándose en el manejo de la técnica, las luces, la composición y la forma en general; crecer como persona.
“Una se va convirtiendo en crítica de la propia obra. Como yo misma edito mis fotos, me voy dando cuenta de qué cosa no me salió tan bien, qué pudiera mejorar. He contado con muy buenos amigos, como el artista visual y fotógrafo Yuri Obregón y las lecciones del fotógrafo cubano Álvaro José Brunet Fernández. Pero este trabajo me ha permitido conocer, sobre todo, la calidad humana de muchas personas y eso me da tanta fuerza y amor para seguir replicando el mensaje de que lo más importante es que estos niños crezcan en un hogar de absoluto amor”, comentó la entrevistada.
El mundo de Pauli no es extraño
Para Dachelys Valdés, una de las madres de Pauli, “lo diferente casi siempre genera miedo, porque se desconoce, porque a veces se quiere entender esa realidad desde los estereotipos y los mitos que todavía hay alrededor de las personas homosexuales o que integran la comunidad LGBTIQ+, sobre cómo configuramos nuestros afectos a nuestra familia y de qué forma nos comportamos. Hay toda una serie de especulaciones alrededor de cómo eso sucede, como si fuera un mundo extraño y no el mismo mundo de los demás”.
Fue justo la idea de mostrar la realidad cotidiana de su familia lo que más les atrajo de la propuesta de Yailén, comentó. “Claro que va a diferir en algún punto de otras realidades; no solo de familias homoafectivas, sino de familias tradicionales también, por las características de cada una.
“Pero en la base es lo mismo: es intentar tener un niño y educarlo en el amor, en el respeto, en la armonía, enseñarlo a jugar, a cantar, a que exprese sus emociones, a que se preocupe por los otros, que crezca sano, que no se enferme, que aprenda los hábitos básicos como comer, bañarse; es decir, las mismas cosas por las que se preocupan todas las familias. Y hacerlo feliz, porque la mayor preocupación que una tiene cuando un niño es tan pequeño, además de que no se enferme y que coma bien, es que sea feliz”, dijo a SEMlac.
Para la artista, una de las características más importantes de la serie fotográfica es el hecho de convivir con la familia protagonista durante un mes. “Comparto durante esos días la vida, hablamos, reímos, tiramos fotografías y la cámara de pronto pasa inadvertida, porque llegamos a conectar tanto que al final terminamos siendo amigas y amigos. Es de las cosas más importantes de esta expo, que tiende puentes de amor y de relaciones entre las personas”, explicó.
Cuando miras las fotos, observas lo mismo que vas a encontrar en cualquier otra casa, agrega Dachelys. “A veces la gente para justificar el prejuicio dice: ‘bueno, es así ahora porque no puede entender; pero, cuando crezca, ¿qué le vas a decir?, ¿cómo le vas a explicar que tiene dos mamás y dos papás?’”, dijo.
“Aún Pablo no tiene esas preocupaciones, las va a tener, y lo que estamos tratando de hacer nosotras es documentarnos sobre el tema, más allá de las herramientas que nos da la profesión de ambas (psicóloga y antropóloga) para poder lidiar con las preocupaciones infantiles y la comunicación.
Compramos los libros que desde el punto de vista infantil tienen que ver con el cuerpo, con la reproducción. Tenemos libros en la casa que ilustran también historias de familias diversas: dos papás, dos mamás, un papá y una mamá, abuelos, hermanos, familias reensambladas donde hay hermanastros, y le leemos a Pablo esas historias. Intentamos que conozca que hay diferentes tipos de familia, que no hay nada raro ni mal en las personas que conforman la suya, que los valores están en cómo esa familia funciona”, refirió.
Sostuvo que ahora mismo él no puede entender eso, pero “está absorbiendo todo el amor que le damos y aprendiendo las reglas de convivencia, los juegos, las formas de compartir, de participar, ser parte de una dinámica de hacer las cosas que no difiere probablemente de lo que hacen otras familias, precisamente porque nos preocupan las mismas cosas que le preocupan a todo el mundo y queremos la felicidad que quieren todas las personas”, explicó.
“La única diferencia es que las personas que le dan amor a Paulo en esta familia son dos mamás”, precisó.
En su opinión, muchas veces cuando se habla de diversidad familiar se piensa en configuraciones de la comunidad LGBTIQ+, como la de la familia que ella forma junto a Hope Bastian y Pablo. Pero familias diversas han existido siempre, no solo dentro de la comunidad, sino desde el hecho de que no siempre la conforman un padre y una madre.
