«Una estrategia de participación permanente para que podamos construir una sociedad emancipada», fue una fórmula para lograr desde las políticas públicas, instituciones estatales y sociedad, la aceptación de la diversidad sexual sin reproducir una normatividad opresora, propuesta por Mariela Castro Espín, directora del CENESEX.
La sexóloga hizo referencia a los aportes del CENESEX en la estrategia educativa y de comunicación «permanente» para promover el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género, durante el Coloquio cubano-francés Políticas públicas e identidades de género, que tuvo lugar hoy en el centro cultural capitalino, Casa del Alba.
Por su parte, el antropólogo francés Oliver Allard, aseguró no tener soluciones para integrar a las personas de movimientos por la diversidad sexual, «ante un discurso oficial, que aboga por la integración, es también normativo u opresor», una pregunta lanzada al panel por el sociólogo cubano Ramón Rivero
Allard, que se encargó de hacer un análisis de las identidades de género en los pueblos originarios de América, precisó que «el derecho a la diferencia o la indiferencia» transcurre por varias etapas: «una lucha para construir una comunidad con autonomía política. Pero también el derecho a disolverse en otros momentos».
Castro Espín insistió en que «entre las cosas que he ido aprendiendo es que no somos portadores de soluciones, pero tenemos que serlo de una estrategia de participación popular permanente».
«Hemos identificado que podemos hacer una contribución a nuestra sociedad, reconociendo justamente aquellos espacios todavía no resueltos, que han generado un malestar en todos los que nos hemos dado cuenta de ello», dijo.
Mientras, el académico y activista francés Alexandre Jaunait, cuya conferencia fue Las identidades del sexo y el pensamiento del Estado del género, destacó que «en cuanto a la educación se deben transformar algunas cosas y en el plano de las normas es donde más que haya que reforzar».
Desde las artes, el crítico y director de la cátedra de danza del Instituto Superior de Arte, Noel Bonilla afirmó que «la única manera que yo encontrado de tender un puente entre lo pautado, la práctica real y los intereses crecientes de las necesidad expresivas de los artistas, es abrir la posibilidad de participación».
Bonilla, autor de la ponencia Cuerpo y escena. Abolir o desplazar las fronteras, se cuestiona «hasta dónde es capaz la escena de reajustar las hostilidades en el caos que se produce entre lo privado y lo público que invade al creador en su acto de fabulación, y a esa institución pública, social, gremial que subvenciona y ampara ese acto».
Castro Espín invitó a «instituir la solidaridad como uno de los más importantes valores», en el coloquio auspiciado por la Embajada de Francia y la Alianza Francesa en Cuba.
En este sentido, el Consejero de cooperación y acción cultural de la Embajada de Francia en la Isla, Bernand Grau, confirmó que «nos damos cuenta de que los kilómetros que nos separan no son muchos porque hay una complicidad, una comprensión mutua muy fuerte entre los equipos franceses y cubanos sobre este tema».
Grau reiteró el compromiso de la cooperación francesa de continuar el trabajo con el CENESEX, para preparar otra manifestación para reflexionar sobre lo que nos urge y, a partir de esta pausa, construir las políticas públicas que nos interesan.
Las instituciones culturales, prisioneras de muchas normas
Castro Espín enfatizó en el papel de la cultura y del arte en la estrategia que ha seguido la institución estatal que dirige.
Mientras, Díaz aseguró que su puesta de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, del dramaturgo alemán Rainer Werner Fassbinder, en 2008, tenía que «estar a tono» con la celebración, por primera vez en Cuba, del Día Mundial contra la Homofobia, encabezada por el CENESEX.
«Había que ser más atrevido», puntualizó.
Díaz recordó que «hubo reacciones de muy diverso tipo», cuando se apropió del texto, escrito en los 60’s, y travistió a dos actores para encarnar a dos personajes femeninos: Petra y a su amante, Karin.
«Si en otros montajes empleábamos el travestismo solo como un recurso de provocación, como metáfora, o broma, aquí estos actores estaban continuamente fluyendo del cuerpo masculino a las esencias de lo femenino», recordó.
Para el director teatral era una forma de «demostrarnos que el género es una ilusión discutible, que puede recomponerse de muchas formas, y que no pocas veces, es solo un pretexto en el que nos escudamos para no revelar lo que auténticamente somos».
Una reflexión similar ha provocado el arte del transformismo, del que el CENESEX se ha valido para su estrategia de sensibilización, desde 2008.
Sin embargo, Bonilla opina que se ha dilatado la aceptación a los transformistas para incluirlos en el catalogo de artistas del Consejo Nacional de la Artes Escénicas (CNAE).
«Es un poco complicado, porque seguimos prisioneros de muchas normas», confesó. E invitó a «regresar a ese valor originario del teatro en el que todo convergía en un bloque de energía mental única».
El asesor para la danza del CNAE se «desarrolla en instituciones con perfiles y objetos sociales bien definidos, que no dejan de transitar por ese cuerpo que es huella y que no se contenta con reinventarse una y otra vez ante los ojos del lector-espectador».
Díaz reveló que cree «en el teatro como un espacio de libertad. Y desde el escenario, me gusta discutir y estimular otras libertades».
Teatro El Público, con Díaz al frente, formaron parte de un grupo de artistas que desde las artes se replantearon los géneros y sus roles y las sexualidades.
El teatrista reconoció la labor de dramaturgos cubanos como Abilio Estévez, José Milián, Eugenio Hernández Espinosa y el fallecido Héctor Quintero, así como de grupos como Argos Teatro, Mefisto Teatro y El Ciervo Encantado.
De esta forma, alertó que «en la dramaturgia cubana contemporánea las cuestiones de género se debaten con una intensidad que falta, por ejemplo, en nuestra televisión y en nuestro tímido cine nacional».
Tomado de Web Cenesex