El único fin y meta de una familia no es la reproducción, esa es una manera de formarla, siempre y cuando venga desde el deseo, señaló.
Minihistorias que derriban mitos
¿Cómo visibilizar el mundo infantil de Pauli dentro de su hogar y crear una narrativa conceptual que fuese clara en sus mensajes?, fue la interrogante que guio el trabajo de Yailén Ruz en esta nueva propuesta.
“Siempre un niño o una niña recibe la influencia del mundo que le rodea, ya sea mamá, papá, abuelos, el ambiente cultural y los métodos educativos, y lo va asimilando por supuesto a su manera. La idea de las mini historias surge para mostrar esa realidad”, explicó la artista.
Así se hilvanan cuatro relatos. El primero de ellos, ya disponible en las redes, es el mundo de Pauli. “Versa sobre mi interpretación de su realidad a partir de irlo conociendo, jugar y relacionarme con él”, dijo.
Un segundo momento será más referido a las madres de Pauli, la influencia de quienes pueden ser estas mujeres, cuáles son sus actividades fundamentales, su concepción de vida.
“Este hogar está cargado de símbolos del activismo, de la equidad social, de género, de cultura. Donde quiera se ven libros y frases instando a la lectura, al amor, a la igualdad y eso es importante. Lo reflejo en este mundo que también Pauli está viviendo de sus madres, una estadounidense y una cubana. Pauli vive entre dos lenguas, dos culturas que se encuentran pacíficamente”, apuntó Ruz.
Agregó que una tercera minihistoria abordará el tema de las abuelidades e intentará plasmar esa relación entre el niño y los abuelos estadounidenses, y con su abuelo cubano.
En tanto, el cuarto relato es una especie de tríada, la manera en que funciona esta familia, lo que hacen juntos. “Es una división hipotética para narrar mi interpretación de la vida de este niño en medio de esta familia”, comentó la fotógrafa.
Aunque su sensibilización por este tema y trabajo con activistas y familias no heteronormativas en provincias como Santiago de Cuba, Villa Clara y La Habana comenzó mucho antes de que se publicara el anteproyecto del nuevo Código de las Familias, consideró que la exposición llega en un momento muy importante para visibilizar este tipo de hogares.
“Con o sin anteproyecto, el defender las causas justas, luchar contra cualquier tipo de discriminación y el querer una Cuba más inclusiva es algo que siempre estará presente en mi obra. Pero qué bueno que en Cuba no se desentiendan y haya leyes donde el amor se ha legitimado”, consideró.
Para Dachelys Valdés, la muestra puede aportar al debate, en tanto ayuda a desmentir mitos y a dejar de infundar esos miedos sobre si el desarrollo psicológico de un niño, su ajuste emocional, social y cognitivo, o su identidad de género estarán bien, por crecer en una familia homoafectiva.
“Mi hijo tiene dos años y no nos hemos preguntado si será gay o hétero. Nos preocupamos por su felicidad, por cómo aprende, se relaciona, si entiende cómo dar afecto y respetar a los demás”, refirió Valdés.
Con ella coincide Hope Bastian, la otra madre de Pauli, quien dice estar más preocupada por si la sociedad será homofóbica que por la sexualidad de su hijo. “ÉL será lo que quiera ser y nosotros lo vamos a apoyar y amar sin ningún tipo de condición”, afirmó.
Ambas esperan que “Donde habita la quimera (II)” ayude a deconstruir todos esos estereotipos, “no solo para Pablo, sino para el resto de los niños y de los adultos que, como nosotras, venimos sufriendo toda esa homofobia desde hace mucho tiempo. Por ahí van nuestros anhelos y deseos de una Cuba más inclusiva, diferente y mejor”, dijo Dachelys.
Por lo pronto, la muestra fotográfica es una oportunidad para que Yailen muestre el amor a través de imágenes y quienes la visiten se acerquen a ese mundo de afectos que puede habitar cualquier familia, sin distinciones. Un deseo presente en los comentarios que empieza a recibir en las redes sociales y agradecen su afán por documentar la felicidad.
Gracias a Semlac, a nombre de Lisandra! Gracias por la defensa de los derechos más humanos y sensibles de un ser humano: el derecho a formar familia y a ser feliz!!! Sí a un Còdigo de Familias y a una Cuba màs inclusiva!!! Un abrazo.